Cuando el desempleo disminuye, la informalidad aumenta.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía informó el día de ayer que la tasa de desempleo en diciembre bajó a 4.1 en comparación con el mes pasado cuando la tasa estaba en 4.3. La disminución del desempleo se ha mantenido constante si tomamos en cuenta que esta misma tasa se encontraba en 4.6 en diciembre y 5.1 en noviembre pero de 2014. Si nos comparamos con otros países, México tiene un nivel de desempleo menor al resto del mundo e inclusive con economías desarolladas. La tasa de desempleo mundial cerró en 2014 en 5.6, mientras economías como la de Estados Unidos y Francia terminaron con tasas de 6.2 y 9.9 respectivamente. A pesar de contar con menor desempleo, esto no represente necesariamente un aspecto positivo de la economía mexicana. Por el contrario, paradojicamente la alta ocupación laboral en el país demuestra la debilidad del mercado laboral en México.
Toda población en la edad y capacidad de trabajar se le conoce como Población Económicamente Activa (PEA). En el caso de México toda persona arriba de los 15 años hasta su jubilación se encuentra dentro de esta población. La PEA se divide en dos grupos, las personas que están ocupadas y las desocupadas. Estas últimas son las que INEGI mide para conocer la tasa de desempleo del país. Una persona desempleada es aquella que entra dentro de la PEA, que no tiene trabajo, lo quiere tener y se encuentra buscándolo. Esta forma de medir el desempleo, sin embargo, no contempla la diferencia que pueda haber entre trabajar en el mercado formal o en el informal. Por lo tanto, la tasa de desempleo en México no ayuda a explicar completamente la fortaleza o debilidad de la economía para generar trabajos.
Si bien en México gran parte de la PEA se encuentra trabajando, la mayoría de las personas en este grupo lo hacen dentro del mercado informal. Para el segundo trimestre del presente año, 29.1 millones de mexicanos obtuvieron ingresos provenientes de negocios que no se constituyen ante el fisco como empresas formales. Esta cifra representa un aumento del 2% con respecto al año anterior. Hasta 2015, las personas en el sector informal representaron el 27.3% de la PEA.
Si a esta cifra le agregamos las demás actividades que se consideran como informales, como el free lance, las personas que trabajan en labores domésticas, etc., el número de personas en la informalidad aumenta a más del 50% de la PEA. En este caso, seis de cada 10 personas que trabajan en el país lo hacen en alguna actividad fuera del mercado formal. Es tal un número de personas en este sector, que el impacto de la economía informal llega a generar hasta el 25% del PIB (Producto Interno Bruto).
A pesar de que la gente se encuentra trabajando y percibiendo algún ingreso, este tipo de ocupación perjudica más que ayudar. Por ejemplo, la economía formal produce el 75% del PIB en México, si el 60% de la PEA se ocupara en actividades del mercado formal, la productividad en el país podría aumentar considerablemente. Por otra parte, mientras más gente se encuentre en el mercado informal, menos recursos tendrá el Estado. El fisco mexicano pierde el 35% de sus ingresos debido a todas las personas que se encuentran dentro de la informalidad laboral, lo que representa pérdidas económicas del gobierno que se traducen en menos inversión pública.
La baja tasa de desempleo en México alumbra más penas que glorias. La débil economía mexicana no ha logrado incorporar a millones de personas que buscan en la informalidad un sustento de vida para ellos y sus familias. Si bien el bajo desempleo sirve como paliativo ante el mal momento económico nacional y mundial, al mediano y largo plazo la informalidad minará el desarrollo económico y social del país.