La anarquía tapatía

En recientes meses la sociedad mexicana y tapatía ha demostrado su hartazgo social hacia las instituciones políticas, económicas, sociales y de seguridad. Estudios recientes, como la Encuesta País que realizó el IFE o encuestas de cultura política, demuestran que los mexicanos no solo no confiamos en los políticos y estamos decepcionados de ellos, sino que no confiamos ni en nuestros vecinos.

El número de la revista Nexos del mes pasado presenta tres artículos sobre los problemas de fondo de nuestro país: la corrupción y descontento ciudadano. Los artículos afirman que los ciudadanos están descontentos porque las instituciones son corruptas y porque hay impunidad hacia los delincuentes, cuando no complicidad Según este argumento, que secundo, los ciudadanos mostrarían un menor descontento si las autoridades no fueran corruptas y no existiera impunidad, aunque no hubiera desarrollo económico y los niveles de desempleo se mantuvieran.

¿Por qué explico esto? Guadalajara vive una de sus peores crisis de cohesión social en la historia. Yo al menos no recuerdo haber leído o escuchado algo igual. Los ciudadanos han instalado una especie de sistema de justicia alternativo con juicios sumarios, sentencia inmediata y penas injustas.

En Guadalajara la tendencia de la delincuencia es robar montados en una motocicleta, ya sea a los automovilistas, peatones o ciclistas. Los objetos robados son de diferente naturaleza: dinero recién retirado del banco, joyas, relojes y mochilas, pero sobre todo, los celulares. La dinámica de robo es sencilla: usas tu celular mientras el semáforo está en alto, el ladrón en moto ya visualizó tu teléfono y en el siguiente semáforo te lo arrebata, en el mejor de los casos sin violencia, y en el peor, con un golpe en el rostro, sin respetar género, edad o condición.

Una nueva tendencia de este robo es romper los vidrios del coche para asaltar a los automovilistas, así que ya no es suficiente llevar los vidrios arriba.

Quizá esta descripción del modus operandi de los llamados “motoladrones” les sea conocida y no les cause ninguna emoción. Pero en Guadalajara muchas personas han decidido no acudir a las autoridades, porque poner una denuncia es laberíntico: da flojera trasladarse media hora al lugar donde hay que denunciar, nunca te entregan las cosas que robaron, nunca arrestan a los culpables, además de que si denuncias puedes tener represalias, pues no sabes si los policías son cómplices, y una serie de pretextos que ponemos los ciudadanos para no denunciar y mejorar nuestro sistema de justicia.

Entonces, en lugar de denunciar, en Guadalajara se instaló este modelo de “justicia alternativa” en que cuando sufres el robo en tu coche, no hay más: la persona es culpable, y víctima de tu juicio sumario, pisas el acelerador. Detrás de ese pie los ciudadanos llevan todo el descontento y desconfianza hacia las autoridades, los caballos de fuerza de la frustración y la impunidad. No hay mejor solución, el ladrón ha recibido su sentencia: muerte por motoladrón.

El chófer del vehículo decide estrellarse para recuperar su dinero o su teléfono, o en otros casos para solamente sentir la satisfacción de haber hecho “justicia”. Así en primer lugar un hombre atropelló a dos motociclistas sin importarle dañar 5 vehículos para recuperar sus 200 mil pesos y así también en otro robo en al zona de Chapultepec se habló primero de un atropellamiento que causó la muerte del ladrón luego una versión oficial afirma que se estrellaron en un árbol y murió por el accidente.

El Facebook y las discusiones entre amigos se han convertido en un juzgado sumario, diabólico y sin compasión: “Qué bueno” afirman muchos. Ahí está lo grave: una vida vale 200 mil pesos o un celular de 5 mil. Un hombre puede decidir matar a otro hombre porque le robó. “Para eso está el gobierno”, afirman otros, quizá más asustados.

Muchas páginas de los medios sociales se han llenado de dichos contra el orden social: “Haz justicia y mata a un motoladrón”, “Se lo merecen por putos”, “Qué bueno” , así como videos que como el siguiente, aumentan la avalancha de comentarios a favor de hacer justicia con tu propia mano.

También hay notas como ésta de El Informador donde se reporta que se arrestó a un motoladrón, quien confiesa haber hecho 800 robos. Esto potencializa el enojo y hartazgo ciudadano. Por todo lo anterior, considero que hay algunas reflexiones que tenemos que considerar sobre el tema:

Hay excepciones para hacer justicia por tu propia mano

No puede existir justicia si el robo de un celular se paga con la muerte. El principio básico de la justicia es dar a cada quién lo que corresponde: a un ladrón le corresponde cárcel y regresar lo que se robó.

La justicia por propia mano sólo se justifica cuando hay peligro latente de muerte.

El hartazgo y quebrantamiento social son el motor más fuerte y a la vez el más peligroso

Es algo que los gobiernos e instituciones tienen que atender, los ciudadanos que decidieron actuar así no lo hicieron bien pero podrían estar en un cierto porcentaje justificados. Son ciudadanos hartos, que no van a permitir que abusen de ellos, ni los delincuentes ni las autoridades, y tienen razón. Durante meses los, altos índices de violencia e inseguridad han aumentado y cada vez más los policías dejan de otorgar seguridad para ser agentes del abuso y no de la paz.

Se debe otorgar seguridad a los ciudadanos, más derechos y seguridad social a los policías, reformar el sistema penal y judicial, además de hacer una limpia en las instituciones de seguridad. (Días después se descubrió que motoladrones tenían cómplices en la Fiscalía del estado)

Los justicieros se convierten en delincuentes

Aunque la opinión pública se enfurezca porque un ciudadano esté en la cárcel pagando por la muerte que ocasionó a un ladrón, así debe ser. Es un delito y se tiene que pagar. Se trata de justicia: al atropellar a alguien mereces pagar una condena o aclarar los hechos.

Esta anarquía que proponen los tapatíos es peligrosa: desconocer a las autoridades policíacas y penales podría llevar a juicios injustos, a que personas inocentes sean asesinadas, a que esa violencia se intensifique y se contagie, que todos los ciudadanos quieran matar a quien les parezca y que a su juicio les haya hecho alguna injusticia, cuando no son quién ni tienen la autoridad para juzgar. Es ahí donde los juzgadores tiene que hacer su parte, también, y hacer justicia.

Debate ético

¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Es bueno atropellar a alguien que te roba? ¿Es malo matar a alguien que te quita 200 mil pesos? Es un debate abierto al escrutinio público. ¿Qué opinan?