Elecciones 2016: El análisis completo de una palestra de cuatro puntas
Las elecciones del pasado 5 de junio definieron una nueva conformación de las fuerzas políticas en el país. En vista del cambio de posiciones, el tablero hoy se puede dividir en por lo menos cuatro polos:
Por un lado encontramos al PRI, que a pesar de su derrota, sigue teniendo mayoría en las gobernaturas estatales y en el Congreso, además de la Presidencia de la República. El PAN aparece en otro extremo, fortalecido por victorias inesperadas, y se perfila, por su parte, como un partido de derecha muy competitivo para 2018. Morena, el tercer vértice, se convierte en la principal opción de izquierda del país, si bien no pudo hacerse de ninguna gobernatura. Por último, a pesar de la crisis que atraviesa, el PRD sigue a cargo de la ciudad más grande del país, obtuvo victorias en coalición y cuenta con un porcentaje del electorado nacional suficiente para coaligarse y determinar una elección reñida dentro de dos años.
¿Qué vale la pena destacar del proceso?
♦ Las elecciones demostraron la complejidad del escenario político. La idea de un partido omnipotente que gana las elecciones sin oposición real es más un vago recuerdo que una realidad. En la actualidad, la pluralidad y la movilidad de fuerzas políticas en diversas entidades de la República es la regla.
♦ Prácticas como la compra de votos o el acarreo siguen vigentes. Ante estas circunstancias, el sistema político mexicano oscila entre lo moderno y lo vetusto, con momentos democráticos y episodios clientelares que se alternan.
♦ Aunque los candidatos independientes no fueron protagonistas en esta oportunidad, se lograron victorias importantes en Ciudad Juárez y Parral, así como un espacio en la Constituyente de la Ciudad de México Podemos adelantar que ciudadanos sin partido buscarán algún puesto de representación popular importante para 2017, e inclusive la Presidencia de la República en 2018.
Guerra sucia
Los contrastes
La impunidad cuenta
♦ Los medios tradicionales –sobre todo la televisión y la prensa escrita- han perdido su capacidad para influir de manera determinante en los procesos electorales.
♦ El uso de dinero ilegal en las elecciones ha sido escandaloso. Integralia ha mostrado que en las elecciones de 2012 el flujo de efectivo aumentó 37 mil millones de pesos, mientras en elecciones intermedias de 2015 se incrementó 29 mil millones. El clientelismo moviliza la economía, a la vez que destruye la política.
♦ Decir que fallaron los pronósticos de las casas encuestadoras es ser demasiado generosos. Más que un instrumento de medición, las encuestas se han convertido en una herramienta para perfilar favoritos. En esta elección, prestigiosas firmas fracasaron metodológicamente, pero también en sus apuestas de cucharear cifras para favorecer a ciertos candidatos.
Las claves de ajuste del régimen
1. La fragmentación política.
Hacia 2018, para cualquier partido será muy difícil gobernar con una victoria que se sostenga en menos del 30% del electorado. Considerando los cuatro polos que hemos señalado, asumiendo que candidatos independientes entren en la contienda electora y si las fuerzas políticas compiten por separado -o con sus alianzas convencionales- el porcentaje de votos al que se puede aspirar es a poco más de una cuarta parte del padrón, lo que equivale a un escenario de ingobernabilidad, dominado por bloqueos emanados de la falta de consenso.
Las principales opciones para superar la fragmentación hacia 2018 son:
♦ Gobiernos de coalición El Pacto por México es un ensayo de esta idea. Por eso, en 2014 se establecieron las bases jurídicas para formalizar su existencia, por vía de la reforma del artículo 89 de la Constitución, el cual ahora consigna que: “Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: […] XVII. En cualquier momento, optar por un gobierno de coalición con uno o varios partidos políticos representados en el Congreso […] El gobierno de coalición se regulará por el convenio y el programa respectivos, los cuales deberán ser aprobados por mayoría de los miembros presentes de la Cámara de Senadores. El convenio establecerá las causas de la disolución del gobierno de coalición”.
♦ Establecer la segunda vuelta presidencial como mecanismo para dar mayor legitimidad al ejecutivo.
♦ Un movimiento social articulador que puede resultar en una alianza de las izquierdas, pero que en las condiciones actuales, también puede venir desde la derecha.
♦ Transitar hacia un sistema parlamentario. Supone administrar la diversidad mediante nuevos mecanismos de concertación y con fórmulas de representación que asuman la pluralidad como una virtud central del sistema político.
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2.- Rearticulación de la derecha mexicana.
En acuerdo con un artículo publicado en “El Universal”, en las recientes elecciones seis obispos promovieron el voto de castigo contra el PRI: el de Cuernavaca, el de Xalapa, el de Aguascalientes, el de Chihuahua, el de Tlaxcala y el de Tulancingo. No sería de extrañar que en algunos estados de la República las iglesias –la católica particularmente- hiciera campaña en favor del PAN a partir de su oposición a la iniciativa constitucional de matrimonios igualitarios, la opción de adopción y la legalización de la marihuana promovidas por el Ejecutivo en los últimos meses.
Un sector importante de la derecha empresarial también ha puesto su futuro en el PAN. Para atacar al PRI se valdrán de temas como la corrupción, la impunidad y la ausencia de rendición de cuentas. Vale destacar que la izquierda no ha logrado crear un relato atractivo que le de protagonismo en esta crucial agenda.
3.- El eterno dilema de las izquierdas.
Triunfos y derrotas
LOS DATOS
El PAN
Sin duda alguna la gran sorpresa de estas elecciones fue la victoria del PAN en 7 de las 12 gobernaturas en juego. Acción Nacional logró imponerse al PRI en estados que nunca antes habían experimentado alternancia política, como Tamaulipas, Veracruz y Chihuahua. En la mayoría de estos casos la victoria se debe a fuerzas políticas locales que hicieron sinergia con el desprestigio de gobernadores impresentables. Ante esta victoria sorpresiva, el PAN parece haber recuperado el respaldo de un gran sector de la ciudadanía, por lo que el partido que dirige Ricardo Anaya se perfila como uno de los favoritos para ocupar Los Pinos en 2018.
Esta victoria puede causar también diversos problemas dentro de las filas del blanquiazul. Antes de las elecciones, Margarita Zavala había declarado sus intenciones de ser candidata por este partido a la Presidencia de la República. Ella aseguró también que en caso contrario, iría como independiente en las elecciones. Sin embargo, quien sale fortalecido de los comicios es Ricardo Anaya, que busca también ser el candidato rumbo a 2018. Esto podría causar severas fricciones dentro del partido, afectando sus posibilidades para volver a la presidencia después de seis años. Mucho se juegan en su capacidad de mantener un proceso interno limpio, que no les desprestigie ni desgaste.
El PRI
El partido de Enrique Peña Nieto es sin duda el gran perdedor de estas elecciones. En primer lugar, no lograron obtener las 9 gobernaturas que había prometido el actual dirigente del partido, Manlio Fabio Beltrones. En segundo término, la derrota del PRI se puede traducir como un rechazo hacia los cuatro años de la actual administración presidencial. Al mismo tiempo, no puede entenderse el revés sin comprender las razones locales que llevaron a los electores a sacar al partido de sus estados: corrupción, desigualdad, pobreza e inseguridad son solo algunas de los problemas que aquejaban a gran parte de los sitios gobernados por el tricolor.
Esta derrota les pone en alerta de cara a las próximas elecciones para gobernador, en especial en el Estado de México, su bastión. También surge la incógnita respecto al posible candidato a la Presidencia por este partido, pues la situación que atraviesa el país pone en duda la viabilidad de alguien que venga del actual gabinete de EPN. La seguridad, las finanzas y la educación no se encuentran en su mejor momento, por lo que Osorio Chong, Videgaray y Nuño tienen un panorama complicado para aspirar a la nominación. Esto podría abrir las puertas a priístas que antes tenían pocas probabilidades para competir, como Meade o Massieu.
Morena
El reciente partido de Andrés Manuel López Obrador no obtuvo ninguna gobernatura, pero alcanzó un posicionamiento importante en entidades como Veracruz y Oaxaca. Es importante señalar que este partido tiene muy concentrado el voto en el centro-sur y sur-sureste del país, con excepción de Zacatecas.
La mayor victoria de Morena fue en la Ciudad de México, en donde fue la fuerza más votada para la conformación de la Constituyente. Si bien el partido de Andrés Manuel no cuenta con presencia importante en gran parte del país, parece haberse impuesto en la batalla por representar a la izquierda en México. Empero, para ganar la Presidencia necesitará conformar una coalición con otros partidos, como Movimiento Ciudadano, el Partido del Trabajo e inclusive el propio PRD.
PRD
El PRD no fue el gran perdedor de esta contienda, en parte porque tiene ya muy poco que perder. Las pasadas elecciones demuestran la grave crisis de legitimidad y representación del sol azteca, que a pesar de todo, sigue vivo: en tándem con el PAN logró ganar tres estados. Vale decir que ha pasado de ser un partido con la fuerza suficiente para competir de manera autónoma en los comicios, a convertirse en una bisagra que necesita de alianzas con partidos más grandes para sobrevivir. Siendo esa lógica la consagrada en estas elecciones, es posible que veamos a los amarillos participando también en una alianza para la Presidencia de la República en 2018. La pregunta es: ¿Con cuál partido formará coalición?
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