Mundo visual

Nunca hasta entonces el sentido de la vista se convirtió en la principal herramienta para conocer y darnos cuenta de la realidad. Seguramente en otras épocas y en otras civilizaciones fueron otros los sentidos que se manifestaron con mayor agudeza y fueron vehículos para percibir el mundo. Olfatear para saber, saborear para conocer, oír para comprender, tocar para reconocer; ver solamente constataba el conocimiento ya alcanzado por los otros sentidos. El mundo (ese objeto transpuesto del sujeto) se aprehendía antes de ser visto. Había equidad, en todo caso, en los procesos de aprendizaje y reconocimiento de la realidad. El ser humano, a lo largo de su existencia individual, logró desarrollar así sus cinco sentidos, con la destreza y armonía que natura exigía de un homo sapiens. Los cinco sentidos constituyeron la percepción global que preparó el ejercicio intelectual del análisis y la reflexión. Todo lo demás devino ciencia, tecnología, arte y filosofía.

Pero el mundo moderno (¡la Modernidad!) impuso, sobre todos y cada uno de los sentidos, la vista como el primer proceso de adquisición de la realidad (¿competencia, imposición, no son acaso motores de la modernidad?). Imágenes, iconos, figuras, formas, logotipos, señaléticas y toda suerte de simbología gráfica para “digerir” rápidamente –de un vistazo- la realidad. Ubicar y distinguir se volvieron sinónimos intelectuales de analizar y reflexionar. La fotografía, el cine, la televisión, el video y la realidad virtual, en ese orden de aparición, se convirtieron en las artes más representativas de lo moderno. El conocimiento pudo condensarse en algo capturable por el sentido de la vista. Ver para conocer, ver para saber, ver para reconocer, ver para comprender. Ver fue, de algún modo, cada vez más intenso que oír, oler, gustar, palpar.

Anuncio, comercial, videoclip, película como decir política, economía, sociedad y cultura. O bien: propaganda, consumo, grupo social, espectáculo. O bien: hacer la escena, inventar la historia, construir el set, imaginar lo real.

La imagen de la realidad es la realidad de las imágenes. Ubicar y distinguir: el bar decorado estilo western, el hotel de playa mediterranée, la guerra en Oriente Medio como un video juego, Maite Perroni en un espectacular tomando café, el deportista dentro del televisor, los narcos en Salvando al soldado Pérez, Botero y Frida Kahlo en camisetas, etc. “Casi todo lo he vivido porque casi todo lo he visto”, parezco decir, pareces decir.

**

Marco Aurelio Larios, escritor y profesor de literatura

Previo

Cuatro libros (y varios comunicados) para abandonar México

Siguiente

Los libros del dieciséis