El Estado criminal mexicano
La reciente intensificación de la violencia en México ha reavivado los análisis sobre el tipo de Estado y régimen que enfrentamos. Diferentes voces insisten en decir que el Estado mexicano ha abdicado en su tarea de garantizar seguridad a la sociedad mexicana. Términos como “Estado Fallido”, “Narcoestado”, “Dictadura cívico-militar”, “Democracia deformada” y “Regresión autoritaria” aparecen constantemente en estas reflexiones.
Errores comunes entre quienes realizan este tipo de caracterizaciones es que observan al Estado sin contemplar las relaciones sociales y económicas de las que es producto, o ven al narcotráfico como una actividad aislada. La mayor parte de las veces tratan el asunto como un problema de corrupción o como “falla del mercado”. Así, recetan soluciones mediáticamente atractivas, pero estructuralmente ineficientes.
El Estado mexicano no está fallando ni abdicando en su tarea, lo que sucede es que se está adaptando a las exigencias de la economía global, una que le reclama drogas y recursos naturales, mano de obra barata, mujeres para la explotación sexual, cuerpos humanos para el tráfico de órganos, una sociedad en guerra para la venta de armas, miedo para el negocio de la seguridad, para el control y para la vigilancia… pero sobre todo impunidad para que el sistema siga generando el mayor número de ganancias al menor costo posible.
En el México de hoy son dos expresiones del capitalismo las que refuncionalizan al Estado: el crimen organizado y la industria extractivista, las cuales junto a las remesas y el turismo, representan las principales fuentes de ingreso del país. No entender que existen formas particulares del capitalismo implica no reconocer las particularidades históricas de nuestras naciones y su lugar en la economía global.
El capitalismo extractivista en México tiene como principal negocio el petróleo, pero también están los negocios de la minería y del gas. Estos, sumados a las hidroeléctricas, termoeléctricas, represas, parques eólicos, carreteras y los daños ecológicos que causan, han provocado un sinnúmero de conflictos territoriales y ambientales por todo el país.
Por su parte, el capitalismo criminal encuentra en el narcotráfico a su principal negocio. Pero también está el lavado de dinero, la trata de personas, el secuestro, el cobro de piso, la extorsión, la explotación sexual, el trabajo esclavo y un largo y terrible etcétera.
Vale una aclaración: el capitalismo, al estar basado en la explotación y la dominación, es en sí mismo es un sistema criminal, por lo que habría que poner a debate el carácter ideológico de la definición de lo criminal en las legislaciones internacionales. Aquí usamos el concepto para referirnos a toda la economía producto del crimen organizado, que se fusiona y complementa perfectamente con las formas “legales” del capitalismo.
Visto así, en el capitalismo criminal no sólo opera la figura ampliamente difundida del narcotraficante: hombre joven, pobre, con armas largas y que se transporta en camionetas. También están los banqueros que lavan dinero, los abogados que llevan sus casos, sus médicos de cabecera, los contadores que manejan sus dineros. Sí, el capitalismo criminal genera una base social y también una burguesía conectada con las élites políticas y económicas de México y con las burguesías de otros países.
Y frente a esto, ¿qué hace el Estado mexicano?
Se adapta para garantizar la reproducción de estas formas del capitalismo. Asesina, desaparece y encarcela a aquellos y aquellas que le denuncien y le sean incomodos. Garantiza impunidad para los que forman parte de sus redes, pero se ensaña -bajo el pretexto del Estado de derecho- contra todos y todas los que osen rebelarse.
Como toda empresa capitalista, la empresa criminal entra directa o indirectamente a la disputa por la administración del aparato estatal: ya sea financiando campañas o utilizando a sus aliados en la clase política, o disputando ellos mismos la conducción de las instituciones. Por eso, desde aquí alertamos para organizarnos: es muy probable que la violencia se intensifique en los siguientes meses, las elecciones de 2018 representan un reacomodo de las fuerzas políticas y económicas. Ninguna empresa criminal o extractiva y ningún partido político quieren quedar fuera del negocio. Tampoco quieren perder sus privilegios. La violencia Estatal-Criminal-Empresarial buscará silenciar todas las voces que le denuncien y le enfrenten: hombres y mujeres periodistas, defensores de derechos humanos y líderes sociales y comunitarios son sujetos en extrema vulnerabilidad.
Pero el Estado mexicano es doblemente criminal: no sólo se ha adaptado a las exigencias de la economía criminal, sino que utilizará una política criminalizadora para garantizar esas exigencias. Se criminaliza la protesta, a las juventudes y hasta se hace pasar a las propias víctimas como responsables de su tragedia. Para el Estado criminal mexicano, todos y todas somos criminales en potencia y mucho más los que se atreven a desnudarlo.
En muchos de los territorios donde el capitalismo criminal y el capitalismo extractivista se han desplegado, se vive la barbarie en toda la expresión de la palabra. Territorios que hacen las veces de “enclaves coloniales”: lugares en donde las empresas criminal y extractiva imponen su propia jurisdicción. Eso lo saben bien los pueblos que en la defensa de sus territorios se enfrentan a policías locales y federales, a militares, o a sicarios que actúan como “guardias blancas” de los saqueadores. Para ejemplo basta echar un ojo al reciente asesinato de Miguel y Agustín Vázquez Torres por parte del “Cártel Jalisco Nueva Generación”.
El problema que enfrentamos como sociedad es sumamente complejo. No basta con “honestidad valiente” o con discursos llenos de “esperanza” que ni siquiera enuncian el problema de fondo.
Los pueblos, naciones y tribus que se agrupan en el Congreso Nacional Indígena (CNI) tienen bien claro que de lo que se trata es de desmontar el capitalismo desde abajo, y para ello han lanzado la propuesta de crear un Concejo Indígena de Gobierno para México que se presentará este fin de semana en Chiapas. Prestemos mucha atención a lo que ahí suceda, sin duda alguna será el inició de una nueva etapa de la lucha anticapitalista y contra el Estado criminal mexicano.
2 comentarios
Por favor, ruego den seguimiento a esta nota. Pd: si pudieran sugerir lecturas o bibliografía que respalde sus argumentos estaría de lujo.
Hola. Acá una investigación más completa (y académica) sobre el mismo tema. Al final encontrarás bibliografía. http://www.espaciocritico.com/sites/all/files/revista/recrt21/n21_a03.pdf