De la tragedia al humor: descuento en armas por regreso a clases

“… un reo conducido el lunes por la mañana a la horca exclamó:
“linda manera de empezar la semana.” – Sigmund Freud.

Estados Unidos tiene un largo historial de tiroteos perpetuados por civiles en contra de otros civiles. Varios de ellos han sido en escuelas. Este fenómeno se ha presentado con tal frecuencia, que es ya un estereotipo.
Algunos de los eventos más célebres son: el tiroteo de Virginia Polytechnic Institute, la masacre de Sandy Hook Elementary School, la masacre de Columbine High School y el tiroteo de Stoneman Douglas de Parkland.
A pesar de que de manera reciente la sociedad estadounidense se enfrentó a nuevos atentados, hace algunas semanas una tienda de armas en Texas usó como publicidad “descuentos por el regreso a clases”. Según algunos medios, la justificación de la empresa es que muchos de sus clientes son profesores y alumnos, sin embargo, no deja de haber cierto humor negro en dicha frase.

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Tomar como base una tragedia para hacer una broma, en este caso en la publicidad de una tienda, no es algo nuevo. Según la fórmula para el humor de Scott Adams, la crueldad es uno de tantos elementos para que algo sea gracioso.

El humor basado en hechos lamentables o en acontecimientos oscuros de la historia, generalmente tiene mayor aceptación cuando pasa cierto tiempo, no obstante, algunos episodios se mantienen vigentes debido a una constante “sensibilización”; tal es el caso de la matanza de judíos en la Segunda Guerra Mundial.

También depende mucho de quién diga las cosas, pues no es lo mismo que un negro haga un chiste racista a que un blanco lo haga. Eso pasa con las minorías o la población vulnerable, cualquier broma alusiva a ellos, podrá ser más graciosa o menos ofensiva cuando venga de su boca, en cambio, si proviene de otra persona, hay una percepción distinta. Nunca será igual que un mexicano o un refugiado sirio hagan una broma sobre la migración, a que la hagan Donald Trump o Angela Merkel.

Cuando los hechos son recientes es más sencillo que las bromas suelan ser de mal gusto o incorrectas. Demuestran cierta insensibilidad o poca empatía para con las víctimas y la gente cercana a ellas. Sin embargo, tampoco existe una regla al respecto. No es posible saber hasta cuándo se puede hacer una broma sobre algo sin que sea ofensiva. La historia de cada individuo juega un papel importante en ello, ya que pasa de lo abstracto a lo concreto y de lo general a lo particular; así como el contexto y la cultura.

Los estereotipos juegan un papel importante y son un recurso común en el humor. Cualquier persona sabe que no todos los gallegos son idiotas, ni todos los mexicanos son ventajosos y mucho menos los árabes terroristas; el problema de los estereotipos es que generan una percepción inadecuada, en aquellos que no tienen el suficiente criterio para distinguir entre lo que es real y lo que no.

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México tiene una larga tradición humorística. Es habitual escuchar frases como “en México nos reímos hasta de la muerte”, y menos usual, pero muy representativo: “me río aunque me duela”. Ejemplos hay muchos, desgracias que se vuelven temas risibles de un momento a otro, como la explosión en Tlahuelilpan en donde hubo más de 70 muertos.

Los temas también pasan por un juicio moral. Hay una excusa para mofarse de las víctimas de la explosión mencionada, ya que según la consideración popular: ellos se lo buscaron o lo merecían. Caso contrario pasa con un evento como el terremoto del 19 de septiembre, en donde las víctimas no propiciaron su propia desgracia. A final de cuentas poco o nada se puede hacer frente a un desastre natural. Octavio Paz dijo: La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida.

El humor es una especie de mecanismo de defensa, es la manera de demostrar que la realidad y sus desventuras no afectan. Por ello es común que ante la muerte, la enfermedad, la pobreza y el desamor, salgan a relucir bromas que minimicen estas situaciones. De la misma manera en que un adulto empequeñece las causas que entristecen o angustian a un niño, así el bromear sobre las tragedias lanza una señal de desdeño respecto a lo que acontece.

Ante todo esto no es raro percibir que en el presente haya una sensibilidad latente. Que todo es ofensivo para un sinnúmero de personas, más cuando los tópicos son el clasismo, el racismo y el machismo, prejuicios y conductas habituales en el día a día.
Tal vez la sensibilidad que mucha gente demuestra ante ciertos temas, sea la poca disposición que se tiene en la actualidad para minimizar las cosas. Como muestra de ello, México padece una ola de violencia de género, y quienes se niegan a aceptarlo, usando argumentos como comparar las cifras de mujeres asesinadas contra las de hombres, no consideran las causas de estos asesinatos ni las características de los mismos. Por lo tanto, sabiendo que las conductas machistas son la piedra angular de estas manifestaciones, el humor basado en ello es menos aceptable que antes.

Suele ser patética la exagerada sensibilidad que muchas personas demuestran ante el humor acostumbrado. Lo “políticamente correcto” limita o entorpece la forma en la que es habitual reír y convivir, no obstante, como en casi todo, esto abre una puerta para discutir las causas que han traído las cosas hasta este punto. ¿Ayudaría en algo erradicar los chistes y las bromas cuya base son el machismo, el clasismo y el racismo? ¿Dejar de empequeñecer las desventuras a través de burlas y mofas, será positivo para que disminuyan o sean menos toleradas ciertas conductas?

La respuesta para algunos es un sí definitivo, otros ponen en duda esta tesis. El humor en ocasiones puede ser también una denuncia. La sátira y la ironía son recursos que los caricaturistas usan para evidenciar: a un político corrupto, una mala decisión del Estado, una política injusta, un delito que quedó impune, etc.

Existe un falso dilema en asegurar que el bromear sobre algo implica que haya cierta indiferencia hacia ese problema, pues esto se puede refutar de muchas maneras. La calidad moral de cada individuo pone en juego esto, también la susceptibilidad y su manera de ver al mundo. Lo que es cierto es que la empatía y la sensibilidad nunca sobran, así como la conciencia sobre la situación y los padecimientos que se viven. Si en algo ayuda omitir ciertos temas o suprimir ciertas cosas que en determinado momento pueden ser risibles, vale la pena hacerlo, pero también es importante tener presente que depende de quien lo diga, en qué lugar, cómo y cuándo.

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3 comentarios

  1. hector
    03/09/2019 at 10:06

    buen texto

  2. David Arturo
    03/09/2019 at 10:49

    Disfrazar un comentario de broma no hace la idea menos efectiva o peligrosa, como por ejemplo: “haz patria / mata un político corrupto”.
    #bromi

  3. David Arturo
    03/09/2019 at 10:52

    Buen texto, Jonathan.
    A la espera de tu próxima publicación.
    Saludos