Mujeres en resistencia frente al extractivismo
Por Adriana R. Aguilar Melo 1Colaboradora del colectivo Alterius y Estudiante de doctorado en biología, Universidad de Sherbrooke..
Esa mañana hubo música compuesta de voces femeninas, cantos, risas, sollozos, abrazos, lluvia y calor humano. La primavera finalmente se hacía presente en esta ciudad del norte del continente americano.
El fin de semana del 27 al 30 de abril hubo otro encuentro internacional de mujeres, esta vez en Montreal, Canadá. Digo “otro” recordando el llevado a cabo el pasado 8 de marzo en el caracol zapatista de Morelia en Chiapas, México. En esta ocasión, el objetivo fue más específico; aquí muchas mujeres de diversas partes del mundo compartieron durante tres días experiencias de lucha frente a proyectos de extractivismo, sobre todo frente a empresas mineras y con especial atención a las mineras canadienses. Sí, el encuentro se realizó en ese país del que salen muchos proyectos mineros a instalarse en paraísos fiscales y en tierras prometidas a costa de la vida; aunque se nombraron también empresas chinas y suizas. Estas mujeres de dentro y de fuera de Canadá, vinieron a decir ya basta. Son mujeres que cansadas de ser víctimas comenzaron a actuar en sus comunidades con otras mujeres, a veces también con hombres. Son mujeres que suelen enfrentar acciones de desprestigio y difamación por parte de los empresarios y de sus gobiernos. Es así como muchas veces ellas han tenido que luchar sintiéndose solas dentro de sus comunidades divididas y acompañadas de muerte.
-Acérquese alrededor del fuego-, dijo la voz de Shannon acompañada de su enorme espíritu. Es la ceremonia del fuego como se hace en algunas de las llamadas primeras naciones en Canadá. Shannon nos explica que esta ceremonia es de purificación y para pedir por nuestra gente querida, por nuestros pueblos. Para ello, otra hermana, como aprendimos a llamarnos entre nosotras aquí, recorre el círculo de mujeres bañándonos del humo que emana la salvia que descansa en una concha de caracol. Otra hermana nos regala un poco de tabaco que guardamos en nuestra mano izquierda, del lado del corazón. Una hermana más, llena con agua una taza metálica, ora al creador y después pasa compartiéndonos un sorbo de agua. – Esto -, dice ella, – nos recuerda que somos protectoras del agua -.
El agua, ese elemento sagrado de vida en el planeta Tierra. Pero, así como podemos hablar del agua, podemos hablar de los bosques, de las selvas, del conocimiento y de los derechos humanos. Todos, de alguna manera son extraídos diariamente de diversos territorios. Todo ello nos lleva al tema central de este encuentro, la extracción de los llamados recursos naturales como el agua, la madera, los minerales, el suelo… en fin, lo que se pueda retirar del territorio, incluyendo conocimientos, sueños, amor propio y vidas. Esto es lo que muchas mujeres de todas las esquinas del mundo viven diario.
Pasos y rostros
Elsa entró a la sala del evento con una sonrisa plena y una voz suave que portó un mensaje poderoso que a su vez originó escalofríos en el cuerpo más de una vez. Ella vino como representante de la Unión Latinoamericana de Mujeres. Elsa bajó montañas desde su comunidad en Perú con su espléndido vestido de mil colores y lentejuelas. Para llegar aquí, a más de 6 mil 500 km de su casa, pasó dos días de viaje en los aires con largas escalas y una cancelación de vuelo en medio. Pero eso no se compara con que ha sido blanco de hostigamiento y acoso social y político por su labor como defensora de derechos humanos.
Lorena llegó temprano al evento, siempre comunicando con amor para sanar los cuerpos sin olvidar la indignación. La fortaleza en su corazón la mantiene en la lucha por la salud del cuerpo-territorio. Lorena, se dedica al feminismo comunitario territorial y es miembro del grupo de sanadoras ancestrales. Ella expresa que esta lucha no es simplemente contra la minería, las presas hidroeléctricas u otros proyectos de extracción, sino es también una lucha contra el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo, y el neoliberalismo.
Viviane es una mujer Inuit de la provincia de Québec y presidenta del grupo de mujeres autóctonas de Québec (Femmes Autochtones du Québec). De ella me llevo una frase que refleja muy bien los intentos de los gobiernos y a las empresas para hacer creer a la gente que están de su lado: « Merci, si tu me considères ta soeur, defendes-moi », « Gracias, si me consideras tu hermana, defiéndeme ». Esto se lo dijo a un miembro del gobierno cuando este la llamó hermana en una reunión para discutir el tema de proyectos mineros cerca de su comunidad. Y es que llamarse hermana o compañera no es cualquier cosa, en esa palabra debe haber respeto que trasciende desde la escala personal hacia la colectiva.
Como ellas, muchas otras mujeres vinieron a compartir sus palabras, sus experiencias, sus dolores, sus pequeños triunfos. Todas estas mujeres que hablan diversos idiomas, que portan diferentes colores, que se mueven distintamente, tienen en común experiencias de despojo en sus comunidades, comunidades divididas, comunidades indígenas y rurales, con bajo o nulo acceso a la educación, a servicios de salud, a seguridad social y económica. Si estas condiciones ya existían en sus comunidades antes de que los proyectos extractivos llegaran, empeoraron a su llegada bajo la promesa de un desarrollo. Estas situaciones, señoras y señores, se repiten con variaciones contextuales y de paisaje a través de rincones en África del sur, Brasil, Camboya, Canadá, Colombia, Ecuador, Filipinas, México, Nueva Guinea, Perú, Turquía, Tanzanía … En fin, esto pasa donde haya suelo fértil y promesas de riqueza para los que ya tienen grande capital económico.
Defensa de la tierra y espiritualidad
Entre los círculos de discusión y los talleres se dejó ver también un círculo sagrado como homenaje a Berta Cáceres, ambientalista hondureña que sufrió feminicidio territorial en 2016 mientras luchaba por la defensa del territorio y por los derechos de los lencas. En ese mismo círculo, muchos nombres de otras mujeres asesinadas en luchas fueron escritos. Alrededor de ese círculo Yvone, de Sudáfrica, nos invitó a recordar y pensar en los ancestros africanos.
En este evento aprendí que la espiritualidad es trascendental e importante en la continuación de las luchas, en la defensa del territorio y de la naturaleza. Muchas de las mujeres presentes tienen una conexión profunda con sabidurías milenarias de su entorno, conocimientos aprendidos de sus madres, de sus abuelas, y estas a su vez de sus madres y abuelas. Conocimiento que se pierde al mismo ritmo que sus territorios se transforman en campos extractivos. Pero de acuerdo a la experiencia de muchas mujeres aquí, hay esperanza en los jóvenes, ellas han sido testigos de que las nuevas generaciones en sus tierras tienen esa consciencia ambiental, el entusiasmo y adaptación al presente que pueden ayudar a encontrar mejores maneras de vivir. Además de la conciencia espiritual, estas mujeres reconocen la importancia y la necesidad de la ciencia siempre y cuando sea ética y respetuosa con las comunidades. Este encuentro es una semilla más que al permitir el intercambio de experiencias de lucha, generar manifiestos, acuerdos futuros y hermanarse con otras mujeres fuertes, permite el fortalecimiento de proyectos para la defensa de los territorios y con ello de la madre tierra.
Mezclamos entonces cuatro cucharadas de tierra, añadimos 12 kg de voces provenientes de diversos orígenes, humo de salvia, un kilogramo de tabaco, una taza de agua, oraciones y cantos al agua, a los ancestros, a mujeres que han muerto en luchas, dejamos reposar tres litros de lágrimas de esperanza, dos litros de lágrimas de dolor, y otros tres de alegría por encuentros y reencuentros. Obtenemos entonces una poción energética renovadora que hermana y más amor por la vida. Las luchas continúan y se fortalecen.
Si te interesa sumarte y apoyar esta importante lucha ingresa a Femmes en Résistance.
Referencias
↑1 | Colaboradora del colectivo Alterius y Estudiante de doctorado en biología, Universidad de Sherbrooke. |
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