En el centro del círculo
Después de cuatro días de intensa actividad en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Podemos finalizó este domingo por la tarde. Organizado por el Instituto 25M y por los militantes y voluntarios, el evento estuvo compuesto por 87 mesas temáticas (entre debates, mesas de análisis, conversatorios), con un promedio de once horas de actividad diaria y decenas de ponentes y especialistas.
Ante el abanico amplio de temas discutidos, considero importante apuntar de manera breve algunas ideas centrales en torno al partido que atravesaron la totalidad del evento de manera formal e informal. Es necesario aclarar, sin embargo, que los puntos a presentar son apuntes, percepciones e ideas personales sobre un evento que reflejó, considero, el estado actual y coyuntural del partido, que necesitan ser profundizados y que, por supuesto, no pretenden señalar las carencias o aciertos del evento ni de la formación morada. Esa es una charla que dejo para otro momento.
Ahora bien, las ideas son las siguientes: primero, de la Blitzkrieg a la Guerra de trincheras; segundo, el dominio de las pasiones; tercero, la institucionalización del partido y de la calle; cuarto, transversalidad y estrategia populista, y quinto, el cambio de la dirigencia.
1) Como ha señalado tanto la dirigencia como varios de sus militantes, la “ventana de oportunidad” abierta por el 15M se ha cerrado y la posibilidad de ocupar las instituciones por medio de una “guerra relámpago” (Blitzkrieg) ha concluido. Se ha pasado a una “guerra de desgaste”. La nueva realidad política, enfangada por las otras fuerzas políticas, hace necesaria una “guerra de trincheras”. Es decir, que ante el impasse de la política española es necesario construir fortificaciones cavadas en territorio propio que permitan la defensa y resistencia en el territorio ocupado y posibiliten incursiones expansivas, hacia el territorio de los adversarios.
2) Ante el finalizado ciclo corto y veloz y el inicio del denominado ciclo largo y lento, los miembros de la dirigencia del partido (en sus distintos niveles) intentan proporcionar calma y esperanza a los militantes y simpatizantes del partido que, después de los resultados de las últimas elecciones, se han visto desencantados o desesperanzados. Esta tarea no sólo es vital en cuanto 1) evitan que el desánimo haga mella entre sus jóvenes militantes proporcionándoles una narrativa de lo acontecido, 2) los prepara para la institucionalización del partido, y 3) los mantiene unidos y con la cabeza fría ante el horizonte de unas terceras elecciones.
Ante el impasse de la política española es necesario construir fortificaciones cavadas en territorio propio que permitan la defensa y resistencia en el territorio ocupado
3) Existen dos niveles de institucionalidad que mantienen ocupada a la dirigencia, una de ellas tiene que ver con la institucionalización del partido y otra que tiene que ver con las instituciones del aparato estatal. Sobre la primera afirman que, acorde con el principio del ciclo largo, el partido debe pasar de la sola movilización en las calles, insostenible por el desgaste y la incertidumbre que suele acompañar este tipo de participación, a la institucionalidad del partido, que permitiría la regularidad y la posibilidad de dar las batallas frente a otros partidos políticos e instituciones. Este funcionaría en permanente tensión entre las movilizaciones sociales, evitando así su posible burocratización. Sobre la segunda, proponen la construcción de instituciones que permitan el avance en sentido progresista y funcionen como dique ante cualquier intento de retroceso. En estos casos se necesitaría de la movilización popular para que defienda a “los gobiernos del cambio” frente a los poderes facticos.
4) Si bien es cierto que el partido se ha construido sobre las ideas de transversalidad y populismo, las facciones al interior de la formación no comparten una interpretación común. No es cosa simple, las diferentes nociones condicionan el accionar del partido: su relación con otras formaciones políticas (partido políticos u organizaciones populares), el discurso con el que se mueven (slogans, estrategias de campaña, rupturista o conciliador), las fronteras políticas que demarcan (ejes pueblo/casta, nuevo/viejo, izquierda/derecha), los debates en su interior respecto al tono, a la propaganda, los referentes políticos (banderas, himnos, consignas, símbolos) 1En la campaña del 26J hubo una famosa disputa en torno a los himnos de Izquierda Unida, las banderas republicanas y comunistas en los actos de campaña. De hecho, la búsqueda de las razones por la pérdida del más de millón de votos tiene dos hipótesis: por un lado “los pablistas” encuentran la respuesta en el discurso vacío de la campaña, la perdida de la identidad, un exceso de transversalidad; “los errejonistas” en el exceso de identidad, del repunte de los símbolos, de vuelta a los elementos identitarios de Izquierda Unida. Hace apenas unos días Iglesias y Errejón protagonizaron un debate por twitter sobre el tono de la campaña y el discurso a utilizar..
Ante una militancia heterogénea, sin referentes simbólicos y trayectorias comunes consolidados, en ocasiones con poca experiencia política y parcialmente ideologizada por un lado, y con un régimen especialmente ensañado con el partido por el otro, cada acción, palabra, comportamiento o ademán, es material altamente inflamable.
Así, el desacuerdo sobre el grado de transversalidad — radical (la desaparición de las identidades y los elementos que la conforman para articularse en torno a un referente común) o parcial (la conservación de identidades pero asumiendo una idea común) — genera discusiones y disputas por el proyecto de partido y, por tanto, por la dirigencia.
5) Al interior del partido existe una lucha por la hegemonía. La lucha por Madrid ha despertado otro debate, el del recambio del líder. Para algunos miembros del aparato burocrático así como otros que no poseen cargo alguno pero si una posición relevante dentro del partido, la necesidad de modificar la estructura del partido aprobaba en Vista Alegre es evidente. Ante el ciclo largo que comienza, la institucionalización del partido y, de acuerdo con algunos, el cierre de las posibilidades del debate al interior de la formación, queda revisar la estructura organizativa que funcionó para la competencia electoral pero no para el proyecto a largo plazo de la formación. Es necesario, afirman, pasar de una formación piramidal a una reticular, un nuevo pacto, un nuevo Vista Alegre.
Después de los resultados en Galicia y el País Vasco, el partido ha salido fortalecido. En ambas demarcaciones han dado el añorado sorpasso. Los líderes visibles, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón han salido a dar las buenas nuevas. Parece haber calma. Veremos.
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El autor cursa la Maestría en Filosofía Política en la UNAM. Actualmente se encuentra realizando una estancia de investigación en la UCM, España.
Referencias
↑1 | En la campaña del 26J hubo una famosa disputa en torno a los himnos de Izquierda Unida, las banderas republicanas y comunistas en los actos de campaña. De hecho, la búsqueda de las razones por la pérdida del más de millón de votos tiene dos hipótesis: por un lado “los pablistas” encuentran la respuesta en el discurso vacío de la campaña, la perdida de la identidad, un exceso de transversalidad; “los errejonistas” en el exceso de identidad, del repunte de los símbolos, de vuelta a los elementos identitarios de Izquierda Unida. Hace apenas unos días Iglesias y Errejón protagonizaron un debate por twitter sobre el tono de la campaña y el discurso a utilizar. |
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