Discutiendo el Populismo (1/3)
Fotografías: Annick Donkers
Donovan Hernández es Doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es autor de los libros “La crisis en la cabeza. Reflexiones desde Michel Foucault”, (Vejamen/ UNAM, México, 2010) y “Discutir la biopolítica. Mapa de una problematización” (EAE, Alemania, 2011). Actualmente se desempeña como docente y postdoctorante.
La Entrevista
¿Por qué crees que EPN decidió discutir el populismo en Canadá?
La política peñista suele confundir los niveles y las instancias de los discursos. En una gira internacional, donde está tratando de afianzar el TLCAN, quizó utilizar el escaparate internacional para hacer un llamado de atención a la política nacional. Al criticar al populismo, EPN busca conjurar el obradorismo.
¿Qué se entiende por populismo?
Puesto así, es un concepto que se ha usado para representar ciertas formas de régimen, sobre todo en América Latina y el Norte de África -en el tercer mundo- como una manera para definir un estilo de gobierno en que las masas son conducidas por un caudillo de talante carismático. En esos casos, es común que la representación parlamentaria sede a los mandatos directos de este líder, que se comporta como soberano.
¿Qué ejemplos de populismo podemos nombrar en esa definición?
El Ayatollah Jomeini, Hugo Chávez, el Peronismo en Argentina, etc.
¿Por qué populismo tiene una connotación negativa?
No siempre. Para Ernesto Laclau el populismo tiene que ver con la conformación del pueblo. No habría acción política en el sentido moderno si no se pudiera articular al pueblo a partir de demandas lo suficientemente generales como para disputar la hegemonía en términos discursivos y políticos. Esa sería su importancia.
El mejor ejemplo de esto son las protestas de Egipto de 2011. La gente se manifiestó contra Hosni Mubarak con pancartas que decían: “el pueblo quiere que caiga el régimen”. No es una demanda positiva. No dicen: “queremos que caiga este régimen para establecer aquel otro”. Empero, es una demanda lo suficientemente general, vacía, para convocar a múltiples fuerzas de distintos abanicos ideológicos. En ese sentido, el acto fundamental de la política es populista, porque articula a ese actor fundamental de la política, que es el pueblo.
Enrique Krauze escribió que las diferencias entre el discurso de Peña y Obama partían de una confusión terminológica, pues el último no estaba al tanto del sentido de la palabra más allá de USA. Mientras que ahí significa “abrir una sensibilidad popular”, en Europa y América Latina se refiere al culto a una personalidad, que actua por encima de las instituciones y promueve el odio de una parte de la nación hacia otra. ¿Qué piensas de su apunte?
El significado depende de tradiciones de lucha política, aunque es cierto que en Europa se usa para denostar, principalmente en los marcos de organización de la extrema derecha. Por ejemplo, el Le Pennismo lo usa para criticar a todas las políticas que incluyen a los migrantes o a los refugiados. Este uso estratégico de la palabra populismo en Europa no corresponde al latinoamericano del todo, pues aquí tiene más que ver con el caudillismo y el liderazgo carismático. En USA, por otra parte, la idea de la lucha populista se organizó en gran medida por los movimientos por los derechos civiles.
¿Cómo se impuso la idea peyorativa con que lo relacionamos?
¿Valdría la pena resignificar la palabra desde las izquierdas? ¿Es mejor abandonarla, buscando otros términos que no generen la sospecha inicial que actualmente provoca decir populismo?
Al criticar al populismo, EPN busca conjurar el obradorismo.
Dependerá de los actores, principalmente de los partidos políticos, pero creo que dificilmente alguien podrá utilizar ese concepto como algo positivo. Ahora bien: más allá de la lucha de los partidos reformistas en México, si pensamos lo que pasa a nivel de las autonomías, sostengo que hay otras formas de articular. Y de eso se trata.