El futbol ha muerto: caso niño Torres

En el diario el País se publicó un artículo que habla sobre la decadencia del futbol a partir del caso de niño Torres, quien recibió un fuerte golpe en la cabeza y cayó inconsciente. El dramatismo de la escena se complementa con sus compañeros y rivales metiendo la mano en su boca para evitar que se ahogara, pidiendo las asistencias médicas.

Aquí el incidente:

 


El rostro de Giménez:

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El futbol se murió para dar paso a un negocio. Muchos nos negábamos a aceptarlo. Mientras Torres estaba inconsciente, salía del campo y todos los jugadores del Atlético de Madrid, aficionados y el cuerpo técnico estaban consternados, la porra del rival seguía  lanzando insultos. Mientras el mundo sucumbía con la estrepitosa caída, el árbitro decidió reponer siete minutos porque el niño Torres “hizo perder tiempo de juego”. El partido no cambió en la pizarra, y ambos equipos siguieron jugando con la mente puesta en Torres, como hipnotizados.

El futbol murió, porque pasó de ser esa máxima expresión humana de competencia, lealtad, diversión, pluralidad y cooperación a ser un momento lleno de frialdad, tibieza, odio y negocios ocultos detrás. Es más importante que los patrocinadores se sigan anunciando a que el partido se detenga.

En el juego de ayer al menos, el futbol murió sin saberlo. Murió quizá por unos instantes que van postergando la muerte, porque junto con ese evento tan desafortunado, el rostro de Giménez habla absolutamente de todo lo contrario, y de cualidades humanas que se descubren en la cancha.

El fútbol entonces vive en un intervalo entre la vida y la muerte, nada lo detiene pero parece muerto, insensible y lejano, cuando su naturaleza es ser todo lo contrario.
¿Qué tiene que pasar para que el balón se detenga? La pregunta tiene sentido en el colapso que sobrevino con la caída de Torres. Y no lo tiene si recordamos que el 11-S no detuvo la jornada de Champions como el 11-M no detuvo la jornada de liga- Rubén Amón

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