Marzo negro para el periodismo en México
México es un país secuestrado por la violencia, que ha sido atacado hasta la normalización de la muerte.
Nadie se salva, en especial los y las periodistas, desde hace años que México es considerado como el más peligroso para ejercer el periodismo en América y uno de los tres más peligrosos a nivel mundial, incluyendo países en guerra.
En lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto los asesinatos de comunicadores y comunicadoras han ido en aumento. Artículo 19 ha documentado amenazas, agresiones y atentados mortales, en este último rubro el conteo es escalofriante.
En 2013 fueron cuatro asesinatos, en 2014 cinco, en 2015 fueron 7, en 2016 once y en lo que va de 2017 ya son tres.
Este marzo fue particularmente violento para todo el gremio, la negra racha comenzó en Guerrero el 2 de marzo. Ese fue el primer asesinato del año. El periodista Cecilio Pineda se encontraba esperando a que su coche saliera del auto lavado en el municipio de ciudad Altamirano de la región Tierra Caliente en Guerrero, cuando hombres armados abordo de motocicletas le dispararon.
Luego fue Ricardo Monlui, el periodista ejecutado en Veracruz cuando salía de un restaurante con su familia el pasado domingo 19 de marzo.
Después nos enteramos de Miroslava Breach en Ciudad Juárez, Chihuahua el día 23. Cuando la periodista se dirigía a dejar a su hijo a la escuela en una camioneta, un sujeto la asesinó con un arma de fuego.
Su asesinato provocó que, ante la violenta situación que enfrenta el gremio y la inacción de las autoridades de todos los niveles, el director del NORTE de Ciudad Juárez, en el que colaboraba Miroslava, decidiera poner fin a su edición impresa.
Este no fue el fin de la violencia,
Armando Arrieta Granados, jefe de Redacción del periódico La Opinión, en Poza Rica, y catedrático de la Universidad Veracruzana, fue baleado afuera de su casa la madrugada del 28. Actualmente Armando se encuentra en un hospital del estado en condición grave.
Esa misma noche, en el otro extremo del país un comando armado irrumpió a balazos la casa del reportero Julio Omar Gómez, en Cabo San Lucas, Baja California. Aunque Omar resultó ileso, un agente de seguridad, que le había sido asignado tras sufrir dos atentados, murió a causa del ataque.
Ya es abril y la pregunta que tenemos que responder es si vamos a permitir que esto siga rebasándonos o podremos detener la violencia.
De lo que sí estamos seguras es que no se mata la verdad matando periodistas.