La elegancia del chapopote, en la obra desconocida de Rufino Tamayo
Rufino Tamayo renovó el arte gráfico en Estados Unidos, con materiales como el chapopote abrió nuevos caminos de expresión artística, además de contribuir a restablecer el prestigio de la litografía como una disciplina contemporánea.
Rufino Tamayo es uno de los pintores mexicanos más reconocidos a nivel mundial. Su legado pictórico trasciende las fronteras nacionales debido a la calidad y el contenido de su obra. Como artista, éstas no fueron las únicas fronteras que trascendió, pues desarrolló un corpus en diferentes formatos gráficos, dejando en cada pieza un modelo de sofisticación y elegancia, como señala Juan Carlos Pereda Gutiérrez, subdirector de Colecciones y curador del Museo Tamayo Arte Contemporáneo.
El museo que resguarda la obra del pintor, mantiene en exhibición la muestra Rufino Tamayo en el Tamarind Lithographic Workshop, un esfuerzo curatorial que pone énfasis en la extensa obra gráfica que Tamayo realizó en pararelo a sus pinturas. El artista no sólo se expresó en todas las técnicas existentes, sino que incluso creó una técnica propia: la mixografía. Con ésta logró grandes aportes para la renovación del campo del arte seriado tanto en México como en Europa y Estados Unidos.
Para mostrar esta extensa producción gráfica, el museo Tamayo, además de tener una sala dedicada a la obra de Tamayo con acervo del recinto, presenta un recorrido por los últimos 20 años de creación del artista. La sala permanente se mantiene en constante renovación pues temporalmente se colocan algunas obras de colecciones privadas, a las cuales se suman piezas de arte gráfico, con el objetivo de que el público siempre encuentre una novedad, explicó Pereda Gutiérrez en entrevista para el INBA.
Respecto a la exposición Tamarind Lithographic Workshop, que lleva el nombre del taller y laboratorio de experimentación en el que participó Tamayo en Estados Unidos, donde se buscó la creación, investigación, valoración y distribución de la litografía, con el objetivo de abatir las circunstancias críticas por las que atravesó esta disciplina a finales de 1950 en dicho país.
En 1964, el artista fue invitado al Tamarind Lithographic Workshop de Los Ángeles, California. Es así como, con un patrocinio de la Ford Motor Company, entre octubre y noviembre de ese año, el reconocido artista mexicano creó 26 litografías con un reducido tiraje de 20 ejemplares.
Juan Carlos Pereda Gutiérrez indicó que, en esas obras, Tamayo experimentó con gran soltura y libertad y, al mismo tiempo, trabajó con una sofisticación y sentido estético que recogió toda su experiencia con el arte prehispánico. Realizó un diálogo con lo contemporáneo, dando como resultado un grupo revolucionario de gráficas de pequeño y gran formato.
“En el último momento, próximo a regresar a México para recibir el Premio Nacional de Artes, interrumpió el proceso de experimentación que estaba llevando a cabo y se le ocurrió usar un pedazo de papel madera con chapopote y con esto logró algunas de las obras más extraordinarias, no solamente salidas del Tamarind, sino de toda la historia de la gráfica en México, como Hombre transparente, donde logra cosas increíbles con un solo trozo de papel enchapopotado”, relató Pereda.
Además, se valió de materiales que aportaron cualidades diversas a la expresión formal: lápices, crayones, barras litográficas de diferente consistencia y color, tusches aplicados de distintas maneras, pastas, calcos y herramientas inventadas por el artista que dieron lugar a singulares efectos. Su mayor aporte, sin embargo, fue sumar ciertos accidentes técnicos para integrarlos como elementos estéticos.
Cuando Tamayo terminó de hacer este trabajo en el Tamarind, los museos interesados en obra gráfica contemporánea como el Albertina de Viena, el MoMA o el Metropolitan inmediatamente adquirieron algunas de estas piezas. Por ello, este grupo de litografías es muy difícil de ver, mencionó el curador, porque la mayoría pertenecen a colecciones privadas.
En su paso por el taller, Rufino Tamayo renovó el arte gráfico en Estados Unidos, y abrió nuevos caminos de expresión artística, además de contribuir a restablecer el prestigio de la litografía como una disciplina contemporánea.
Con información del INBA.