Claudia Sheinbaum, primera presidenta: ¿Realmente beneficiará a todas las mujeres?

“No llego sola, llegamos todas.” Con esta frase inició su discurso el nuevo sexenio de la actual y primera presidenta de los Estados Unidos Mexicanos: Claudia Sheinbaum. Solo tuvieron que pasar 200 años de la República, 300 años de la Colonia y 65 hombres al frente del poder ejecutivo, para que esto sucediera. Pero que Claudia Sheinbaum sea la primera mujer en ocupar este título y nombrarse como presidenta, ¿realmente representa un beneficio para las mujeres mexicanas? 

Ojo, acá no negamos que lo que sucedió este 1 de octubre sea un suceso histórico en la historia de México. Lo que sí queremos resaltar, es que un suceso histórico puede ser solo eso. Por más simbólico y significativo que sea, esto no se traduce automáticamente en un avance real en materia de género. Este hecho histórico no puede convertirse en un logro para “todas” si no se acompaña de cambios estructurales que realmente impacten la vida cotidiana de las mujeres. 

Pero bueno, vamos por partes. 

¿Quiénes son “todas”?

Claudia Sheinbaum mencionó en su discurso de toma de protesta a: “mujeres indígenas, trabajadoras del hogar, a las bisabuelas que no tuvieron acceso a la educación, a las madres, las hermanas, amigas, compañeras, hijas, nietas. Toda aquella mujer que ha soñado.” (Para después pasar a brindarle un homenaje a Andrés Manuel López Obrador, su antecesor y principal referente político.) Sin alguna mención a la agenda de la diversidad sexual y de género, sin mención a las madres buscadoras, a las víctimas de violencia de género, a las mujeres trans, a las mujeres con discapacidad, con neurodivergencias… sin mención alguna a mujeres en situación de pobreza. La omisión de estos sectores en su primer mensaje como presidenta no es una casualidad, es una revelación de lo lejos que estamos de un reconocimiento integral de TODAS las mujeres y disidencias de género. La realidad es que todas estas mujeres no cuentan con las mismas posibilidades para llegar hasta donde Sheinbaum llegó. ¿Entonces a quiénes se refería Sheinbaum al mencionar que todas llegamos? 

La continuación de un legado 

No es una sorpresa que Sheinbaum no hiciera mención de la agenda de la diversidad sexual y de género en su discurso. Tampoco nos sorprende ver cómo simpatiza con la agenda militarista. Pues durante el sexenio de Andrés Manuel, que tanto se presumía como izquierda, se presentaron iniciativas en pro de convertir la Guardia Nacional en una fuerza armada permanente, a lo que Claudia Sheinbaum reiteró durante la toma de protesta. 

Es hasta presentar los 100 pasos para la Transformación que se menciona la agenda de género y diversidad sexual. Así como, la tipificación de los feminicidios, los gabinetes partidarios, los derechos agrarios de las mujeres, la modificación de leyes para garantizar los derechos sexuales y reproductivos para las mujeres. Pero estas propuestas recogen una agenda de igualdad de género que es muy limitada, en donde apenas se cubren necesidades y problemáticas, dándole continuidad a las propuestas mencionadas durante el gobierno de López Obrador. El comienzo de este nuevo sexenio refleja claramente las limitaciones y prioridades que marcarán su rumbo.

No hubo ni hay una reivindicación de la agenda feminista por parte de la presidenta. No lo hubo durante su periodo como Jefa de Gobierno en la Ciudad de México y no lo hubo durante su campaña presidencial. Que una mujer llegue al poder, no cambia la estructura del poder. 

Después de la emoción, ¿cómo mantenemos un análisis crítico ante el hecho?

A lxs mexicanxs nos gusta emocionarnos, celebrar y sentir que somos parte de algo más grande. Disfrutamos vernos representadxs en quienes ocupan cargos de poder, nos conmueve pensar que por primera vez se están rompiendo esquemas y que la llegada de una mujer al mando simboliza un avance significativo. Nos hace sentir esperanzadxs. Pero más allá de las emociones que esto provoca, es importante no dejar de lado las reflexiones y el análisis crítico. 

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No se puede vivir de momentos históricos y simbólicos, tenemos que accionar para ver resultados reales. Y no hablamos de exigirle más a la presidenta solo por ser mujer, pero sí de exigirle a alguien que usó la bandera feminista para recibir el apoyo que recibe ahora.

Es difícil determinar hacia dónde se dirigen las políticas públicas y cuál será el rumbo futuro del país en esta nueva etapa. Hace apenas unos años, la narrativa dominante era que México no estaba listo para tener a una mujer al frente de la presidencia. Hoy nos encontramos con un panorama completamente opuesto. Sin embargo, en este contexto, es importante que evitemos caer en discursos que romantizan e idealizan a figuras con poder. Debemos entender que un verdadero progreso no basta solo con una representación simbólica. La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia solo cobrará sentido si viene acompañada de un compromiso real, de modificaciones profundas a las estructuras de poder y una transformación de las políticas públicas para entonces, garantizar que sí llegamos todas. 

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