SNL y el humor catártico en los tiempos de Trump contra Hillary
En Estados Unidos también suelen ser ridículas las elecciones. Una mujer más que preparada para ser la líder del mundo libre (cómo les gusta decir a los gringos) tiene que demostrar su valía ante un bufón racista, fracasado y misógino.
Si bien en México están los cartones y el desfogue vía las redes sociales, pocas veces se ha hecho sátira política en televisión abierta durante horario estelar. Los Hechos de Peluche tal vez fueron tan arriesgados, al ser caricaturas de Cárdenas y Fox, que tuvieron que salir del aire. La Parodia era tibia como una leche dejada fuera del refrigerador toda una tarde. Y en realidad bastantes moneros solamente exageran un discurso común o popular al exacerbar el copete de Peña o que Calderón es de baja estatura. Pocos tienen, por ejemplo, la pericia del genial Jis al hablar de todo y nada en [por ejemplo] un cuadro con uno de sus monos sufriendo asfixia autoerótica mientras su esposa dice al perro que hay que dejarlo ser.
House of Cards nos planteó una elección vil durante este año pero la lucha del malvado Frank Underwood contra su rival republicano, joven y guapo, fue sobrepasada por la realidad. A inicios de año se veía como una especie de broma el que Trump fuera el candidato oficial de los republicanos. La realidad superó a la ficción. Es cuando el mundo más necesita periodismo adversarial como el de The Intercept o el tratamiento tabloide del desparecido Gawker, medio que fue llevado a la bancarrota por un aliado de Trump.
Sin embargo, los estadounidenses siguen contando con Saturday Night Live para burlarse en la jeta de sus dos candidatos presidenciales. Ayer tocó la sátira del peor debate jamás hecho, en referencia al segundo encuentro entre Clinton y Trump. Ambos estaban en mundos diferentes pero no dejó de ser un desperdicio, al enfocarse en ataques [ni siquiera tan certeros] y dejando de lado las propuestas.
El vídeo:
¿Se imaginan algo así en México? ¿Tienen los políticos mexicanos la piel tan delgada para soportarlo? ¿O acaso solamente no es nuestro tipo de humor?