Alan Glass, el último surrealista, será distinguido con la Medalla Bellas Artes
Alan Glass, reconocido como figura clave del movimiento surrealista, recibirá el máximo galardón que otorga el INBA a los creadores que con su obra han contribuido a la cultura nacional, la Medalla Bellas Artes. La entrega de esta distinción será el miércoles 15 de noviembre a las 19 h en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Alan Glass es considerado uno de los últimos surrealistas. Nació en Montreal en 1932 y, como André Breton declaró al conocerlo, “nació surrealista”. De pequeño, Alan gustaba de coleccionar retazos de tela, botones y juguetes de porcelana que consideraba tesoros y guardaba en cajas. Su asombrosa sensibilidad estética fue moldeada por los azules paisajes del monte Saint-Bruno, llenos de luciérnagas y flores silvestres, donde pasaba el verano todos los años y que, de acuerdo con la investigadora y curadora de arte Masayo Nonaka, tendrían gran repercusión en su obra.
Desde niño mostró un talento poco común para el dibujo y la pintura. Ingresó en 1949 a la Escuela de Bellas Artes de Montreal. Gracias a su talento sobresaliente terminó sus estudios (un programa de cuatro años) en la mitad del tiempo. Durante su segundo y último año fue alumno de Alfred Pellan, pionero del arte moderno en Canadá.
En 1952, Glass fue becado por el gobierno francés. Se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de París, la Escuela del Museo del Hombre y La Soborna. En París conoció a Breton, Benjamin Péret, Victor Brauner, Toyen, Roberto Matta, Alberto Giacometti y pintores expresionistas abstractos como Joan Mitchell, Sam Francis y Jean-Paul Riopelle. Las amistades que forjó con los surrealistas en ese momento tuvieron un profundo impacto en su vida y obra. Desde entonces sigue relacionado con los sobrevivientes y estudiosos del movimiento surrealista.
Amigos suyos lo llevaron a ver a Breton y Péret, a quienes mostró sus dibujos con bolígrafo. Esta técnica deslumbró a Bretón –padre del surrealismo–, quien organizó junto con Péret una exposición individual de Glass que fue ampliamente reseñada en la prensa. Breton también lo invitó a participar en las reuniones surrealistas, a las cuales casi no asistió debido a su carácter introspectivo.
Glass llegó por primera vez a México en 1962, motivado por el impacto que dejó en él una calaverita de azúcar que vio en casa de Aube Elléouët, hija de Breton. Al año siguiente regresó a Francia. No obstante, su estancia fue breve, pues como él mismo ha declarado, México lo había conquistado.
Desde 1958, Glass ha expuesto su trabajo en Francia, México, Canadá, Estados Unidos, España y Alemania. En nuestro país su obra ha sido exhibida en museos tan importantes como el del Palacio de Bellas Artes, el de Arte Moderno, el Tamayo Arte Contemporáneo y el de Arte Contemporáneo de Oaxaca. Asimismo, museos internacionales como el Metropolitano de Arte de Nueva York, el de Arte Moderno de París y el de Bellas Artes de Quebec albergan parte de su obra.
Alan Glass radica desde 1963 en México, donde ha desarrollado su carrera artística durante más de medio siglo. Al llegar a nuestro país, rápidamente se involucró en la escena artística local e hizo amistad con creadores como Manuel Felguérez, Alice Rahon, Pedro Friedeberg, Bridget Tichenor, Vicente Rojo, Kati Horna, Lilia Carrillo, Pita Amor y Leonora Carrington. Pertenece, desde 1999, al Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Con Carrington, Glass desarrollo una profunda amistad. Se veían cada semana, viajaron juntos a Canadá y Estados Unidos, y visitaron centros budistas. Tenían en común el gusto por la lectura de libros sobre esoterismo, budismo tántrico, gnosticismo y otras doctrinas. “Ella siempre estaba de buen humor. Percibía la magia en todo. Nos reíamos mucho y nunca hablábamos de arte”, ha declarado Glass.
Poseedor de una sensibilidad peculiar, Glass es reconocido por sus cajas, en las cuales, a partir de elementos cotidianos como botones, guantes, mechones de cabello, muñecos, conchas de mar o pedazos de tela, entre otros —muchos de ellos encontrados al azar en sus andanzas por mercados de pulgas alrededor del mundo—, logra disponerlos con belleza artística única e imaginación.
En 2006, Aube Elléouët integró en la Collection Phares —una serie de películas sobre artistas surrealistas— el documental A través de Alan Glass, realizado por el cineasta mexicano Tufic Makhlouf, el cual reúne testimonios de artistas y personas cercanas a Glass, incluidos Carrington y Alejandro Jodorowsky.
Seis años más tarde, Masayo Nonaka publicó Alan Glass, donde aborda la vida, la obra y el papel fundamental del artista dentro del surrealismo. Al referirse al estilo de Glass, escribe: “Aunque pueda parecer que sus cajas son meras ensambladuras de ‘objetos encontrados’ no relacionados, sí encontramos entre ellas elementos claramente coherentes y de tipo código: naturaleza, erotismo y poesía. Inventó un microcosmo visionario en el que —tal como escribe Octavio Paz sobre el surrealismo— ‘la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, ya no serán percibidos como contradicciones’”.
De acuerdo con la crítica de arte Gloria F. Orenstein, “atraído por las artes folclóricas de México, Alan ha incorporado la infinita variedad de creaciones singularmente festivas que se producen aquí en la totalidad de su impresionante obra (…) Como artista surrealista con ansias de conocer el mundo y con una pasión por la ‘belleza convulsiva’ promulgada por André Breton, es un tributo conmovedor a México que lo haya escogido como hogar permanente, el país de su deseo ferviente, de su inspiración artística y del florecimiento maduro de su excepcional visión creativa”.