El pueblo chileno da golpe mortal a la Constitución del dictador Pinochet
Los chilenos decidieron este domingo por una aplastante mayoría del 78,2% reemplazar su actual Constitución, redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), cuando se había escrutado casi el 90% de los votos en el histórico plebiscito surgido de las protestas de octubre 2019.
Sobre el órgano que debe escribir el nuevo texto, la otra pregunta que se planteó en la votación, se impone con un 79,24% la opción de la convención constitucional, que estará integrada solo por ciudadanos electos para ese fin y será paritaria, según los últimos datos ofrecidos, que se presumen irreversibles, informados por el Servicio Electoral de Chile (Servel).
Con 6,4 millones de votantes votó un poco menos de la mitad (43%) de los casi 15 millones de electores habilitados,
«Oh, Chile despertó, Chile despertó», gritaron las miles de personas que se congregaron en la céntrica plaza Italia de Santiago, para celebrar el triunfo por un 77% de la opción «Apruebo» al cambio constitucional, versus el 22% que obtuvo la alternativa por el «Rechazo», escrutado el 53% de las mesas.
«Ni de joven pensé que en Chile seriamos capaces de unirnos para semejante cambio (…) Nunca vi tanta gente votando y con ganas de votar, de querer participar», dijo a la AFP María Isabel Ñúñez, de 46 años, ejecutiva de ventas de un banco, quien caminaba de la mano junto a su hija de 20 por la céntrica plaza de Santiago, epicentro de las manifestaciones que estallaron hace un año en Chile.
«Hoy empieza algo nuevo; capaz no es todo rápido pero todo lo que hemos sufrido este año y los años que ha costado sacarse de encima las injusticias que se armaron en dictadura. Todo lo que se haga de ahora en adelante será histórico», afirmó Orietta Herraz, quien votó por primera vez en su vida en este plebiscito.
Una manada de gente llegó a este lugar desde todas partes de la capital un poco antes de que se conocieran los resultados oficiales, y tras aislados incidentes con la Policía, estalló la fiesta popular, llena de banderas, luces, fuegos artificiales, y una emoción desbordada.
Las caravanas de autos haciendo sonar sus bocinas colapsaron rápidamente la avenida Alameda, la principal arteria de Santiago, en camino a unirse a los miles que ya celebraban en la plaza Italia. En varias esquinas, personas con banderas chilenas, luces y pancartas festejaban el abultado triunfo.
La consecuencia del estallido
Exactamente un año después de que millones de chilenos marcharan por las calles del país expresando su indignación frente al estado de situación —léanse paupérrimas pensiones, bajísimos salarios, altos costos del transporte, abusos de precios en los bienes esenciales, ausencia de derechos sindicales, privatización de los derechos sociales y mucho más—, esa multitud aplastante transformó su indignación volcándose a las urnas de manera apabullante.
El pacto constitucional fue una operación patrocinada por el presidente Sebastián Piñera para aplacar el estallido social originado el 18-O. Fue una válvula de escape diseñada in extremis cuando la mayoría de los dirigentes de oposición había adoptado una posición táctica en la que creían que el Gobierno caería, victima de su impopularidad y los errores cometidos a la hora de enfrentar la violencia. Piñera fue muy criticado porque, en la madrugada que siguió al 18-O, dictó el Estado de Emergencia y habló de que las protestas habían desatado “una guerra”.
Ahora, al interior del palacio de gobierno y fuertemente custodiado por la Policía, Piñera pidió a los chilenos que la nueva Constitución sea un marco de «unidad» para el futuro.
«Hasta ahora la Constitución nos ha dividido. A partir de hoy, todos debemos colaborar para que la nueva Constitución sea el gran marco de unidad, de estabilidad y de futuro», dijo el mandatario, escoltado por todo su gabinete de ministros.
La decisión de Piñera de aceptar la sustitución de la Constitución provocó la división de las fuerzas que lo apoyan. La derecha chilena considera que la Carta Fundamental de Pinochet ha sido clave en la prosperidad alcanzada por el país en los últimos 40 años. El texto ya no es el mismo que aprobó el dictador y varias de las instituciones políticas que establecía han sido eliminadas en más de un centenar de reformas (las más importantes en 1989 y 2005). De hecho, la centroizquierda ha gobernado con este texto 22 de los últimos 30 años, y la derecha sólo lo ha hecho 8. La izquierda extrema, en cambio, siempre ha repudiado el documento.
Uno de los autores de una de las reformas más profundas de la Constitución de Pinochet fue el ex presidente socialista Ricardo Lagos (2000-2006) quien ahora se muestra partidario de una sustitución total del texto de 1980. “Estamos aquí frente a la posibilidad de redactar la Constitución que queremos”, dijo Lagos en el momento de sufragar.
El ex líder socialista dijo que el plebiscito se celebra después del estallido social de octubre de 2019 y en medio de una pandemia que plantea un desafío inmediato que es restaurar el crecimiento económico para que el desempleo disminuya. El mercado laboral chileno está en una mala situación. Los disturbios de 2019 no fueron gratuitos. En marzo, el desempleo llegó al 8,2%, cifra en la que aún no se reflejaba el impacto de la pandemia, y que contrastaba con el pleno empleo que se registraba un año antes. En julio, ya con la pandemia desatada, el paro llegó al 13,1% de la población.
Una mujer de la modesta y rebelde población de Lo Hermida, en la comuna de Peñalolén de Santiago, sistemáticamente reprimida por el gobierno de Piñera en los doce meses de rebeldía social, resumió los sentimientos que expresó la aplastante votación.
“¿Qué espero? Espero un país mejor —dice mientras se emociona y llora—; espero un país para ti Rayén (se dirige a la hija que la escucha) y para mi futura nieta que viene y nietos y para mis vecinos chiquititos. Espero lo mejor, por eso estoy votando, quizás yo no vea ningún cambio, pero estoy feliz de haber venido a votar y ojalá mucha gente más como yo pueda ejercer su voto y gritar “hasta aquí nomás llegamos”, que basta de abusos, abusos de poder en todas cosas. Espero un país para los mapuches como yo, quiero que seamos respetados y quiero que nosotros también respetemos, quiero para mi futura generación eso, lo mejor, aunque yo no vea nada de eso, pero lo quiero para la Rayén y si tengo que salir a luchar ahí estaré”.
Con información de AFP, El Mundo, La Jornada y Cuba Debate