El monarca Octavio Paz, la Crítica y el pensamiento sobre la poesía
El mejor homenaje para un escritor demasiado importante como Octavio Paz no es escribir sobre él, sino criticarlo. La crítica honesta —no digamos objetiva— es aquella que debe participar de los prejuicios para después tomar distancia de ellos. No conozco otra obra tan severamente prejuiciada como la del Nobel mexicano, prejuicios políticos más que literarios, tanto de uno como de otro bando. Cabe reflexionar sobre la crítica cuando se habla del escritor. Porque Paz, en su carácter de intelectual, fue un crítico brillante, agudo y mordazmente lúcido. Fue un amante de la discusión, y convirtió a ésta en una ruta de la poesía. Es un lugar común decir ya que la prosa de sus ensayos alcanza momentos de absoluta belleza y de una provocación intelectual insuperable.
Toda crítica realizada bajo esta premisa hacia la obra del autor del Laberinto de la Soledad nos llevará a leerla con nuestros propios ojos y no “desde la cabeza de la academia sueca”, como advierte el poeta David Huerta. Cuando dejemos de pensar con aquella cabeza, nuestro acercamiento será distinto, como también lo será cuando dejemos de pensar con la cabeza de Letras de Libres o con la cabeza del proletario más panfletista. Las ideas políticas de Octavio Paz, sobre todo, merecen esta crítica —honesta y desprejuiciada, reitero— porque “las palabras suelen ser víctimas del poder”.
En México hemos confundido la autoridad con el poder. La primera se obtiene con talento, oficio, legitimidad artística y “especialmente en la segunda mitad del siglo XX, con pruebas de independencia respecto del poder político o económico”, señala Patricia Cabrera en Una inquietud de amanecer. Literatura y Política en México. El poder en cambio no requiere ninguno de estos atributos y es más tangible, porque “bajo la forma de usufructo de un espacio ganado en la red de relaciones con instituciones y grupos poseedores de capital simbólico, permite la disposición de recursos para apoyar manifestaciones estéticas afines o negociar la difusión de obras divergentes, siempre con la mira de reproducir el orden cultural cercano al agente y al grupo con poder”. En la figura del poeta estos dos conceptos se confunden y se entrelazan. Octavio Paz, hay que decirlo con todas sus letras, fue un monarca de la cultura nacional y se comportó como tal.
Ya que hablamos de crítica literaria, quiero invitarles al ciclo de conferencias Crítica y pensamiento sobre la poesía y la narrativa en México que se realizarán a partir del martes 5 de abril en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, con la presencia de escritores reconocidos como Sergio Mondragón, José Vicente Anaya y Mónica Mansour, así como la participación de importantes críticos, como Evodio Escalante y René Avilés Fabila. La información detallada puede leerse en la imagen siguiente.