Enrique Alfaro: ser oposición es marcar la agenda
Este domingo, el gobierno del estado de Jalisco realizó varios anuncios en respuesta al planteamiento que en días pasados hicieron Enrique Alfaro y los alcaldes de la Zona Metropolitana de Guadalajara por el gasolinazo que el gobierno federal impuso con el apoyo del PRI, el PAN y sus partidos satelitales.
Destaca la decisión de no incrementar las tarifas del transporte público, así como la aprobación de medidas de austeridad como la eliminación del presupuesto a partidos políticos que Movimiento Ciudadano ha impulsado tanto a nivel local como federal.
Lo que sucede en Jalisco debería ser replicado en el resto del país por una razón muy importante: ahí se ha construido una oposición que ha podido escapar al maniqueísmo de un debate que a nivel nacional sólo vislumbra dos opciones: el entreguismo de la oposición tradicional o la auto-exclusión de una oposición emergente.
En Jalisco, durante los últimos 5 años, Movimiento Ciudadano y Enrique Alfaro han demostrado que ser oposición es marcar la agenda y ser útiles a la vida de la gente. No sólo han logrado aprobar una ley de participación ciudadana, una ley de austeridad desde el Congreso del Estado y la simbólica eliminación del fuero a nivel local: gracias a la dominante presencia de Alfaro y Movimiento Ciudadano en el debate público, el gobierno del estado ha tenido que imitar políticas públicas en favor de la movilidad (bicicletas públicas), el transporte público, los estímulos educativos e, incluso, la austeridad.
Jalisco es el único estado del país, por ejemplo, que ha entablado un debate a fondo sobre la corrupción e impunidad solapadas desde el Poder Judicial: fue gracias a una demanda pública del jefe de seguridad en Guadalajara que se logró la destitución del presidente del Supremo Tribunal de Justicia en el Estado.
En contraste con los “actores nacionales”, que son espectadores medrosos de la crisis de la vida pública que vive México en todos los frentes, en Jalisco hay una oposición que no evade su máxima responsabilidad: hacer que la política tenga resultados concretos. Allí, a diferencia de lo que pasa en la política nacional, el líder de la oposición no está esperando el 2018 para ayudar a que la gente viva mejor.
Tal vez eso sea porque, a diferencia de Anaya, Zavala o Nuño, que entienden la política como la disputa de los cargos, o del propio López Obrador, que parece luchar por demostrarnos permanentemente su superioridad moral, Enrique Alfaro es un político con formación de ingeniero: si no resuelve problemas, se aburre. Alfaro entiende que hay momentos en que nada es más revolucionario que ser pragmáticos.