López Obrador sería mayor peligro que Bolsonaro para la democracia liberal, dice el Financial Times

En días recientes se publicaron dos textos en respetados medios financieros internacionales en relación a la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. Por el perfil de las publicaciones, Financial Times y Wall Street Journal, el énfasis de estos contenidos es acerca de la certeza económica alrededor del nuevo gobierno y su impacto en la imagen de México ante el mundo aunque el presidente electo [si somos estrictos] no ha tomado decisión ejecutiva alguna.

Aunque estos artículos tienen poco o nada de información novedosa para aquellos entusiastas de la política en nuestro país, pero son una ventana a cómo la prensa internacional especializada observa a López Obrador. El resultado no es agradable, más bien se va al horror y exige un gran salto de fe para los mexicanos. Resulta también peculiar el análisis, porque los dos medios no precisamente son controlados por la denominada prensa fifí que AMLO ve como la gran villana de su narrativa en México.

Para empezar, ambos contenidos nos hablan de la similitud de López Obrador con Jair Bolsonaro a partir de la popularidad con la que ganaron la elección, sin dejar de lado la diferencia notable por la que algunos se dejan llevar para no equipararlos: el brasileño tuvo una campaña donde presumió mano dura y los cantos misóginos u homofóbicos fueron el común denominador, mientras que el mexicano es visto como un hombres de izquierdas que está en contra de la corrupción.

Debajo de esto, especialmente en el texto del Financial Times por John Paul Rathbone, se señala que mientras los dos llegaron al poder con un enorme bono democrático, AMLO sería más peligrosos para la democracia liberal debido a que estaría gobernando junto a diversas mayorías elegidas gracias a su imagen durante las elecciones y emanadas de la misma coalición, que hoy en día se ha desdibujado para más bien colocar a Morena como el partido hegemónico, mismo que absorbió legisladores del antiguo aliado de su más grande enemigo y que no están dispuestos a negociar ni con sus aliados de la campaña.

A pesar de este poder político sobre el legislativo y el control estratégico de la capital del país, a Rathbone le parece espeluznante el uso de consultas populares sobre inversión pública, como el tema de refinerías, trenes turísticos y el nuevo aeropuerto. El corresponsal del FT apunta aspectos que son conocidos por los lectores de Tercera Vía: son encuestas pobremente organizadas, en zonas donde Morena tuvo preferencia y su participación es miserable con menos del 1% del padrón electoral. El analista expone algo arriesgado pero posible, al argumentar que hoy las consultas se usan para esos fines pero el día de mañana podrían servir para validar alguna posibilidad de reelección con el pretexto del mandato del pueblo y que finalmente sean planchada en el Congreso, con esa justificación moral.

Aunque el asunto del NAIM es tocado también por el FT, el ejemplo catastrófico de los efectos de las consultas encargadas por alguien que todavía no está al mando del ejecutivo es expuesto a detalle por David Luhnow y Robbie Whelan en el WSJ: se está espantando a los inversores y la Bolsa Mexicana de Valores ya está sufriendo las consecuencias de gobernador a base de consultas. Los redactores presentan también la ironía de haber cancelado el proyecto aeroportuario con la premisa de que era corrupto y que costaba demasiado, cuando se pagarán multas billonarias y se pactará con los mismos contratistas para próximos proyectos. Los mismos que en la otra obra eran sucios.

El artículo del WSJ cita extensamente a Walter Molano de BCP Securities, quien recomienda a los inversionistas que huyan de tierras mexicanas luego de fiascos como el del NAIM o que se realicen consultas para saber si se empiezan obras ya planeadas y comenzadas (Tren Maya).  Es decir, el señor Molano no es fanático de las vaciladas.

La cereza del pastel, relatan Luhnow y Whelan, es que los cuadros que hoy trabajan en instituciones como el Banco de México y Secretaría de Hacienda podrían dejar sus puestos al ver capado su ingreso por las políticas de austeridad, en otra ironía: México los formó con becas y experiencia, y ante la falta de remuneración esperada, estos especialistas huirían a dar sus servicios en el sector privado. O lo que es lo mismo: México le pagó su educación a los próximos ejecutivos de los bancos internacionales.

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Otra ironía, apuntada por el FT, es que al final Bolsonaro ofrece un Brasil más atractivo para las inversiones (aunque no tiene mayorías como AMLO en el Congreso e incluso considera descentralizar el poder), mientras que el WSJ complemente que algunos asesores de inversionistas estarían sugiriendo ver a Brasil en lugar de México. Esto en un contexto donde Bolsonaro tendía una falta de poder político que lo obligaría a negociar con la oposición desde la sociedad civil y el poder legislativo, mientras que el caso de AMLO sería muy diferente debido a su mayoría en el Senado y Cámara de Diputados.

Concluye Rathbone en que el éxito de AMLO sólo sería posible con un gobierno basado en la transparencia y el respeto a los debidos procesos, en lugar de un uso discrecional del poder bajo el mando de un régimen. “Parece más lo segundo”, dice el columnista del FT.

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