La ilusión habita en Los Pinos

 

Todo lo que hace Enrique Peña Nieto y su familia, en especial Angélica Rivera, es legal, no existe conflicto de intereses en su accionar y las críticas son de mala fe o calumniosos. Ello gracias a que vivimos en un presidencialismo, aunque un poco acotado, todavía muy poderoso, el cual somete mediante propaganda, intereses comunes u otras sutiles formas a la inmensa mayoría de los medios de difusión.

El reciente asunto del departamento de la señora de Los Pinos en Miami (que no Mayami) es otra perla en el largo collar de la impunidad y  el famoso “ahí se va” mexicano.

Entrevistado largamente por Joaquín López Dóriga acerca de varias  cuestiones (aunque no se tocaron asuntos como la violencia, los derechos humanos y la desinformación permanente del gobierno federal), Peña Nieto en menos de media hora repitió lo que ya sabemos sin responder a las preguntas que se le hacían. ¡Faltaba más! El poder no debe ser cuestionado.

Enrique  dice que llegó a hacer los cambios que el país necesitaba y no se habían realizado en las últimas dos décadas. No dijo, y no se le  inquirió, porque fallaron las llamadas reformas estructurales, entre ellas la energética, por ejemplo.

El mexiquense  presumió los sistemas de Transparencia y Anticorrupción, sin señalar las fallas, ni que están incompletos ni que las propuestas de la sociedad civil se quedaron a medias. Ya todo está en camino para   la honestidad, no sabemos si valiente o no.

Dijo el ejecutivo que desde el principio atacó la corrupción y  recordó que pidió disculpas por la Casa Blanca- la cual ya no es propiedad de Angélica-, pero reiteró que no se trató de una ilegalidad, sino de algo que fue mal visto (sic con binoculares).

Al responder acerca del departamento de Miami, señaló que se le calumnia porque algunos aseguran que su esposa tiene dos inmuebles (apreciación  falsa). Aunque aceptó, algo terrible, que un amigo pagó el impuesto predial del que posee Angélica, aunque después expresó  que devolvieron la lana  al cuate- sin presentar recibo del adeudo. Es decir, favores de amigos con el empresario Ricardo Pierdant; o sea, conflicto de intereses.

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No aludió Peña Nieto a lo que informa Jenaro Villamil (Proceso, 2076),  citando a Univisión, que la señora Rivera liquidó su deuda del apartamento que posee “dos meses después de haber contraído matrimonio con Peña Nieto”. Una cantidad nada despreciable: 1.3 millones de dólares.

Insistió el mexiquense que sus cambios han combatido a grupos de interés, por lo cual ha recibido amplias críticas. Aunque jamás mencionó a la Iglesia y su pelea contra los matrimonios igualitarios.

Alabó Enrique la reforma fiscal, la cual dijo, impuso mayores impuestos a los ricos, algo que nadie asegura, ni siquiera los fiscalistas.

Frente a ese panorama, López Dóriga le preguntó si no estaba preocupado por su baja popularidad (sin citar al diario Reforma que asegura sólo el 23 por ciento de los  ciudadanos y el 18 por ciento de líderes sociales apoyan su gobierno), a lo que contestó Peña Nieto: “no llegué (a la Presidencia), para ganarme una medalla de popularidad”, ni tampoco para nadar de muertito. Insistió en la medalla, quizá subconscientemente hablando de Río y la ausencia de preseas por parte de  la delegación mexicana.

Fue categórico: “No estoy trabajando por popularidad sino para que le vaya bien a México” y puso como ejemplos los dos millones de empleos en su sexenio (los cuales están mal pagados y muchos de ellos son temporales), los niveles de baja inflación (que van al alza este año) y el aumento del consumo como nunca antes (lo cual desmienten las tiendas de autoservicio y otras empresa).

Afirmó que no echará para atrás la reforma educativa y llamó a no confundir diálogo con cancelación. Abundó Enrique que si el diálogo no fructifica, utilizará la fuerza, la cual, recordó, ha usado (Nochixtlán Ostula, Iguala  y varios lugares más), aunque habló de protocolos de los derechos humanos, los cuales no se cumplen.

Precisó el de Atlacomulco  que continuarán en sus puesto Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio Chong, algo que es muy común en este político que no hace cambios hasta que explotan las granadas.

Hay más de esta conversación, aunque Televisa sigue el guión que le dictan oficialmente y Peña Nieto continúa envanecido por su política, no importa que muchos aquí y en el extranjero lo critiquen.

Por cierto, Ernesto Villanueva en el número de la revista  Proceso citado, titula a su artículo: Peña Nieto, verdugo mediático. Y señala  tres casos emblemáticos: Kate del Castillo, Lucero Guadalupe Sánchez y Carmen Aristegui, en los cuales “Peña Nieto viola la Constitución y la ley haciendo campañas de desprestigio en la mayoría de los medios mexicanos que tienen intereses económicos con la administración federal”.

Así las cosas.

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