Todo este maldito sistema esta mal: taller de aborto antiautoritario

Es posible que, a estas alturas, ya se hablara sobre la necesidad de legalizar: las niñas bien abortamos legalmente, las malas lo hacemos en las peores condiciones. Se distribuyen imágenes que conforman el imaginario de lo clandestino: clínicas sucias, con los trapeadores en el pasillo -llenos de sangre-, guantes quirúrgicos, sin luz, baños sucios, como si las del estado estuvieran en mejores condiciones o las privadas fueran muy accesibles, como si Marie Stopes no cobrara $2900, como si Planned Parenthood no fuera racista, como si en las clínicas legales tampoco hubiera falta de mobiliario o medicamentos, ni un reparto de fichas hasta las 2 de la tarde, ni violencia obstetra, ni enfermeras que te digan: “pudiste evitar esto”. Legalizar el aborto o en su caso despenalizarlo no garantiza un acceso equitativo y no patriarcal. (No entran comentarios de aborto humanista, nos cagamos en eso).

Abortar no es la decisión más difícil que podemos tomar, no es el mal que hay que evitar, porque pasa, y le pasa a cualquiera, use anticonceptivos o no. Lo que lo hace difícil es el acceso y las condiciones: a veces hay que hacerlo a escondidas de la madre, de las hermanas; otras veces, asistimos a clínicas muy caras, cuando el macho está dispuesto a pagarlo, porque su papel de proveedor no cambia en las lógicas de moral lumpenburguesa, pero es lo menos que puede hacer. En la avenida Juárez donde no sabemos que está sucediendo con nuestro cuerpo, solo nos anestesian, y nos dicen que nos practican un legrado, cuando a estas alturas ya es innecesario. La gran mayoría de las veces estamos solas, con las amigas, y hay dos métodos distintos: las pastillas de misoprostol y el ameu. Ah! Pero por un momento olvido que se nos condiciona el acceso a las pastillas, si no es por la receta, es porque no estudiamos medicina. Las lógicas del discurso médico y legal del saber-poder, criminalizan, no, no tienen que ser condescendientes, los hemos visto en redes sociales, en clínicas, en la escuela de medicina, diciéndonos que ustedes podrían darnos las pastillas, pero no lo hacen, porque no estamos capacitadas para eso, que deberíamos estudiar, eso es mantener un conocimiento de manera hegemónica y patriarcal. Abortamos, aunque no nos den sus recetas, sus pastillas, hay farmacias que no piden receta, hay protocolos, hay compañeras.

Abortar es un alivio, los médicos no son de fiar, mucho menos las formas patri-tradicionales de ginecologia medica, que legitima la violencia obstetra, sabemos la historia, la memoria de nuestros cuerpos, se trata de a-r-marse.

Ya los escucho diciendo que hay una norma, la 046, de la secretaria de salud, que es salud del estado, porque todavía son policías, donde nos dan permiso de abortar si fuimos violadas o viene el producto con malformaciones congénitas y pone en riesgo nuestra salud, lo único que logra es la creación de movimientos de calibre protofascista: “salvemos las dos vidas”. Discusión a la que no entraremos ahora, porque son muy básicos y les falta contexto. En fin, regresando a la norma, dicha norma, que al parecer es la única herramienta para defendernos, frente a los ataques machines y al final no sirve de nada, y no porque no hay un acceso garantizado, sino porque nos rebasa el miedo a lo criminal, lo delictivo, lo ilegal, porque les gusta que hagamos las cosas desde el bien, desde el reconocimiento ciudadano, eso no es lo que necesitamos, necesitamos una dinámica cotidiana sin la necesidad de dispositivos estatales.

Para empezar, no deberíamos estar justificando por qué abortamos. Quien nos pida una explicación, se puede formar en la fila de personas que nos la pelan. Pero si se trata de pedir al estado, pues pidamos: ¡venta libre de misoprostol! No necesitamos que nos respeten, ni comunión, ni leyes sociales, ni capitalizar un pañuelo verde, necesitamos vasectomía, que dejen de creer en que su cuerpo es sagrado y no se interviene, si quieren hacer algo, pongan el cuerpo, dejen de compartir imágenes misóginas que dicen: “ni puta por coger”, esa, es la lógica del amo, las putas si cogemos, nos la cobramos, como dice Leonor Silvestri: “puta es el nombre de guerra contra la gratuidad de las tareas por amor”. Ni madre por coger, ni presa por defenderme, por pintar paredes, ni presa por matar al que me violenta, ni muerta en manos de mi pareja. Porque la lógica de peligrosidad social es a partir del comportamiento sexual de nosotras y sin embargo sus herramientas de ataque han sido eliminadas por nuestra brujería antisistema.

La despenalización trae sus condiciones, la legalización solo crea nuevos delitos. El de abortar en casa, el de criminalizar saberes ancestrales, o solo vean que pasa con las parteras y la persecución que hay para con ellas, al fugar del saber médico. Si el aborto no es una enfermedad, ¿por qué quieren que pase por el control hospitalario?

¡Si! Nuestra apuesta es por abortar de manera autónoma, libre, para no parir más. Es aprender a defendernos, porque el patriarcado siempre busca maneras para perseguirnos, el aborto es una de ellas, y despenalizar no significa que el patriarcado se cae, el patriarcado se ha reforzado de leyes, porque quien vive de contar muertas, no nos quiere vivas, más bien, se reconduce, muta de manera más sofisticada, diluida, el poder patriarcal esta entre nosotras con toda su omnipresencia como el aborto, en fin, continuamos con lo nuestro, que es matar vidas de futuros ingenieros. Por otro lado, los hombres no abortan, lo que hacen es abandonar, esos memes están mal también, porque una no aborta vidas, aborta células, embriones, no hijxs. (solo quería aclarar esto, desde mis tripas).

Sabemos que el aborto existe todos los días, no en sus planes o en sus agendas políticas, ni de redistribución de recursos, el pañuelo verde es una estafa que solo da permiso de posar para las fotos, mucho pañuelo verde pocos machos alfa fuera de nuestros espacios y organizaciones, fingiendo estar a favor de nosotras, para que al buscar candidaturas independientes hagan negocio con nuestra sangre. No queremos que funcionarias del Estado tengan pañuelos verdes en tomas de protesta, la experiencia corporal no es botín político, abortamos a plena luz del día, y si morimos, no nos agreguen a las listas de mortalidad materna, ¡porque los úteros no son madres! Poner el cuerpo es quitarse el miedo, es convertir esta vulnerabilidad que me amenaza en tormenta, en su catástrofe, poner el cuerpo es resistir con otras a las formas en las que el sistema nos precariza, cada día más, no pedirle permiso para abortar, no pedirle que nos cuide, no podemos confiar en un estado feminicida, nuestras vidas y sus potencias, no estamos obligadas a nada, ni a continuar un embarazo, ni continuar una ficción, ni ser madres, ni dar explicaciones.

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Menos pañuelo verde, más SCUM, porque nuestro corazón es una bomba, la sumisión a este régimen político es hacer de las potencias privadas, legalizaciones colectivas. Aborto libre en casa y con las amigas, solo en nuestro cuerpo habita la revuelta, ignoremos que somos incendiarias, y dediquémonos aplaudir el incendio.

Taller 8 horas

Taller 4 horas

Temática:

1.- Legalidad

2.- Discurso médico- dispositivo de regulación corporal

3.- Acompañamiento salva vidas.

4.- Sanación, depresión post aborto. ¿Why?

En el taller se desarrollarán las herramientas primeras y necesarias para llevar a cabo un acompañamiento, pero teniendo en cuenta todo el contexto necesario y nos permita accionar y acompañar.

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2 comentarios

  1. Nora
    25/02/2019 at 17:34

    No queda claro la fecha y lugar del taller. ¿O está en proyecto?

  2. Gris
    04/03/2019 at 10:45

    Hola!
    Me gustaría más información sobre el taller.