El Terrorista Fernando del Paso
Fotografía: Rogelio Cuéllar
Antes de que fuera nombrado Cónsul General de México en Francia —incluso antes de ser periodista en Radio France Internationale— Fernando del Paso fue un terrorista. Llegó a París con una bomba entre la ropa.
Ha sido poco documentada la breve —pero fructífera— faceta terrorista del escritor que el pasado 1 de abril cumplió 81 años de edad. Del Paso recuperó con la vejez aquel ímpetu terrorista al grito de “¡No mames Peña!”.
Después de renunciar a su trabajo como periodista en la BBC de Londres, el autor de José Trigo decide trasladarse a la Ciudad Luz.
Supongamos que parte del viaje lo realiza en tren. Imaginemos a un Fernando del Paso que rondaba los cincuenta años, cabello enigmático, gruesos anteojos sobre el rostro, barba de periodista policiaco y una gruesa gabardina capaz de esconder la bomba. Tarea difícil viajar con un artefacto explosivo. El escritor jamás se separaba del grueso paquete, ni siquiera para ir al baño, mucho menos al dormir. Luego tiene que tomar el avión. Ahí pasa desapercibida la bomba porque hábilmente la escondió dentro de otro grueso material explosivo: el manuscrito de una de sus novelas. Por ejemplo de Noticias del Imperio, un tabique capaz de matar a una persona si es arrojado de un quinto piso.
Todos piensan: “ah, es el escritor Fernando del Paso viajando con el manuscrito de Noticias del Imperio”.
Baja del avión. Un hermosa rubia (es una espía, no se dejen engañar) trata de seducir a nuestro próximo embajador (que en el fondo es un terrorista, no lo olvidemos). La despampanante mujer intenta seducirlo (para después asesinarlo). Del Paso, hombre inteligente, le pide a la espía que lo espere dentro de dos horas en un restaurante del centro. Así logra despedirla. Una vez salvado el escollo, el escritor toma un taxi y se larga del aeropuerto. Dentro del automóvil, algunos kilómetros después, recuerda que dejó el manuscrito en la calle. “¡Carajo!”, exclama. Recordemos que tardó 10 años en escribir la obra. Pide al taxista que regresen inmediatamente.
El grueso manuscrito palpita en la calle. Algún parisino lo ve y se asusta. Sabe que es una bomba, así que llama a un policía. Son los años ochentas y París es la ciudad ideal para ser atacada, objetivo añejo del terrorismo, lo ha sido por tres décadas (ochentas, noventas y la década actual). Pero en los años ochentas una serie de ataques sobre la ciudad se intensificaron. Así que ya se imaginan la reacción del policía al ver el grueso fajo de papeles.
“¡Carajo!”, vuelve a decirse el escritor. “¿Cómo carajos pude olvidarme del manuscrito?”. Con los nervios hechos trizas, al borde del desmayo: ¡es el manuscrito original de Noticias del Imperio lo que olvidó en aquella calle! No hay ninguna copia, sólo existe ese mamotreto, el trabajo de diez malditos años. La angustia le provocó diabetes —lo sabría tiempo después— e intensificó sus dolores cervicales.
Con un terrible dolor en la nuca bajó del auto y corrió a buscar el explosivo. Por fortuna seguía ahí, intacto, íntegro. No había sucedido nada con él. No desapareció. Nadie lo confundió con la bomba que verdaderamente es. Todo fue su imaginación. La bomba explotaría tiempo después, ya en México. En 1987, concretamente. El tema es de sobra conocido. La protagonista principal y la más famosa: la locura de Carlota. Noticias del Imperio, a decir de la revista Nexos, es considerada una de las tres mejores obras mexicanas del género (novela histórica) en los últimos 30 años. Así que si ustedes no la han leído, es una gran oportunidad para hacerlo.