En México nos merecemos un “honoris causa perdida”

Laura Bozzo ha logrado lo que pocos: es considera como Doctora Honoris Causa, lo que se supone que implica que es una persona eminente y que ha contribuido de manera importante a las ciencias, las humanidades o las artes.

Mucho se ha criticado este premio, que en realidad fue entregado por el Claustro Académico Universitario y el Centro Universitario Inglés, y no por el Congreso de la Ciudad de México, como se rumoraba hace un par de días, en función de que el acto protocolario se realizó en una de las salas de la sede previa reserva.

Aunque la Dirección General de Profesiones ya ha aclarado que no tienen ninguna cédula profesional a nombre de la artista, su caso no es el primero: personajes impresentables como Carlos Trejo, Jaime Maussan y Gustavo Adolfo Infante, así como actores y actrices de quienes no se tiene noticia de sus méritos académicos, como Geraldine Bazán, Eduardo Verástegui y Tatiana.


Tatiana lo ganó por su trabajo sobre los efectos del LSD en la pedagogía infantil.

Copérnico, Newton y Maussan, la santa trinidad de la astronomía.

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Por todo lo anterior, México sin duda merece un doctorado “honoris causa perdida”.

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