Una carta abierta a Marcelo Bielsa
Hola, Marcelo.
Mi nombre es Guillermo Furlong, te escribo desde Guadalajara, México. Ciudad que conoces y en la que eres recordado con admiración.
Como la mayoría de los niños en mi país, soñé con ser futbolista, en buena medida ese podría ser un buen resumen de mi infancia, una pelota y un sueño. Sin embargo, la realidad siempre termina por alcanzarnos y tuve que aceptar que a pesar de lo mucho que pudiera desearlo, el Dios que tanto le dio a Pelé y Maradona no me concedió a mi una sola pizquita de habilidad técnica.
Aunque hoy mi profesión no guarda relación directa con el futbol, nunca he dejado de seguirlo con profunda pasión aunque tengo que reconocer que también a veces lo hago con cierto recelo, muchas veces he visto a un futbolista dotado de talento caminar pasmoso en la cancha y he pensado que yo en su lugar sabría aprovechar de mejor forma la oportunidad de pisar la cancha, muchas otras tantas he denunciado el pecho frío de mi equipo con la certeza de que mis amigos y yo defendíamos con mayor entrega los mismos colores. Pero bueno, supongo que debe ser un especie de consuelo para todos los que no llegamos.
Estos días, despertamos en México con una noticia en todos los portales deportivos: “Marcelo Bielsa pide a sus jugadores dejarse marcar un gol.” Inmediatamente revisé las acciones del partido, y me di cuenta que no se trataba de una “locura” como suelen definir a casi todo lo que haces dentro de tus gestiones, sino de un profundo acto de justicia, ante la incertidumbre que causó el gol de tu equipo por romper con un protocolo no escrito en el futbol, ordenaste a tu equipo dejarse anotar, para que el juego volviera a transcurrir en completa igualdad, aún cuando el empate significó para tu equipo el no poder ascender de manera directa a una de las mejores ligas del mundo.
Pasado unos minutos no pude evitar un sentimiento de nostalgia que me hizo preguntarme, ¿Dónde he visto antes algo así? La respuesta llegó en forma de recuerdo; de niños, jugando al futbol nosotros éramos nuestro propio árbitro, establecíamos las reglas y ante la sospecha de un gol mal anotado, siempre se le concedía la oportunidad al rival de anotar un gol para no desequilibrar el marcador, porque aunque nadie nos lo enseñó, sabíamos que la victoria o la derrota tenía que darse con justicia.
No sé como habrá de terminar esta temporada para el Leeds United (tu equipo) pero deseo de todo corazón que la justicia que hoy han cosechado, sea recompensada con un merecido ascenso, y aún cuando no se lograra, confió en que la historia sabrá hacer de este triunfo moral un ejemplo inmortal.
No me voy a engañar, sé muy bien que es una infantil ilusión el suponer que mis palabras puedan llegar a ti, sin embargo me decidí a escribir esta carta abierta como un discreto homenaje a este recuerdo y al deporte que nos une, por ello:
Gracias Marcelo, por recordarle al futbol profesional tan manoseado por los intereses económicos y la corrupción de sus organismos titulares, que la justicia en el deporte no se negocia, aun cuando eso signifique comprometer el ascenso de tu equipo a la liga premier. Gracias por tu anticuada belleza, que honra el espíritu que recorre los corazones de los niños y niñas en las canchas a lo largo de todos los continentes.