Cuando una película mediocre se vuelve nota por el morbo
¿Has oído hablar de El Cádaver de Anna Fritz? Es una película española que trata acerca de la necrofilia. En sí, también tiene ligeros esbozos de un tratado sobre la fama y el angry mob en un mundo después de reality del Gran Hermano pero su principal punto de venta, por diseño, es la necrofilia o el hecho de que alguien tenga relaciones sexuales con un cadáver. El punto se vuelve todavía más incómodo cuando vemos el contexto completo: el empleado de una morgue decide ¿abusar? del cuerpo sin vida de una mujer. Vamos aumentarle dos rayitas: Una famosa actriz, dentro de la ficción, la cuál queda reducida a juguete sexual de un empleado español que en sus sueños pudiera siquiera haberle hablado.
Por definición, la trama es Serie B, es decir, pitera por definición. La mujer no-viva-tampoco-muerta despierta mientras el hombre abusa de ella y todo se vuelve un desastre. El típico gag psicológico que malamente han reciclado las cintas del género desde Ringu. No estamos ante la fineza de It Follows, sino de algo entre las tetas por mostrar tetas de Viernes 13 y las cintas slasher de los dos miles.
Como es natural en las producciones independientes, la producción ha pasado por un largo camino. Filmada en 2013, estrenada en 2015 en su país de origen y apenas en 2017 haciendo eco en América Latina.
¿Se le desestima por su tema? Al igual que varias cintas Serie B, sus reseñas son mediocres. Por ejemplo, en IMDB tiene 5.9/10 y no ha trascendido a la prensa internacional o el sector festival. Es una mala película, con notoriedad debido al morbo. Y a diferencia de otras historias de terror, que se pierden en el olvido del nicho o los servicios de streaming, estamos hablando de El Cádaver de Anna Fritz sólo por su gimmick, un desadaptado teniendo relaciones sexuales (y una violación, de hecho) con una mujer fallecida.
El efecto Streisand, una vez más. Es decir, el morbo por lo prohibido.
Y no es la primera vez que una película mala se vuelve notoria por los tabúes.