¿Qué pasó con Julio César Mondragón? La hipótesis del GIEI y la conclusión de la CNDH
Julio César Mondragón tenía 22 años cuando fue asesinado. Era estudiante de la escuela Normal de Ayotzinapa y sobrevivió a varios de los ataques realizados contra los normalistas el 26 de septiembre. Su cuerpo fue hallado boca arriba en un charco de sangre, desollado, con los huesos de la cara expuestos y con un sólo ojo.
“¡Qué crees, nos están disparando, al parecer ya mataron a uno! “, fue el último mensaje de César que su familia recibió.
El 28 de septiembre de 2014, la familia Mondragón Fontes y Marisa Mendoza –su esposa– acudieron a la firma del acta de defunción de Julio César. El acta afirmaba que Julio había muerto por “homicidio calificado provocado por objeto contundente”. El cuerpo de Julio César tenía marcas de tortura evidentes, por lo que los familiares dudaron al firmar el acta. Ahí comenzó la lucha por la verdad, su familia tuvo que sobrellevar la serie de inexactitudes, omisiones y contradicciones en los dictámenes de necropsia emitidos por el médico forense de la secretaría de salud del estado de Guerrero y en el de criminalística de campo elaborado por el perito de la entonces procuraduría de justicia del mismo estado. Además de meses de trabas burocráticas en las que el cuerpo de César quedó bajo la custodia de la PGR, después de la exigencia por una segunda autopsia para determinar las causas reales de su muerte.
Estas inconsistencias obligaron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos a participar en una investigación independiente, a petición de la familia, para determinar con la evidencia científica ya recabada, la causa final de la muerte del normalista.
Datos obtenidos a través de una autopsia que se llevó a cabo después de la segunda exhumación –que también fue impulsada por el GIEI y la familia del normalista–, fueron considerados en el informe final de la CNDH.
En sus conclusiones, la comisión asegura que Julio César murió a causa de un traumatismo craneoencefálico y que el rostro del joven normalista fue desollado por la fauna del lugar y no por acción humana. Determinaron que el estudiante de Ayotzinapa sufrió 64 fracturas en 40 huesos de cráneo, cara, tórax y columna vertebral, además de que el normalista realizó maniobras de defensa contra sus atacantes.
¿Qué dijo el GIEI?
Respecto a los resultados de la segunda autopsia, pudieron concluir que Julio César Mondragón fue torturado hasta la muerte de una forma brutal. Su cráneo tenía numerosas fracturas producidas por golpes con objeto contundente, tenía numerosas fracturas costales y fracturas vertebrales, cara, cráneo, tórax y columna, además el hematoma pulmonar y el hematoma abdominal que mostraba el cuerpo evidencian que estas lesiones fueron hechas mientas Julio se encontraba con vida. Respecto a las lesiones de su cara, “el análisis minucioso de las lesiones realizado por el EAAF y la PGR se vio condicionado por el tiempo desde los hechos, las maniobras deinvestigación producidas por la primera autopsia y los procedimientos funerarios paraembalsamar el cuerpo. Las lesiones, especialmente de la cara y el cuello, mostraban un patrón probablemente mixto, con heridas como consecuencia de la acción de fauna local después de la muerte, y otras lineales que son parte del uso de un objeto cortopunzante.”
El día de 30 de junio del 2016 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) entregó su dictamen sobre exhumación, identificación y causa y circunstancias de muerte de Julio César Mondragón Fontes ante el Juez del fuero local del estado de Guerrero. En el coinciden con la CNDH en que la causa de muerte fue consecuencia de un traumatismo craneoencefálico por instrumento contundente. Sin embargo insisten en que debido a que los restos ya no se encontraban en las mismas condiciones que en septiembre de 2014, no les fue posible indagar en más detalles para llegar a una conclusión contundente respecto a las heridas en su rostro y cuello.
La versión de la CNDH y la del GIEI coinciden en que el 27 de septiembre, tras un ataque efectuado a las 00:30 hr, Julio César huyó de la zona, de los disparos y la persecución, junto con otros muchos normalistas y maestros que habían llegado a apoyarles. Mientras sus compañeros de huida se refugiaron en varias casas que los acogieron, Julio César siguió corriendo entre las calles.
Según el último informe del GIEI, publicado en abril de este año, afirma que fueron los militares los primeros en llegar a la zona industrial de Iguala, donde fue encontrado el cuerpo de César el 27 de septiembre. Sus declaraciones no ofrecieron muchos detalles y la información varió con respecto a los entrevistados. Los familiares de Julio César han denunciado en numerosas ocasiones la inconsistencia en las investigaciones y las omisiones de las autoridades que provocan que el acceso a la verdad sea un camino minado. Por ejemplo, una de las pruebas más importantes para el caso, la ropa que Julio César portaba el día de su asesinato, jamás fue entregada a los familiares y nadie sabe donde se encuentra.