Del #Mayday al Cinco de mayo: Guacamole, margaritas y tequila… oh yeahhh

#INmigrantVOICES

#5demayo #CincoDeMayo #Mayday #DayWithoutImmigrants #ImmigrantsFeedAmerica

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Cada que pongo un pie en los Estados Unidos me convierto en ‘latina’, palabra no muy cercana a mi cotidianidad. Aunque me parece un tanto brusco (eso de llegar a un país y que le pongan a uno un título que lo clasifica socioeconómicamente, que parece ponerle a uno sombrero y un poncho mexicano para la foto y que arrastra un montón de mercadotecnia de baja monta), no me causa tanto escozor, quizá porque llegó un grupo llamado Proyecto uno y me lo vendió en un merengue. Según señalan algunas fuentes, el término ‘latino’ fue acuñado durante el gobierno de Nixon para contabilizar la población de diversos orígenes:  

“El peso de los hispanos en Texas y su influencia en esas elecciones empujó a Nixon a contabilizar la población de origen latino en el país. Aunque la mayoría eran mexicanos, películas como West Side Story (1961) ya hablaban de los puertorriqueños de Nueva York. Había que encontrar un término que definiera a los dos (…) Antes de introducir el término ‘hispano’, la Oficina del Censo Estados Unidos sólo ofrecía las posibilidades de declarar que el ciudadano era de raza blanca, oriental, negra o indígena. Los comités de la Casa Blanca se centraron en elegir entre ‘hispano’ o ‘latino’, en un debate que continúa todavía hoy y en el que los hispanos de Estados Unidos tampoco se ponen de acuerdo”. [1]

Lo cierto es que lo “latino” o lo “hispano” toman figura social y política en el contexto norteamericano
Lo cierto es que hoy en día el concepto es reducido por muchos estadounidenses a simplificaciones obscenas entre el guacamole, el tequila y el chachachá… o a estéticas “pintoresca” del trabajador con casco, detrás del mostrador o cuidando los jardines, sonriente, tan amable y dulce. Quizá algunos otros pueden declinarse por la versión de la política más taquillera del momento, la del inmigrante peligroso (inserte aquí su propia onomatopeya). Mientras que alguna minoría que ha visitado Latinoamérica o tenido acercamiento con su gente (más allá de pagarles), se atreven a sostener que sí, que efectivamente hay una riqueza social y cultural no estandarizable (…y hay que ver lo mucho que les gusta a ellos los estándares). Lo cierto es que lo “latino” o lo “hispano” toman figura social y política en el contexto norteamericano. En la América latina no tenemos ni latinos, ni hispanos caminando por las calles, porque a pesar del rasgo fundamental del lenguaje, nuestras construcciones culturales tienen tantos elementos y matices que no se limitan a uno de los muchos idiomas que se hablan, esto sería como llegar al punto de  llamar “ingleses” a todos los estadounidenses porque hablan el inglés. También por estos lares uno se viene a enterar que existen, además, ciudadanos mexicoamericanos: ¡OMG!…¡¿Entonces yo he vivido entre mexicoextraterrestres?! Y no es que uno muera por defender el santo nombre que heredamos de aquellos otros tiempos de la entrada de Americo Vespusio, pero vaya que existen connotaciones y consecuencias políticas en el presente.

En la América latina no tenemos ni latinos, ni hispanos caminando por las calles,

San Francisco, como otras ciudades de los Estados Unidos, es una ciudad de contrastes como el tener cerca una cuna de elementos tecnológicos novedosos (dentro de una  generación neoliberal) y las tremendas desigualdades y esquizofrenias que brillan en los ojos de cada uno de los habitantes de la calle que abundan en sus espacios públicos. Por otro lado, la coyuntura política actual ha metido a las agendas políticas locales en la disyuntiva de la resistencia vs la construcción, en donde la resistencia (que integra marchar, defender y resolver problemas pragmáticos: del miedo, de la indocumentación, del dinero o la comunicación, de la posible eliminación del ObamaCare …) quita mucho más tiempo del que se podría dedicar a la construcción de alternativas o propuestas políticas. En San Francisco es inevitable pensar, ¿cómo es que la población americana[2] que habla castellano no tiene mayor peso en las políticas públicas, políticas educativas, economía y planes de desarrollo?

¿Cómo es que se ha llegado a tal nivel de simplificación y pérdida cultural? ¿Cómo es que esa historia social plasmada en el nombre de sus calles y espacios tiene tantos significantes sin significados? Como visitante no dejan de ser conmovedoras las historias de quiebres familiares (y más conociendo a fondo las situaciones de violencia de todo tipo que empujan a muchas personas a abandonar sus regiones de origen) y las muchas pesadillas que encuentran en el camino (como el infierno que es para muchos cruzar por México).

Sin embargo, en un encuentro previo al #Mayday que nombramos como #INmigrantVOICES, Gato, un artista y trabajador mexicano comenta que hay muchas ganancias en la organización desde la ciudadanía: “nos pega el tema migratorio y nos duele, pero si vemos más allá la situación de este país, a la clase media de local le importa un carajo el concepto de democracia más allá del tema electoral, si la clase dominante les dice ‘vamos contra los migrantes’, ellos hacia allí van, aún a costa de sus propios intereses, porque saben que el trabajador migrante les cobra más barato. Pero los, por lo menos, 30 millones de migrantes tenemos grandes oportunidades, más allá de las dinámicas electorales (que es cuando algunos toman en cuenta el tema migratorio), nuestra actividad política ciudadana desde unos años para acá ha sido constante, estamos construyendo una red comunitaria, es más un trabajo desde la amistad y la familia, aunque nos falta más organización. También ahora llegan más profesionistas, trabajan en temas administrativos y tienen más influencia política. Por otro lado, la izquierda de los Estados Unidos tiene abandonado el tema migratorio de sus agendas, prefieren quedan bien con los demócratas progresistas”.

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Parece que pocos quieren asumir el costo político interno de atender el asunto migratorio de forma activa.

En lo que respecta a las políticas partidistas, desde las campañas electorales de Barack Obama y Mitt Romney se realizó publicidad electoral dirigida a latinos. Lo que es claro es que más allá de un doblaje o de unos rostros latinos, o de incluso del trabajo relevante de Héctor Sigala en la campaña política de Bernie Sanders, en los Estados Unidos no hay representaciones políticas fuertes de la comunidad americana no estadounidense. La población de origen latinoamericano en los Estados Unidos (la censada y sin contar las segundas y terceras generaciones) equivale a por lo menos un 18% del total de la población, y según NALEO (Directorio Nacional de Funcionarios Latinos Electos), para el 2016,  la comunidad tenía un total de 3 senadores (dos republicanos y un Senador Jr demócrata), 20 representantes, 7 oficiales estatales, 50 senadores, 157 representantes estatales que sumado a funcionarios de condado, municipales, empleados judiciales u oficiales especiales de distrito suman 6176 funcionarios públicos[3]. En las reuniones previas al #MayDay en San Francisco algunos asistentes reían al preguntarse si Marco Rubio era entonces la mejor “representación” de la fuerza e influencia política de los latinoamericanos en ese país. Realmente hay una subrepresentación de este importante componente de la nación estadounidense en el Estado.

Para muchos migrantes el problema de la oxidada y monolítica política estadounidense, con una democracia “representativa” controlada por élites políticas, blancas, ricas de todo lo que le han extraído al mundo, también es su problema. Además de los trinos xenófobos de la administración de Trump, la desvalorización social y cultural permean de forma cotidiana a muchas comunidades de migrantes, no sólo hacia quienes provienen de las diversas regiones americanas.

En #INmigrantVOICES, Susana, una docente colombiana que vive en Palo Alto, comentó:

“Para muchos es prioridad saber cómo se pueden solucionar problemas de status a nivel legal, porque la realidad diaria de algunos es ‘estoy atemorizado porque me pueden deportar’. Pero no perdamos de vista otra realidad: las consecuencias a 10 o 20 años. Para mí como profesora es inevitable no pensar en las profundas secuelas que este tipo de política y realidad tienen, (los hijos de migrantes) son niños y generaciones con conflictos de identidad,  a los que se les está negando su lengua, llegan a los colegios con mal manejo de inglés y del español, sus padres les hablan en español en casa y llegan a aprender inglés en la escuela, pero tampoco en esta lengua tienen apoyos adicionales en casa. El contexto los aísla de su grupo porque tampoco les enseñan un español adecuado, hay chicos que llegan a abandonar la escuela por falta de acompañamientos didácticos suficientes, se quedan perdidos en el obstáculo lingüístico. Algunos hablan español pero no manejan la lectoescritura, no se da una cultura letrada, una educación en las letras que les permita una mejor educación. El súper poder que tienen es al mismo tiempo su maldición, porque si ellos se pudieran graduar de la escuela manejando inglés y español eso les abriría un mercado laboral y educativo muy amplio, porque hay una demanda de gente bilingüe, pero es como si el sistema mismo lo evitara.

Otro problema son los costos de vida, hay familias donde papá y mamá tienen tres empleos para poder mantener a sus hijos, obviamente subempleos porque por las condiciones legales no pueden acceder a salarios y prestaciones justas. Entonces, tenemos una juventud abandonada, ¿quién los ayuda con tareas?, ¿quién los acompaña? Realmente parte el corazón, porque si el punto de muchas personas al abandonar su origen y aventurarse en otro país es dar un mejor futuro, la comunidad se tiene que consolidar de tal manera que digamos SÍ, les vamos a dar un mejor futuro, además de tener el derecho de adquirir una herencia cultural sin negar sus orígenes, sin rechazo, sin estigmas.

El californiano puede ser políticamente correcto en temas como ‘serviste gluten en una fiesta donde hay gente que no lo come, estás siendo insensible…’ pero realmente hay mucha falta de sensibilidad racial, a la señora que nos hace la comida no le pagamos prestaciones, le pagamos un sueldo gota a gota, porque habla español, porque no tiene papeles”.

En este mismo sentido, parece que incluso los hijos de migrantes latinoamericanos nacidos en ese territorio siguen siendo ‘latinos’. Evelyn, una maestra mexicana y  luchadora social, afirma:  

“los niños no pasan a ser ciudadanos con iguales condiciones por haber nacido en USA, pasan a ser migrantes de segunda generación y siguen cargando con los estigmas, con las etiquetas”.

En este contexto, Mayo inició en San Francisco con las actividades y marchas de protesta del #MayDay, que contrastan con el bombardeo de propaganda, en bares y centros de entretenimiento, relacionado al Cinco de Mayo, la fiesta que para muchos estadounidenses representa tequila y burritos, ouhhh síí. En 2014, el Cinco de Mayo fue el día en el que se bebieron más bebidas alcohólicas fuera de la temporada invernal, lo que representa una paradójica apropiación comercial de una fecha histórica conmemorativa e importante en el contexto mexicano. La Batalla de Puebla, el nacimiento de Ignacio Zaragoza en Texas y lo que esta celebración representó para la comunidad mexicana en Texas, incluso para la Estadounidense en ese momento, se convierten en una oportunidad de Marg(a:)ritas. En México ha sido noticia esta semana la decisión de Trump de no encabezar el festejo del Cinco de Mayo que se celebra en la Casa Blanca desde hace 16 años (yo francamente sí lo veía cantando ese día “la cucar(a:)cha , la cucar(a:)cha”).

El diario mexicano Animal Político retoma las declaraciones de Félix Sánchez sobre el tema: “La decisión de la Casa Blanca de renunciar a la celebración del Cinco de Mayo es otra bofetada para muchos mexicoamericanos y latinos. En vez de abrazar la herencia multicultural de nuestra nación, estamos profundizando las divisiones, y no buscando un terreno común”, dijo a este diario Félix Sánchez, presidente y co-fundador de la Fundación Nacional Hispana para las Artes (NHFA, por su sigla en inglés)[4].


En San Francisco, a las 11 de la mañana, al menos unas cinco mil personas salieron a las calles, era posible ver algunos grupos formalmente organizados, mientras que muchos marchaban por su cuenta. La salida fue desde la plaza Justin Herman por la calle Market hacia la plaza Civic Center. En el punto de concentración dos mujeres (en español e inglés) proclamaban:

“Este día la Coalición 1 de mayo se solidariza con los trabajadores en lucha, con todas las comunidades inmigrantes, con la comunidad musulmana, con las comunidad LGBTQ, con las mujeres, con la comunidad negra y todos aquellos bajo ataque, también contra la guerra y en contra de la intervención norteamericana en cualquier rincón del mundo. Y hace un llamado a todos los aquí presentes a no desbandarse, a seguir despiertos y activos, porque sólo nuestra contínua participación y lucha será posible el éxito de nuestras demandas”.

La marcha tenía una notoria mayoría mexicana, pero también algunas banderas del Salvador, Venezuela, Colombia, Perú, Puerto Rico… algunos negros (cabe señalar que en mi América decirle a alguien negro no es ofensivo, por el contrario, para muchos su color de piel es motivo de orgullo) miembros de comunidades LGBT y algunos “güeros”; danzas mexicas, olor a copal, mariposas monarcas humanas, alegría. El May Day —que conmemora cuando en el Chicago de 1886 40 mil empleados se declararon en huelga y se enfrentaron con la policía — es un día muy latino.

“También somos seres humanos”, “no illegal, no burritos”, “el amor es la respuesta” “nuestro trabajo también construye este país”, “Stop Trum/Pence y su fascismo”… hasta consignas en contra del muro,  contra el ICE, sobre la criminalización del migrante, a favor de los santuarios, entre otras. Los diversos niveles de lucha y exigencias en las pancartas.   


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Respecto al contexto migratorio actual en los Estados Unidos, Evelyn, quien junto con el Gato y muchos otros también fueron parte activa del grupo YoSoy132BayArea [5] comenta:  “El reconocimiento de quiénes estamos aquí y de dónde venimos es básico, acercarnos a los otros, con la claridad e información precisa. El saber que como inmigrantes tenemos derechos, que hay procesos legales que nadie se puede saltar. Hay que educarnos y hacernos conscientes. Este momento ha sido marcando por el racismo, es fundamental hacer redes y compartir información. Algunas veces los niños tienen ansiedad por perder a sus padres, esa generación está sufriendo por el miedo, lo quieran o no, lo elijan, ellos ya tienen el estigma”.  

También está el discurso es de falacias, “¿si nos les gusta qué hacen aquí?, ¿acaso estarían mejor en su país? Es nuestra tierra, ustedes (los otros) son quienes tienen que adaptarse”. Una negación constante, que por lo menos en la historia de California, no reconoce la realidad pluricultural ni la historia misma de la conformación del estado. Aunque calles y espacios llevan nombres en castellano, aunque en cada esquina hay una taquería, no encontrará usted un norteamericano que pronuncie adecuadamente las palabras que nombran esos lugares o comidas.

Carlos, antropólogo colombiano, quien también se dedica a la docencia, señala: “No se es migrante en el espacio sino también en el tiempo, cuando uno llega a los Estados Unidos llega con todo su bagaje cultural, la segunda generación aprenden en el colegio y calle elementos de la cultura local, pero en su casa siguen teniendo elementos culturales de sus padres, las terceras generaciones están mucho más adaptadas, pero no dejan de tener el estigma de migrantes”. Carlos es maestro en una escuela, y cuenta que cuando pregunta a sus alumnos estadounidenses para qué quieren aprender español es recurrente que respondan: “Porque cuando sea jefe de negocio quisiera poder comunicarme efectivamente con mis empleados. Eso parece ser bien visto en este contexto”.

Y es que en la geopolítica actual, (un poco más compleja que la tectónica de las placas), se enseña en las escuelas de México que este país pertenece a Norteamérica (un muro cultural hacia Centroamérica con más fuerza simbólica que el de Trump con México). En México reconocemos que el muro más fuerte del gobierno estadounidense es México. No menos de 60 mil migrantes centroamericanos desaparecidos en su intento por llegar a los EUA da cuenta de esto. Por su parte Norteamérica, parece contener dos grandes territorios, Canadá y América (donde viven los únicos americanos, los de USA). Susana menciona que en Estados Unidos hay cartografías que incluso nombran todo lo que está por debajo de los Estados Unidos como: latinamerican.

En opinión de Carlos es increíble también que los Estados Unidos del SXXI sigan etiquetando a las personas que entran al país, como en las formas del Homeland Security en donde se pregunta a qué tipo de raza se pertenece: “Luego sigue la confusión, ¿usted es latino o hispano? Elementos étnicos, raciales y lingüísticos en una misma categoría en la que el gobierno pretende calificar con falacias, haciendo “perfiles raciales”, visiones xenofóbicas, ¿dónde quedó la ciencia? Creo que a los estadounidenses hay que enseñarles que nosotros pertenecemos al mismo continente y somos de la misma “raza” (jajaja). Esta definición de hispanoparlante es puro miedo cultural, a la otredad, miedo a atreverse a conocer al otro. Por ejemplo, el tema de la cultura gastronómica californiana, que es básicamente mexicana. Hay que revalorar lo hispanoparlante, incluso superar la propia segregación como americanos de diversas regiones, romper primero esos matices de separación nuestros”.

Para concluir, creo en que el evento y en la atmósfera general se delimitan grandes retos. Por un lado, la revaloración desde el propio tejido social de los migrantes de todas las regiones de América de sus propios patrimonios culturales,  así como el reconocimiento del poder y las enormes posibilidades que un trabajo multicultural de ciudadanos puede ofrecer a este país. #INmigrantVOICES fue sólo un ejercicio de las muchas reflexiones y acciones producidas alrededor del #Mayday, pero dibujó importantes puntos en el debate del qué hacer para cambiar la realidad y las tremendas desigualdades en todas las Américas.

Comparto aquí algunas de las reflexiones fruto del diálogo colectivo:

  • El reconocimiento de que “las semillitas son importantes, los pequeños logros”.
  • No se puede quedar todo en salir con la pancarta un día, es cotidianamente cuando tenemos que construir la red comunitaria.
  • Desde las Américas y las diversas izquierdas/derechas se traen muchas polarizaciones, pero aquí hay más temas en común en los que debemos avanzar juntos. Quizá no en todos, pero en los que podamos.
  • El avance se mide en qué tanto logramos como comunidad, hay que dejar al lado los sectarismos que traemos desde nuestros muchos países. Si nos damos cuenta que frente al ICE todos somos iguales, lograremos unir esfuerzos.
  • Si por allá llueve, por aquí no escampa. Reconocemos también la violencia que obliga a salir a las personas en muchos países países expulsores, incluso la violencia extrema que acompaña este proceso y recorrido.
  • No todo el mundo tiene que salir con el letrero a las marchas, sino asumir roles que permitan que el tejido se reconstruya. Tampoco son las únicas formas de manifestarse.
  • Hay que aprender que se tienen derechos y no reproducir información no confirmada. No hacerles el juego a las políticas del miedo.
  • Surge la pregunta de: ¿cómo nos quitamos esos estigmas? La importancia del humor, de la risa, de la capacidad de imaginación.
  • Es clara la violenta y el desdeño de muchos gobiernos de los países de orígenes, que aun en casos como México, no derivan en posiciones gubernamentales de apoyo real a las diásporas que migran, incluso que no reconocen ni responden con políticas públicas al gran ingreso fruto de las remesas.
  • Es importante el reconocimiento de las diversidades culturales migrantes en USA, hay que tratar de entender las realidades de judíos, musulmanes, asiáticos, e incluso de otros americanos como los cubanos o los boricuas, es distinta.
  • Es importante parar la reproducción de políticas de miedo y desinformación. Una consigna de las marchas en Chicago fue: “el miedo paraliza y la buena información organiza”.
  • Mientras existan estructuras políticas tradicionales que ostenten el poder, es loable pensar que alguien tiene que dar la lucha y representar a las comunidades migrantes en esos espacios. Pero quienes no quieren dar la lucha por este lado, en cada espacio que se teje comunidad también se crece políticamente como ciudadanos con poder.
  • Algunos mencionaron la importancia de la creación de un partido de Latinos.
  • Sobresalió la importancia que los colectivos aprovechen los recursos tecnológicos y que se hagan sustentables. “Independencia económica es independencia política”.
  • La importancia de meterle mucha creatividad a la lucha política transversal, no de reproducir lo mismo, porque de lo mismo nos hemos agotado.
  • No sólo se trata de romper estereotipos, sino de compartir lo que sabemos. Hay que conocer y reconocer las organizaciones que ya trabajan y apoyan estos temas.
  • Es importante construir diálogos distintos con los ciudadanos estadounidenses de origen no latinoamericano, compartir lo que somos desde otras posturas que valoren las riquezas sociales de cada grupo.

¡Aquí no estamos “descubriendo América”, sólo reconociéndola!


Agradezco al Gato, Evelyn, José, Carlos, Susana, Alejandro, Ricardo, Juan… por estas reflexiones conjuntas.


[1] http://blogs.elpais.com/usa-espanol/2010/06/latinos-en-california-hispanos-en-texas.html

[2] Cuando escribo ‘americana’, me refiero a  que es de América, no sólo de los Estados Unidos.

[3] NALEO Educational Fund, 2016 National Directory of Latino Elected Officials: https://d3n8a8pro7vhmx.cloudfront.net/naleo/pages/188/attachments/original/1474060157/2016_National_Directory_of_Latino_Elected_Officials.pdf

[4] http://www.animalpolitico.com/2017/05/trump-festejo-5-de-mayo/

[5] https://en.wikipedia.org/wiki/Yo_Soy_132

https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_YoSoy132
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