Las princesas de Disney ocupan un ‘amiga, date cuenta’ y Kristen Bell lo sabe
Originalmente publicada en Octubre del 2018
Hasta las princesas de Disney, literalmente, están cuestionando los cánones de género de los cuentos de hadas.
Mientras que la empresa californiana ha dado pasos torpes pero progresistas en sus historias, al tener un personaje LGBT en la adaptación más reciente de Bella y la Bestia o tener mujeres empoderadas en las últimas tres películas de Star Wars, algunas de sus producciones clásicos siguen adoleciendo con lógicas propias del siglo pasado.
Por ejemplo, aunque Brave tiene la triste historia [detrás de cámaras] del despido de su directora Brenda Chapman en medio de un ambiente tóxico con el supuesto acosador John Lasseter al frente de Pixar, el producto final muestra una nueva princesa de Disney en todos los aspectos: responsable de sus decisiones y sin esperar que un príncipe la rescate.
El legado de la casa del ratón se divide en cuatro partes:
- La era clásica con Blanca Nieves y Cenicienta como los exponentes más obvios.
- El renacimiento, luego de la decadencia y mediocridad por la vieja guardia de animadores herederos creativos de los fundadores. Hablamos de La Sirenita a finales de los ochenta, hasta Atlantis a finales de 1990.
- Inicios de los dosmiles: Luego de esto viene una etapa nuevamente mediocre en la que Pixar les comió el mandado de manera creativa y Dreamworks en lo comercial. Aquí es donde surge Shrek mientras que Disney lanzó ¿Vacas vaqueras?.
- La cuarta etapa viene a finales de los dosmiles con la fusión formal entre Disney y Pixar, que tiene como resultado más claro el éxito de Frozen y Wreck-it Ralph. Sobra decir que las tramas de estos tiempos son más progresistas y por ende menos machistas que las de las primeras dos, que retomaban mitos de antaño sin cuestionarlos.
Aunque Frozen surge de leyenda nórdicas, tiene dos protagonistas del sexo femenino que tienen más agenda que Bella o Ariel. Y es una de las actrices detrás de ese éxito, Kristen Bell quien da voz a Anna, quien ha cuestionado recientemente historias como Blanca Nieves.
Sus razones son muy lógicas, ya que habla del consenso y lo mal que está la historia al poner una protagonista que básicamente no tiene decisión y no cuestiona. Es decir, da muy mal ejemplo y más bien es vestigio de tiempos más oscuros en cuanto al empoderamiento de las mujeres. Es por eso que la también estrella de The Good Place ha hablado con sus propias hijas sobre el mensaje equivocado de Blanca Nieves.
Dice la nota de Vanity Fair (vía Parents):
“Cada vez que cerramos Blancanieves, miro a mis niñas y les pregunto, ‘¿No creéis que es un poco raro que Blancanieves no le pregunte a la bruja vieja por qué necesita comerse la manzana? ¿O de dónde cogió esa manzana?”, cuenta Bell en una entrevista con la revista Parents. “Yo jamás aceptaría comida de un desconocido, ¿lo haríais vosotras?’. Y ellas me responden, ‘¡No!’. Ahí es cuando me digo, ‘Vale, estoy haciendo algo bien'”.
Bell también tiene un mensaje de cara al futuro, uno que entra en consonancia con los tiempos del #MeToo, el consentimiento: “‘¿No creeéis que es raro que el príncipe bese a Blancanieves sin su permiso? ¡Porque no podéis besar a alguien si están durmiendo!'”.
En la entrevista, Bell menciona el hábito que tiene acerca de discutir los significados y mensajes de los cuentos de buenas noches con sus dos hijas. Y es ahí donde surgió el debate sobre la película clásica de Disney y como, en la visión de Bell, es acertado el ser crítico y no dar por hecho las moralejas de estas producciones sobre las mentes de los menores.
O en corto: Blanca Nieves necesitó un Amiga date cuenta.