El gobierno quiere más impuestos para servicios digitales pero no entiende que Netflix y Uber no son lo mismo
Cada generación de productos digitales suele ponerse en la misma bolsa. Pasó con las primeras empresas punto com, que básicamente eran modelos de negocio tradicionales de venta con valuación irreal en ambiente volátil. Algunos sobrevivientes como MSN, Yahoo y Google se integraron en la misma canasta, erróneamente.
Mientras Google era un buscador (antes de serlo todo), MSN siempre fue un portal de noticias y entrenimiento, mientras que Yahoo más bien era un holding de servicios web. Luego vino la infame web 2.0 y la oleada de servicios que buscaron aglomerar datos y alcance, a cambio de usarlos para la venta de publicidad microsegmentada. Mientras que Facebook y Twitter si eran bastantes parecidos, Tumblr y Reedit perseguían otros fines.
Hoy, la moda es la economía del servicio (gig economy si eres lector de Techcrunch o The Verge) en sus diversas e injustas modalidades:
- Sitios como Fiverr o Workana, para malbaratar la maquila de proyectos creativos o labores tipo talacha para dicha industria.
- Uber, Didi y Cabify para arriesgar el coche propio y la vida a cambio de una comisión cada vez más baja.
- Trabajar como recolector de scooters, industria que realmente ha engañado a varios.
- Repartir comida en Rappi, Eats de Uber o Didi Food. Igualmente, arriesgando la vida.
Les importa más la pizza que tu vida: El horror de la economía del servicio
Lo que tienen en común dichos proyectos y formas de ganarse el pan, es que están anclados a las tecnológicas conocidas como startups y a una supuesta innovación en la que por medio de apps podríamos contratar servicios más baratos (como el de un diseñador en Fiverr) o tener un taxi privado. Asimismo, con pocos filtros uno puede ganar dinero al abonarse a dichas plataformas para aprovechar -en teoría- el tiempo libre, si bien bastantes usuarios (por ejemplo los drivers de Uber) han adoptado estos negocios como su trabajo principal.
Por otro lado, servicios de entretenimiento y sin ataduras (Netflix, Amazon Prime Video, HBO Go) también tienen su auge en esta misma camada tecnológica post-PC, pero no pueden ser más diferentes en sus objetivos: ser un canal para consumir contenidos. Y nada más.
De manera reduccionista, podemos decir que la red ha sido el secreto peor guardado de algunos profesionales que buscan sacar más por su dinero. Tener pagos por PayPal y evitar algunas comisiones, aprovechar su auto para Uber, saltarse lo terrible de los taxis oficiales al pedir un Didi, y en sí tener un pequeño negocio para completar la quincena. Pagando de todos modos impuestos por el smartphone, la línea telefónica y los datos que se usan.
Resulta que el gobierno federal ve igual el pagar Netflix que ser chofer de Uber, ya que se plantea un nuevo impuesto a las apps. De hecho, el actual titular de SHCP tuvo una de sus infames presentaciones con la prensa cuando todavía era subsecretario al anunciar este plan:
Podrían elevarse costos de Netflix y Uber gracias a impuesto que analiza la SHCP
Leemos en Animal Político sobre el tema, que ha revivido este fin de semana:
En su propuesta de Ley de Ingresos para el próximo año, la Secretaría Hacienda señala que deberán pagar impuestos a partir del próximo año los servicios de transmisión (streaming) de audio o video para ver películas o escuchar música, entre otros.
También pagarían impuesto los servicios de transporte como Uber, Beat, Didi, Cabify, entre otros, y los de alojamiento temporal como Airbnb, pues estos servicios se realizan a través de plataformas digitales de intermediación.
En teoría, Netflix o Didi decidirían que hacer con este impuesto. Y como nos enseñó un capítulo de Los Simpson, los grandes ñoños de Silicon Valley no se hicieron ricos dando dádivas:
Si los datos previos sirven de algo, en algunas ciudades Uber ha tenido que subir precios hasta en un 30% en sólo 3 años debido a que la compañía está sangrando dinero y no le va nada bien a nivel finanzas, ahora mucho menos con su salida desastrosa a la Bolsa de Valores de Nueva York.
En su reciente libro Super Pumped, el periodista Mike Isaac ha relatado que en la breve existencia de Uber se ha decidido primero exprimir más a los choferes (reduciendo su margen de ganancia) y en menor medida a los usuarios por medio de cargos inventados como el “cargo por seguridad”.
Esto puede ser una pista sobre que los impuestos que plantea Arturo Herrera en la SHCP al final verán más mermada la economía de choferes y conductores, volviendo prohibitivo un servicio imperfecto pero que es la única salida de muchas personas que no tienen opciones ante la mediocre regulación del transporte público por parte de los gobiernos. O la falta de empleo.
Es así como la 4T en lugar regular el estado y bienestar de los choferes, más bien castiga a todos los consumidores de la app.
Más información sobre el tema de impuestos, en Animal Político.