Una mirada al Festival Internacional de Artes Feministas de la CDMX
Por Melissa Benítez
Salgo de metro Periférico Oriente, camino según las indicaciones, paso una calle, dos, esquivo las miradas de los vatos que pasan a mi lado y escanean mi cuerpo, como el de cada morra que verán durante el día; me llena de nervios andar sola por calles que no conozco, disimulo mi cara de perdida, miro a todos lados por si alguien me va siguiendo, que vea que ando a las vivas, el gas pimienta sigue firme en mi mano, doblo una esquina y por fin llego al lugar.
Entro y me encuentro con un oasis de morras, abrazos y sonrisas (es excepcionalmente hermosa la sensación de estar sólo entre mujeres) paso al taller de bordado de vulvas que imparte Noemi Diamante, nos presentamos, hablamos de porqué estamos ese día ahí; todas partimos del hartazgo hacia una sociedad que insiste en ser violenta con todos, y especialmente brutal si eres mujer, estamos ahí porque necesitamos un respiro, estoy ahí porque necesito ser vista a través de otras miradas a parte del deseo, bajar la guardia y sentirme en casa.
Seguimos hablando sobre lo que implica vivir en un territorio donde imperan las relaciones sociales basadas en el sistema racista, capitalista neoliberal, capacitista y patriarcal; leemos, comentamos, construimos, chingos de morras que nos enfrentaremos a argumentos morales y misóginos, básicos y necios; merecemos mejores debates.
Comenzamos a bordar, muy pronto me lleno de tranquilidad, sólo importa terminar la siguiente puntada, quizá mi abuela por eso guardaba celosamente el tiempo para la costura, para olvidar que la comida no le gustó a mi abuelo y tuvo que volverla a preparar o que ya le estaba poniendo el cuerno otra vez. Aprendo a bordar como una forma de reconciliarme con mi propia feminidad, esa que se va mutilando según el grado de misoginia que hayas internalizado, porque crecí queriendo las características asociadas a la masculinidad (fuerza, valentía, temple, etc.) mientras me alejaba del cuidado, la costura y la cocina.
En el último taller se hace la pregunta ¿Cómo sería tu mundo ideal?… Alguien grita: ¡Sin hombres! Camino de vuelta al metro con Rosa y Fabiola, hablamos de nuestras experiencias con hombres abusivos, relaciones que no nos cansamos de agradecer que hayan terminado, que nos llevaron a entender la politización del amor propio. Fabi agradece haber salido viva, quiere denunciar pero no sabe si está lista, la animamos y expresamos nuestro apoyo, pero también hablamos de lo difícil y doloroso que la sociedad se encarga que el proceso sea, todas las miradas que la atravesarán por atreverse a denunciar a un hijo sano del patriarcado.
Ningún hombre se asume participe de las violencias que nos atraviesan a todas, desde el acoso hasta la forma última de violencia patriarcal: el feminicidio. Las reconocen, claro, pero allá lejos, perpetradas por monstruos anómalos, escondidos entre los suburbios y la noche, sin considerar las micro violencias que se reproducen día a día y cómo éstas repercuten a nivel macro.
Llegamos al metro y nos despedimos, seguimos al pendiente de la ruta de varias compas, esperando el mensaje que confirme que llegaron con bien, sabiendo que la noche y la calle no son espacios femeninos, que se transgrede al reclamarlos y eso amerita un castigo que esperamos no afrontar, no ésta noche.
Fotografías e Ilustración de Portada tomadas de la página oficial del Festival Internacional de las Artes Feministas de la Ciudad de México.