La misoginia y el feminismo de Patricia Highsmith

Precisa y brutal es la prosa de la escritora estadounidense Patricia Highsmith (Texas, 1921- Suiza, 1995) . Dueña de una enérgica pluma proclive a la controversia, la autora demostró, desde una de sus primeras novelas Carol, que lo suyo era la transgresión, el vértigo, la confrontación.

Cuando publicó El precio de la sal en 1952, una novela de amor lésbico, el éxito fue inmediato. La novela llegó al cine y se reeditó bajo un título más expresivo: Carol. El libro trataba un tema muy audaz para la época, por lo cual, la autora decidió ahuyentar toda clase de categorías, tan proclives en el mundo del arte, con el uso de un seudónimo: Claire Morgan. Así esgrimió su rechazo a ser considerada una ‘escritora lesbiana’.

La sociedad trató aquella obra con una mezcla de desconcierto y respeto. Sin lugar a dudas, los grandes escritores son, en esencia, provocadores. Y Highsmith lo fue hasta su muerte. Considerada una maestra de la literatura de suspense, abordó el mundo literario con su novela Extraños en un tren y propuso tres temas que intrigaron a la sociedad: la mentira, la culpa y el crimen. Hitchcock consolidó a la autora trasladando al cine aquella primera obra.

En el tránsito de no ceder ante los falsos estatutos morales de la sociedad, escribió un libro sencillo e inquietante: Pequeños cuentos misóginos. Publicado en 1974, como respuesta a las acusaciones que la apuntaban: tanto misógina, como misántropa. Era ella, la loca de los gatos, recluida en su casa y consumiendo grandes cantidades de alcohol.

Se trata de diecisiete cuentos que recorren una galería de caricaturas que evidencian lo más terrible del ser humano. La perspectiva, como su nombre lo indica, tiene como punto de partida el carácter femenino. Los prototipos femeninos de su época fueron retratados bajo una crítica feroz en donde el género masculino, por supuesto, no quedó exento de la corrosiva mirada de la autora. En esencia, este libro ha sido considerado “un despiadado ataque de humor contra el género humano”.

Muchas veces menospreciada por la crítica y por sus contemporáneos, evidenció la perversidad humana y lo políticamente incorrecto a través de su extensa producción literaria. El universo de la autora sólo puede entenderse como una oscilación entre la misoginia y el feminismo, el desprecio por la vida y el interés en los seres humanos, paradojas que, en lugar de oscurecer, exalta sus valores artísticos.

Resulta curiosa esta ambivalencia, pues hasta las feministas más audaces han encontrado en Highsmith una propuesta ideológica. Copiada, venerada y maldita, esta autora desata, desde cualquier punto de vista y desde cualquier época, una discusión más amplia. Hay una ambigüedad moral que provoca la escritora para confrontar nuestros instintos categóricos, nuestra zona de confort, y nuestro estatismo emocional,.  Alguna vez sentenció: “Las personas creativas no hacen juicios morales. Hay tiempo para ello después, en lo que crearán, pero el arte no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos ni los sermones.”

Esta postura sólo se logra desde un origen muy particular, la escritora buscaba su inspiración en los episodios y personajes más mundanos, en momentos absurdos como el lavado del coche y jamás en la tertulia con otros escritores. De éstos dice: “Aunque son poderosos no me sirven de nada y a lo más que se parecen es al cáncer, que va devorando sin dar nada”.

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Se cuenta que fue Graham Greene, admirador de Highsmith, quien dijo de ella que “escribe sobre los seres humanos como una araña lo haría sobre las moscas”. La vida de la autora estuvo contaminada por el desprecio, la animadversión, la soledad y la enfermedad. Elementos que ella utilizó en su obra. Escribió en su diario: “Aprendí a vivir con un odio homicida y opresivo muy temprano [en referencia a su madre y a su padastro]. Y aprendí a sofocar también mis emociones más positivas. Todo eso probablemente causó mi propensión a escribir sanguinarias historias de muerte y violencia”

Si hay una autora que se debe leer en estos momentos, para entender las propensiones del género humano a los acontecimientos terribles es, sin lugar a dudas, Patricia Highsmith.

 

 

 

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