Luchando contra las viejas costumbres políticas

Vuelta y Vuelta es una columna recurrente de Carlos Aguirre


 

Históricamente, en México hemos estados ligados a modelos monárquicos y autoritarios de gobernar, aunque nuestras leyes nos hablan de un país republicano y democrático. Nuestra lucha es más cultural que legal, nuestra lucha es por abatir las viejas costumbres y consolidar nuevas costumbres verdaderamente democráticas.

En ese tenor, cuando Anaya hablaba de cambio de régimen no estaba tan errado en la narrativa, su problema fue transformarlo en elementos tangibles, congruentes y coherentes, cuando AMLO habla de 4ta Transformación le falta dotarla de una transformación cultural, esa que desea alimentar con símbolos atinados pero en algunas ocasiones, vacíos de contenido.

Por ejemplo, cuando AMLO declara que “habrá más recursos porque ya se acabó la corrupción”, está bien, es un inicio para cambiar costumbres políticas, esas costumbres también son atravesadas por el lenguaje, pero se debe llenar de contenido, y para muestra muchos botones, uno de los más grandes es el excelente trabajo que realizó María Amparo Casar y Leonardo Nuñez donde se evidencia que no ha habido ningún cambio en materia de adjudicaciones directas; el gobierno de Peña tuvo su porcentaje más alto de este tipo de contratos en el 2017, cuando alcanzó el 77.8% de los contratos en esa modalidad, en lo que va del 2019 se han asignado el 74.1% de los contratos de manera directa, incluyendo las famosas pipas de gasolina. Ese decreto de fin de la corrupción no tiene contenido cuando se demuestran estos datos y cuando ese tipo de adjudicaciones son ilegales en ciertos montos y que evidentemente promueven la corrupción.

Sobre esto se debe decir que así lo hizo el gobierno de EPN y así lo hizo el de Calderón, reportan el 72% de los contratos bajo ese régimen. ¿Dónde estabas cuando lo hizo Peña y Calderón?, esa es la típica pregunta a una crítica y es un falso argumento para discutir, una salida fácil, sin embargo los datos no pueden ser descalificados por una salida retórica exitosa.

Para esto hay que erradicar costumbres políticas, no basta con reformas legales, y esto tiene el origen desde el dinero de las campañas políticas, en México la costumbre es rebasar los topes de campaña, invitar a amigos y amigas empresarias a invertir millones en la campaña a cambio de posiciones y contratos millonarios que reditúan la inversión en la campaña. En México tenemos sobrerregulado el sistema electoral y las instituciones en general, se ha dicho que se trata de la impunidad, sí, pero también se trata de las costumbres políticas y de una cultura política arraigada en el amiguisimo, en el dinero antes que las ideas, en el poder antes que la política, en el absolutismo antes que en la democracia, en los lujos antes que en la austeridad, en la corrupción antes que en la integridad, en el nacionalismo antes que la globalización, en lo tradicional antes que en energías renovables.

Aunque cambiemos de partido, sino cambiamos de costumbres políticas, no podremos construir la democracia que necesitamos.

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