Homenaje a Amalia Hérnandez, símbolo de la mexicanidad a través de la danza
Cautivada por la música y la danza tradicional que conoció en diversos lugares del país, Amalia Hernández es uno de los personajes más importantes en el ámbito cultural, al crear una tendencia en la danza folclórica mexicana. La fundadora del Ballet Folklórico de México, logró marcar una de las tendencias más representativas de la danza mexicana en la segunda mitad del siglo XX y ser punto de partida de muchos artistas.
“Llegó a convertirse en un símbolo de ‘mexicanidad’ a través de su obra más importante: el Ballet Folklórico de México, conocido mundialmente y utilizado como imagen del país, dentro y fuera de éste”, asegura la investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza (Cenidi Danza) del INBA, Margarita Tortajada Quiroz, en su texto Amalia Hernández: audacia y fuerza creativa.
Para celebrar el Centenario del Natalicio de Amalia Hernández, nacida el 19 de septiembre de 1917, el Ballet Folklórico de México, la Compañía Nacional de Danza y la Orquesta Sinfónica Nacional por primera vez unirán esfuerzos en una gala que se llevará a cabo este domingo 17 de septiembre a las 12:15 horas, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
La primera bailarina de la Ópera de Berlín, la mexicana Elisa Carrillo participará en la coreografía Sones antiguos de Michoacán. El resto del programa estará conformado por La Revolución, Los Matachines, Fiesta de Tlacotalpan y La danza del venado, entre otras, y sobresale el remontaje de la pieza Los mayas.
Bajo la dirección de Eduardo García Barrios, la Orquesta Sinfónica Nacional acompañará al ballet en los cuadros Los Mayas, Huapango, La vida es un juego, Danzón Nereidas y Sones Antiguos de Michoacán. En estas últimas dos obras es en las que la Compañía Nacional de Danza (CND) se integrará con los bailarines del Ballet Folklórico de México.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de la República y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) también ha programado diversas presentaciones, la entrega de la Presea Cervantina al Ballet, un documental realizado por el Canal 22 y la publicación de dos libros.
Se trata de la tercera edición de El Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, editado por Fomento Cultural Banamex, que incluye un nuevo apartado resultado de la investigación realizada por Margarita Tortajada.
El otro volumen, editado por el Cenidi Danza, recoge datos biográficos poco conocidos y la vida personal de la bailarina y coreógrafa, el cual se presentará a finales del año en la Gala Homenaje Una Vida en la Danza, en el recinto de mármol.
Promotora de la belleza dancística de México
Amalia Hernández mostró su gusto por la danza desde muy pequeña, incluso, su padre Lamberto Hernández, hombre de negocios, militar y político hizo construir un estudio en donde recibió clases privadas de danza mexicana con Luis Felipe Obregón y Amado López; danza española con Encarnación López La Argentinita, y de ballet con la maestra francesa Nelsy Dambre y el ruso Hipólito Zybin.
En 1934 ingresó a la Escuela Nacional de Danza, dirigida por Nellie Campobello y fue alumna de ésta y de su hermana Gloria, además de tomar clases con Ernesto Agüero, Dora Duby, Tessy Marcué y Xenia Zarina.
Al crearse la Academia de la Danza Mexicana (ADM) dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes en 1947, Amalia Hernández se incorporó como maestra y coreógrafa en donde creó la pieza Sonatas que recreaba el cuadro La primavera, del pintor Botticelli.
Más tarde, participó en la fundación del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo (1948); luego se integró al Ballet Waldeen, y en diciembre de 1949 regresó a la Academia de la Danza Mexicana con el estreno de la obra Sinfonía india en el Palacio de Bellas Artes.
Promovió la creación del Ballet Moderno de México (BMM) con el que en 1952 tuvo la oportunidad de estrenar Sones michoacanos, una de las piezas que más ha permanecido en el repertorio dancístico.
Aunque el Ballet Moderno de México desapareció en 1954, Amalia Hernández siguió trabajando con el Ballet de México, agrupación conformada por ocho bailarinas fundada en 1952 y que para 1959 cambió su nombre para convertirse en el Ballet Folklórico de México (BFM).
Con nuevos bríos y un fortalecimiento técnico, ese mismo año, la compañía tuvo la oportunidad de participar en el Festival de las Américas en la ciudad de Chicago en donde recibió una gran ovación y un reconocimiento público que provocó que la revista Life, le dedicara su portada.
El éxito continuó y para 1961, el Ballet Folklórico de México obtuvo el primer lugar en el Festival del Teatro de las Naciones de París, en el que compitió con 36 espectáculos de todo el mundo, lo que provocó el lanzamiento internacional de Amalia Hernández y su compañía.
Desde entonces, el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández se ha convertido en todo un referente para las agrupaciones de este género dancístico, ya que desde los años sesenta ha realizado la coreografía para 40 ballets formados por 76 bailes regionales en los que destaca la música, el rigor técnico, los elaborados y vistosos trajes típicos y las coreografías originales.
Con más de 100 giras internacionales por 60 países y más de 300 ciudades, es la única compañía mexicana que ha logrado obtener reconocimiento a nivel mundial y viajar a casi todas las naciones como embajadora oficial de la danza mexicana, además de recibir más de 400 preseas a lo largo de sus más de sesenta años de historia.
Fallecida en noviembre del año 2000, la bailarina y coreógrafa Amalia Hernández fue distinguida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes Artes 1992 en el área de las Bellas Artes, y su herencia continúa para proyectar a nivel nacional e internacional la belleza de México a través de sus bailes desde las culturas precolombinas, los movimientos resultado de la influencia española y la fuerza popular de los tiempos revolucionarios, así como las expresiones contemporáneas nacidas de la tradición.