Apuntes de una nueva elección en Cataluña

Durante los últimos meses Cataluña ha estado bajo la lupa de España, la Unión Europea y el mundo. Y con justa razón: después de un referéndum calificado como “inconstitucional”, en el que las fuerzas de seguridad de España cargaron contra la población en diferentes lugares de Cataluña (para evitar desde la apertura de colegios electorales hasta que la misma población votara); de una declaración unilateral de independencia encabezada por el Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont; y de la aplicación del art. 155 de la Constitución Española por parte del Gobierno Central con el que cesaron a todo el gobierno catalán, se disolvió el parlamento y se convocaron a elecciones autonómicas. En medio de la última fase, después de la declaración unilateral de independencia, Carles Puigdemont huyó a Bruselas y Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana, ingresó a prisión junto a otros “consellers”.

Hoy, 21 de diciembre, es el día marcado para las elecciones. De acuerdo a las cifras oficiales, alrededor de 5,5 millones de catalanes están llamados a votar para elegir a los 135 diputados que integrarán el nuevo Parlamento y aquí vale la pena hacer algunas precisiones para tener en cuenta rumbo al debate del llamado “día D”, de los resultados electorales mismos y de los días posteriores.

La discusión que no fue y la elección perdida

La campaña, como era de suponer, ha dejado para “mejores tiempos” discusiones centrales para Cataluña como la economía, el sistema de salud, de pensiones o la educación misma. Por tanto, me atrevería a decir que, en ese sentido, hay una elección perdida porque simple y llanamente las distintas fuerzas políticas, más allá de los llamados a hacerlo, nunca lograron entablar una discusión que girara en torno a los temas mencionados (incluso otros temas), por lo que los ciudadanos y ciudadanas catalanas genuinamente interesadas en estas cuestiones tendrán que suponer y elegir a partir de los espectros ideológicos de las fuerzas que se presentaron a las elecciones. Dicho de otro modo, las elecciones se centraron en torno al proceso independentista y poco más.

Hablemos: Independencia sí, Independencia no

Durante el proceso electoral, como lo he comentado, las posiciones de las fuerzas políticas han sido claras en torno a la independencia de Cataluña, pero bien vale la pena mencionarlos y tenerlos claros para después aventurarnos a hacer algunas predicciones sobre el resultado, los escaños (curules) conseguidos y los “posibles” acuerdos entre ellos.

De inicio, y como lo podemos suponer, contamos con dos bloques, que vale la pena aclarar que quienes conforman cada uno no son aliados entre sí. Algunos lo llaman el bloque constitucionalista y el independentista. El primero está formado por el Partido Popular (PP), Ciudadanos (C’s) y el Partido Socialista Catalán (PSC), todos con una posición negativa respecto a la independencia de Cataluña. Por el otro se encuentra Esquerra Republicana (ERC), Partido Democrático de Cataluña (PDCat) y la Coordinadora Unidad Popular (CUP). En medio de ambos, con una propuesta de “diálogo” entre dichas posiciones, pero que también se ha manifestado en contra del proceso tal y como se ha llevado está en Comú Podem (Podemos).

De acuerdo a la mayoría de las encuestas, ambos bloques están prácticamente empatados, sin que ninguno de ellos cuente con la mayoría absoluta en el Parlamento.
El poder detrás de los números

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Al ser un sistema parlamentario, los diputados electos deben formar gobierno y para lograrlo deben alcanzar mayoría absoluta (68 diputados). Hasta hoy todo indica que ninguna fuerza por sí misma alcanzará los escaños suficientes para formar gobierno en solitario, por ende, de haber gobierno, tendría que ser sí o sí de coalición.

Aquí los escaños son cruciales, porque si el
Bloque Independentista (Esquerra Republicana, PDCat y CUP), tal y como lo indican los sondeos, no logra la mayoría sería casi imposible que pudieran encontrar el resto de votos que necesitan en el otro bloque.

Por otro lado, y también de acuerdo a los sondeos, Ciudadanos (un partido de derecha) tendría la mayoría de votos, más no de escaños, por lo que es poco probable que junto al Partido Popular logren mayoría. Y aunque el Partido Socialista Catalán (un partido de izquierda) está en contra de la independencia, es rival de ambos partidos, por lo que el coste político de facilitar la investidura del bloque de derecha sería muy alto.

En el mismo sentido, el Partido Socialista Catalán y En Comú Podem (una alianza natural, por así decirlo) no alcanzarían la mayoría, por lo que sin los votos de alguno de los otros partidos sería imposible formar gobierno.

Existe otro escenario que no requiere mayoría absoluta, es decir una mayoría simple sería suficiente para cualquiera de los dos bloques, tanto “constitucionalistas” como “independentistas”, pero implicaría la abstención de la única fuerza bisagra: En Comú Podem. Este escenario en sí mismo también es complicado, porque la abstención de Podemos tanto para facilitar un gobierno de derecha como de izquierda tendría un coste político alto.

¿Hasta qué punto podría ceder cada uno de los partidos y cuáles serían sus irreductibles (además de la lucha por/en contra de la independencia? Estamos por verlo.
Pronóstico del juego

 

Las que se esperan sean las elecciones con más participación de la historia de Cataluña no podrían tener un escenario más complicado como el que existe ahora. En Girona, la segunda provincia más relevante políticamente, se respiran aires rasposos, las divisiones políticas son evidentes: la gente camina por su ciudad con lazos amarillos, que simbolizan la exigencia de que de liberen a los llamados “presos políticos”, otros van cansados de que la discusión pública sea solo en torno a la independencia y otros están notoriamente molestos por la encrucijada a la que una parte de la clase política ha llevado a Cataluña y su gente.

Al momento de que escribo estas líneas todavía faltan 2 horas para que los colegios electorales cierren, la jornada transcurre con normalidad y después de varias charlas con amigos, coincidimos en que nadie podrá formar gobierno y que Cataluña tendrá que vivir unas segundas elecciones en las que, para ese entonces, algunas posiciones podrían cambiar y el abstencionismo también haría lo suyo. En todo caso, y si no se forma gobierno, pierde Cataluña y su gente.

Si esto no fuera suficiente, dos días después de las elecciones, la rivalidad entre España y Cataluña encarnará en un juego de pelota: el Barcelona se enfrenta contra el Real Madrid y ahí sí, los “blaugranas”, hará de las suyas… de nuevo.

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