¿Nos estamos volviendo muy agresivos con las celebridades? Hablemos de acoso en redes sociales y salud mental
Entre el acoso masivo que reciben algunas celebridades en redes sociales, hasta fans tirando objetos en sus propios conciertos que terminan golpeando a lxs artistas. Hablemos sobre la cultura de adoración a las celebridades y su relación con la salud mental. ¿Hasta qué punto una opinión en redes sociales se puede identificar como libertad de expresión y cuándo se transforma en agresión? ¿De dónde surge esta fascinación por personas que no conocemos, pero idealizamos tanto al punto de obsesionarnos con ellxs?
El culto a celebridades no es nada nuevo, pero sí lo es el acceso a sus vidas
Durante mucho tiempo, la relación entre fan-celebridad se alimentaba mediante revistas, sus apariciones en programas de televisión o hasta en carpetas rojas. Nuestro conocimiento de las celebridades era casi nulo y nuestro amor se basaba principalmente en la imagen idealizada sobre estas personas. Con la llegada de las redes sociales, se ha confirmado que la cultura del fandom ha entrado a una era completamente nueva. Y básicamente la cosa funciona así: al seguir a tu celebridad favorita en una red social se suele tener la creencia que tenemos el acceso completo a su estilo de vida; por ejemplo, qué están haciendo un domingo por la mañana, con quién están saliendo románticamente y por quién van a votar en las próximas elecciones. Básicamente nos dan acceso a sus vidas 24/7, o eso es lo que queremos creer.
Por un lado, el uso de redes sociales ha ofrecido una oportunidad a las celebridades para controlar su propia imagen, narrativa y mantenerse en contacto con sus seguidores. Por ejemplo, por ahí del 2014, la ahora superestrella Taylor Swift mantenía una cuenta personal de Tumblr, en donde interactuaba constantemente con fans, ya sea respondiendo teorías sobre letras de sus canciones o reblogueando posts. El uso de esta plataforma permitió que la fanbase de Taylor Swift creciera de manera orgánica, además de hacer sentir a lxs fans que tenían una conexión especial con la misma Taylor. Sin embargo, el reforzamiento de esta relación parasocial no podía salir exenta de consecuencias negativas. Surge toda una ola de fans atacando a ex-parejas de Taylor Swift, fans organizadas para tirarles las cuentas a personas que criticaban a la cantante, todo tipo de comentario negativo dirigido hacia Swift o hacia su música era (y es) identificado como una amenaza real hacia la estrella pop, y el fandom swiftie no puede permitir esto. De esta forma, esta relación parasocial, según lxs seguidores, se convierte en una protección para la celebridad, pero también se convierte en un riesgo para otras.
Las contradicciones de esta práctica
A inicios del 2024, la relación amorosa entre otra estrella pop, Sabrina Carpenter, y el actor Barry Keoghan se hizo oficial. Entonces comenzó una ola de teorías sobre su vida personal, críticas hacia su físico y señalamientos de todo tipo al actor irlandés. Pero todo esto empeoró tras la noticia de su rompimiento y rumores de infidelidad. Lo único que quedó por hacer fue lanzar un comunicado en el cual, Barry Keoghan señalaba el constante acoso que estaba recibiendo no solo por redes sociales, sino a un nivel más personal, como apariciones de fans en casa de sus familiares. Esto lo llevó a desactivar sus redes sociales y hasta el momento no ha tenido una nueva aparición.
Please be respectful
x pic.twitter.com/N03eHAIbC8— Barry Keoghan (@BarryKeoghan) December 7, 2024
Por otro lado, Selena Gomez se encuentra en la lista de las personas con más seguidores en Instagram, posicionándose como una de las celebridades más relevantes del momento. Esto también se debe su acercamiento con sus fans, su interacción constante en distintos posts y un rebranding personal (que se dio gracias a las redes sociales). Recientemente, su aparición en la galardonada pero polémica película ‘Emilia Pérez’ ha causado mucho de qué hablar, entre las opiniones que más se hicieron notar está la del mexicano Eugenio Derbez. A través de una entrevista aseguró que la actuación de esta actriz era indefendible. Solo con ese comentario bastó para que Selena Gomez respondiera directamente al actor, pero no solo eso, toda una ola de críticas, ofensas y acoso llegó hasta las redes sociales de Derbez, provocando que el mismo actor hiciera una disculpa pública hacia Gomez. Pero… ¿En qué momento se decidió que expresar una opinión personal acerca de una celebridad también conlleva una disculpa pública? Y, ¿realmente hacia quién va dirigida la disculpa?
Eugenio Derbez apologizes to Selena Gomez after calling her Spanish performance in ‘Emilia Pérez’ indefensible:
“I truly apologize for my careless comments — they are indefensible and go against everything I stand for. As Latinos, we should always support one another. There’s no… pic.twitter.com/uZRJdbDAJ7
— Pop Base (@PopBase) December 8, 2024
Lo curioso es que este tipo de acciones (expresar una opinión personal, arrepentirte de haberlo dicho o cometer errores) son parte de nuestro día a día. Somos humanos, al final de todo. Pero condenamos a toda aquella celebridad que actúa como tal bajo el argumento de que “es parte de la fama”. Este argumento también aplica, según la perspectiva de lxs fans, para justificar el odio que llevan hacia las celebridades. Por ejemplo, la cantante Chappell Roan ha sido muy vocal respecto al hostigamiento que ha recibido desde que su carrera musical despegó en el último año. En una edición para la revista ‘Rolling Stone’ mencionó que la llegada de la fama trajo consigo incidentes inquietantes, como fans filtrando información personal de la artista y familiares, besos y toqueteos sin consentimiento, entre otras cosas. Muchxs seguidores -y no seguidores- llegaron a la misma conclusión: “no está hecha para la fama”.
La admiración puede ser buena, pero la obsesión nunca lo es
Podemos nombrar miles de casos más en donde la obsesión de un seguidor ha llegado a límites extremos, hay diversos escenarios en donde esto no ha salido nada bien, podemos recordar casos como el de Amy Winehouse, Christina Grimmie, Tegan de Tegan & Sara, Richard Gadd de “Baby Reindeer”, por mencionar algunos. Es normal expresar opiniones y hacer señalamientos hacia las personas que admiramos, por supuesto. Pero hay una línea delgada entre una opinión y un discurso de odio, y muchas veces abundan más de estos en redes sociales. Lo preocupante es cuando estas conductas trascienden a niveles físicos. Y una cosa es cierta: todxs tenemos responsabilidad aquí. Según un estudio sobre la conceptualización y medición del culto a las celebridades, publicado en el British Journal of Psychology, las relaciones parasociales que generamos con celebridades son una parte normal (hasta esencial) para la formación de identidad. Es más común entre las generaciones jóvenes, pero en el caso de los adultos el acercamiento hacia esta cultura viene con las meras intenciones de integrarlo en su día a día, ya sea en conversaciones con amistades o en las cosas que elegimos consumir. ¿Pero hasta qué punto es normal este tipo de admiración? ¿Cuándo cruzamos esa línea?
Diversas investigaciones y estudios de psicología han logrado un mejor entendimiento de este fenómeno, identificando patrones y evaluando a sujetos que suelen llevar esta “adoración” a un extremo total. En 2002, las psicologas estadounidenses Randy y Lori Sansone introdujeron la “Celebrity Worship Scale”, una famosa escala que analiza las diversas etapas que pasamos al momento de empezar a admirar a una celebridad. Entre los hallazgos de esta investigación, se han manifestado rasgos que destacan entre lxs seguidores. Tales como disociación, tendencia hacia adicciones, criminalidad, conducta de acoso, actitud compulsiva, depresión, etc. No olvidemos que cada persona manifiesta estos rasgos de distintas maneras, su entorno y su estado psicológico son factores importantes que le motivan a actuar de dicha manera. La normalización del acoso hacia celebridades en redes sociales nos ha hecho prácticamente inmunes a estas prácticas violentas. Está en nosotrxs actuar sobre estos impulsos, responder con madurez emocional, tomar lo bueno de esta cultura de adoración y desechar lo que no sirve.