Mexico 20: Antología de política mexicana (Al diablo la poesía)
Fuera de las camarillas, los grupúsculos, y las cloacas del hampa literario (Pacheco dixit) a muy pocos les interesa la poesía, y a nadie las antologías que se realizan en su nombre. Tal es el caso de la más reciente antología: Mexico 20. La nouvelle poésie mexicainne, que ha suscitado una polémica en el pequeño mundo de los poetas mexicanos.
La antología es el resultado del gran esfuerzo (con esto me refiero al fuerte apoyo económico que recibió) de la Secretaría de Cultura de México y el gobierno Francés, para dar a conocer un panorama de la poesía mexicana contemporánea en el Marché de Poésie (Mercado de la Poesía) que se realiza cada año en París, y que en esta ocasión tiene a nuestro país como invitado de honor. La compilación fue realizada por Jorge Esquinca, Tedi López Mills, y Myriam Moscona; a quienes se les acusa de reunir “a su amigos”, como señaló la poeta —no antologada— María Rivera en su cuenta de Facebook.
Además de Rivera, muchos otros poetas han expresado su opinión. La discusión tiene varias aristas, a continuación señalaré tres que me parecen importantes. En el plano estético, se acusa que la antología –como la gran mayoría de las antologías que se han publicado a lo largo de la historia—no reúne a las mejores expresiones de la poesía mexicana, es decir, faltan algunos y sobran otros. En el plano editorial, no fue hecha bajo criterios rigurosos ni inclusivos, sino bajo el criterio imponderable de las afinidades selectivas. Y, en el plano político, la reunión de amigos focaliza una situación que da testimonio de la descomposición, la arbitrariedad, y la injusticia del sistema cultural institucionalizado –vía el aparato editorial oficial—, así como de su miseria moral. ¿Cuál de estas tres perspectivas es más importante? No lo sé.
En resumen, se trata de la selección de lo más granado de la poesía oficial, realizada con recursos públicos, por un grupo literario con poder (puesto que está allegado al poder político); sé que esta aseveración a nadie sorprende.
Iván Cruz Osorio, en su artículo “#México20: Valijas diplomáticas, secretarías de Estado y la ética del escritor” pone el dedo en la llaga: “El PRI se ha encargado de no enemistarse con sus intelectuales, al contrario, le gusta reclutarlos, y para muestra hay muchos botones vivitos y coleando. El asunto es de índole ética.” Cruz critica principalmente la participación en la antología de dos poetas: Óscar de Pablo, quien se ha manifestado como un militante de la izquierda, y Julián Herbert, “un vocero del dolor ajeno”; ambos poetas parece que se han olvidado de que en los actos más simples la falta de congruencia se pone en evidencia. O como diría Hugo de Mendoza, “para entrar a la Institución, hay que divorciarse de la ética”
Heriberto Yépez, a través de su cuenta de twitter, también ha señalado a Herbert: “Ahora tu papel @julian_herbert es defender una antología oficial, transa, y lo estás haciendo, atacando a sus críticos. @AntonioOrtugno”. Salvo por uno que otro comentario, el nivel de la discusión ha sido verdaderamente pobre, señalo argumentos como el del mismo Herbert: “Mis 13,206 seguidores de Twitter tiemblan como pequeñas hojas del otoño tras los retuits adversos de una cuenta con 406 seguidores.” La discusión es sólo un cotilleo aún, pero espero que, tanto participantes como detractores, la lleven a un plano mucho más interesante.
Óscar de Pablo, ha escrito lo siguiente a través de twitter: “¿Qué es lo que más indigna a un poeta mexicano? a)La brutal represión al magisterio mexicano b)Que se publique una antología donde no aparece”. De Pablo, señala algo que me parece importante destacar, sería ingenuo pensar que todos los detractores de esta antología son blancas palomitas de la pureza, muchos han sido beneficiarios de recursos públicos, llámese becas u otro tipo de apoyos, durante su trayectoria poética; no trato de juzgar a nadie, cada lector sacará sus propios juicios.
Por lo tanto, en esta pequeña reflexión, no está en entredicho el talento de ninguno de los involucrados, sino la posición que juega dentro del campo cultural. Para pensar en torno a este tema, recurro a una idea de Foucault: “…la formación de los discursos y la genealogía del saber debe ser analizadas a partir no de tipos de conciencia, de modalidades de percepción o de formas de ideologías, sino de tácticas y estrategias de poder”. Me parece que debemos partir desde aquí, pensar en las redes de actuación de cada uno de los participantes y en la forma en que construyen su nombre como capital simbólico. No olvidemos esto: “el poder en el campo cultural resulta de la conjunción de estos recursos: carisma, autoridad, información, prestigio, legitimidad, respaldo institucional, riqueza y/o relaciones con personas poderosas de otras esferas sociales. Y habilidad para convertir en poder tales recursos. Todo esto coadyuva a que la firma de un escritor se vuelva capital simbólico.” (Patricia Cabrera López, Una inquietud de amanecer)
En México se confunde la autoridad con el poder. La autoridad se gana, entre otras cosas, con manifestaciones de congruencia, por ejemplo, pruebas de independencia respecto al poder político.
PD: Ya que estamos hablando sobre poesía, no puedo evitar invitarlos a la discusión en torno a este tema (me refiero a la poesía) que se llevara a cabo en La Casa del Poeta, dentro del ciclo Crítica y Pensamiento, con la participación de los poetas Alejandro Higashi, Rocío Cerón e Iván Cruz Osorio. Más detalles en la siguiente imagen.