La DesCULOnización contra la violencia de género
Ubicado a un costado del Mercado de San Juan, en el centro de la Ciudad de México, se encuentra un lugar con techos altos, mesas de madera e ilustraciones con consignas feministas en las paredes: Punto Gozadera. Este lugar se ha caracterizado por albergar varias causas feministas y autogestivas que van desde talleres, conversatorios y conferencias hasta conciertos de rap. El viernes pasado no fue la excepción y ahí se llevaron a cabo unas jornadas contra la violencia de género.
Estas jornadas fueron denominadas “Batafems”; su finalidad, en palabras de Elias Luna, uno de los organizadorxs, era promover redes que combatan los binarismos de género y la violencia hacia cualquier cuerpo feminizado. Esto desde el arte, ya que piensa que como artistas tienen la obligación y la responsabilidad de hablar del tema.
Uno de los talleres era el de “DesCULOnización”, el cual sería impartido en la parte de arriba del lugar. Mi curiosidad me llamó a subir las escaleras y descubrir tras unas telas negras a cinco chicas y un chico con un cajón de madera.
Me presenté y fue cuando mis sospechas fueron confirmadas: era un taller de baile, que no había otra forma de documentar, más que participando en el.
La facilitadora del taller era Geni Thalia, quien llegó de Brasil hace dos años y después de algunas fiestas, se dio cuenta que lxs mexicanxs no nos movíamos igual que ella.
“Cuando naces en Brasil empiezas a mover el coño desde pequeña, así que no es algo que estas consciente de como se hace, solo lo haces.”
Si me preguntan a mi, tengo una teoría. No se cuantas veces he escuchado un “¿No te da pena?”, “Te están viendo, que vergüenza” y la cosa es ¿por qué debería de importarnos?. El baile más popular es el que se practica en pareja y es que pararte a bailar y mover tus caderas SOLA es, generalmente, una provocación, sobre todo si estas en las bodas de plata de tus tíos.
Hace unos años un amigo brasileño me presentó la “Tecnobrega”, una mezcla de música popular y de los 80 que se graba en estudios básicos (como tu recámara); se consigue en la calle, donde los vendedores hacen sus propias recopilaciones. Yo a cambio le presenté el tribal, que originalmente, era música tradicional mexicana mezclada con electrónica. Lo curioso era que ambos géneros eran una provocación a la cultura dominante. Esa música que en algún momento fue despreciada en el “antro de moda”, en la radio y en tu ipod ahora encontraba, sin quererlo, su lugar en la cultura pop.
Lo mismo sucede con el Twerk, que no es un invento de Beyoncé, sino un baile ancestral africano que generalmente se relaciona con rituales de fertilidad y que ahora se ha convertido en una práctica popular.
En Brasil estos movimientos de culo tienen una larga tradición con el funk, las favelas están llenas de expertos en estos movimientos, que inicialmente parecen imposibles de imitar.
Geni estaba acompañada de Morris Sirrom, un músico autodidacta, que con un cajón acompañó el desarrollo del taller enfatizando el ritmo de las canciones que usamos para mover nuestras caderas. Antes de comenzar Geni nos advirtió que el punto del taller era descubrir otras geografías de nuestros cuerpos que tenemos olvidadas. Como siempre, lo importante siempre es mirar al sur.
Después de una meditación en la que el objetivo era estar más conscientes de nuestros cuerpos. No pude dejar de pensar en como el baile también tiene todo que ver con el empoderamiento y control de nuestros cuerpos. Olvidar que este puede ser una “incitación” por la cual puedes ser objeto de violencia, burlas o humillación es fundamental para disfrutar ese momento.
Cuando la música comenzó, solo podíamos ver a Geni moverse e intentar imitarla, fallidamente, al principio. Después de olvidar la vergüenza no quedó más que mover el culo y nada más.
Nos tiramos al piso, exprimimos limones con nuestras piernas, subimos los pies a las paredes, nos agachamos, nos pegamos las unas con las otras, improvisamos y no hicimos más que divertirnos bailando funk.
“Arriba, abajo, derecha, izquierda, ¡círculos con la cadera!. Deja que tu grasa se mueva y sola regresa. ¡Baila con tu coño, fuerte, muévelo, siéntelo!. No lo pienses, solo hazlo”
Geni, como la excelente profesora que es, llevó una botellita de mezcal para quien lo “necesitara”. Al final el taller bajamos al final del conversatorio sobre intervenciones artísticas en el metro de la Ciudad de México y un performance trans.
Después fue nuestro turno de mostrar a los asistentes lo que habíamos aprendido en el taller y bueno, pasamos la prueba, por lo menos la de la “vergüenza”.
Mi moraleja es que si una dejara de moverse porque no tiene el cuerpo de Rihanna, el mundo estaría muerto.
GALERÍA
Todas las fotos: Annick Donkers