Según la UNICEF, el derecho de los niños, niñas y adolescentes a una educación de calidad es un aspecto fundamental para el desarrollo de cada país. Y pese que el porcentaje de niños de 6 a 14 años, según el INEGI, ha ido en aumento en los últimos 40 años, persiste que 6 de cada 100 niños no asisten a la escuela, como tampoco el 43% de quienes tienen15-19 años.
Y aunque pueda quedar más que claro, la calidad de la educación en México ha sido evaluada muchas veces y los resultados han permanecido, pese a que sigamos debatiendo si evaluar de una forma o no funciona, miles de jóvenes concluyen estudios con enormes carencias, muchas empresas no los contratan y el país no logra que su capital humano trascienda. De fondo la indiferencia del estado es desastrosa ante éste gravísimo problema. Lo que demuestra una vez más que el diseño de políticas públicas en el país, una vez más, falla en el diagnóstico. Para muestra un registro de ellos.
El Reporte de Capital Humano 2015 realizado por el Foro Económico Mundial demuestra la ineficiencia de la educación. México, según la publicación, se ubica en el lugar 102 de 124 en calidad de la educación primaria, educación que se considera reciben los menores de 15 años. Para los mayores de esa edad y hasta 24 años, el país se encuentra en el ranking 107.
Además, ubica a México en el número 72 de 124 en las oportunidades para el sector laboral para los menores de 15 años y 63 para mexicanos entre 15-24 años.
Según otro apartado del estudio, la calidad en la enseñanza de matemáticas y ciencias está por debajo de la media (2.71 de 7), la calidad de las escuelas de negocios está por encima, y sin embargo, aún es precaria, con 4.24 de 7. Apesar de todo es el octavo país en tener más graduados en ingeniería, manufactura y construcción.
El índice de capital humano consta de 46 indicadores en los que se busca una relación entre los niveles de educación, las habilidades y la capacidad de la sociedad para impulsar el desarrollo económico. México se ubica en el lugar 58 del total de países.
En otro estudio internacional, según la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), en su informe How´s life México ocupa el último lugar de 36 países en cuanto al bienestar con su nivel educativo. Pero no sólo eso, la educación es lo que más preocupa al mexicano, seguido (en orden) por la salud, la satisfacción, seguridad y empleo.
El estudio anticipa que los estudiantes de 15 años de edad tienen una de los peores desempeños en competencias de matemáticas, lectura y ciencias, según la prueba PISA, donde cerca de 50% de los alumnos en educación básica no alcanzan los niveles de suficiencia en esas áreas. Sólo 0.6% de los estudiantes mexicanos se ubicaron en los niveles más altos (5 y 6) de la prueba. En contraparte, el país tiene cada vez más maestros en primaria y secundaria, con cerca de 478 mil profesores.
Sin embargo, México fue uno de mejor calificados por sus bajos niveles de desigualdad de género en la educación, ocupando el tercer puesto (según la OCDE). En los últimos años, el acceso a educación media de niños y niñas mexicanos ha sido parejo. En contra sentido tiene uno de los mayores desequilibrios regionales, situación que solo Turquía supera, siendo Chiapas la región peor evaluada y el Distrito Federal la mejor en ese rubro, pero lejos a su vez de la mejores ciudades en el mundo.
En otro estudio, el “Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo” en su versión “La Educación para Todos, 2000-2015: logros y desafíos de la UNESCO” (Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) se destacan tendencias en la materia: en síntesis, aún con rezago en la consecución de los objetivos de la educación para todos, el progreso ha sido global: desde el 2000 hay 84 millones más de niños y adolescentes en la escuela, de los cuales, 52 millones son niñas.
En México, ya en el ciclo escolar 2008-2009 se alcanzó el cumplimiento de la obligatoriedad de la educación preescolar a partir de los 3 años. Desde entonces, se ha incrementado la cobertura en 2.3 puntos porcentuales, resultando en el cumplimiento de la meta.
Se ha conseguido alcanzar la meta de la universalización de educación primaria, México es uno de los países con mayor índice de transición entre primaria y secundaria (superando el 94% correspondiente a la media mundial y superior al 93% que es la media para América Latina y el Caribe).
En alfabetización de adultos, se ha logrado un avance significativo. Se destaca en el informe que esta meta es la que refleja avances más lentos en todo el mundo. En el 2014, la SEP lanzó la Campaña Nacional de Alfabetización y Abatimiento del Rezago Educativo 2014-2018 para enfrentar a 32 millones de Mexicanos en situación de analfabetismo y rezago educativo, entre los cuales hay 3.3 millones de mujeres en situación de analfabetismo y 1.5 millones de hablantes de lengua indígena.
México ha cumplido la meta de equidad de género en primaria. En educación secundaria, hay más mujeres asistiendo a la escuela que hombres. Es necesario incrementar esfuerzos en lograr la permanencia en la escuela y culminación de estudios de los varones. México ha participado en los estudios internacionales SERCE y TERCE. En la comparación entre ambos, se muestran avances en la reducción de la brecha entre población rural y urbana. Mientras que en 2006, en la prueba de lectura, había más de 40 puntos de diferencia entre ambos, para 2013, la diferencia se redujo a 10 puntos.
La relación educación y economía
Es un hecho que el problema educativo tienen impacto sobre el rezago del desarrollo del país. Según el estudio del CIDE, “La brecha de talento en México y sus costos económicos” al menos parte del mediocre desempeño económico del país pudiese estar asociado a sus bajos niveles de calidad educativa.
México no sólo está lejos del promedio de la OCDE (13%) y en los últimos lugares, sino que está por debajo de su desempeño esperado dado su nivel de ingreso, gasto y características del sistema educativo. De acuerdo con el estudio, dadas sus características económicas, México debería tener 7% en los niveles 5 y 6.
No obstante, al analizar las entidades federativas por separado se observa que el porcentaje de estudiantes talentosos también presenta una alta variación. Querétaro, por ejemplo, tiene 1.9% de estudiantes talentosos, es decir, un porcentaje similar a Chile y, en el otro extremo, Michoacán y Guerrero tienen cerca de 0.1%.
Por otra parte, en el estudio se encontró que incluso los estudiantes más privilegiados del país, es decir aquellos que tienden a recibir mejores condiciones educativas en las escuelas privadas a las que asisten, no son competitivos con otros estudiantes de altos ingresos a nivel mundial. Así, por ejemplo, el porcentaje de alumnos del decil socioeconómico más alto que obtuvieron niveles 5 y 6 en PISA matemáticas en el 2012 fue el penúltimo más bajo entre los países latinoamericanos que participaron en esa edición de la prueba. Estos datos sugieren que para estos alumnos, la posibilidad de mantener su posición dominante en la escala socioeconómica no pasa o depende muy poco de qué tanto desarrollan sus talentos individuales sino de sus activos heredados.
Finalmente, los autores de dicho estudio, estimaron el costo económico de la brecha de talento en el mediano plazo usando un método de simulaciones y construcción de escenarios. Como primera estimación, se calculó que el impacto sobre el crecimiento del PIB per cápita en caso de mantener los status quo en términos de calidad educativa, sería marginal, de apenas 1.6% en 40 años. En un segundo escenario se calcularon los beneficios de elevar el porcentaje de estudiantes en los niveles 5 y 6 a un 7% de los estudiantes. Esta reforma aumentaría en 28% el PIB per cápita actual en 20 años y 132% en 40 años.
A pesar de sus beneficios sobre el crecimiento económico a largo plazo, México no cuenta con políticas públicas sólidas enfocadas a identificar, acompañar e incrementar el número estudiantes talentosos.
El dilema de la evaluación
El árbitro, el contralor, el auditor, el inspector y el comité no suelen ser los personajes más “queridos”. Por otra parte es difícil utilizar una herramienta de evaluación que considere toda la información de forma justa y objetiva. ¿Quién debe sacar el 10? ¿El que tiene una gran memoria o el que tiene una gran capacidad de entendimiento? Dependiendo de la herramienta que se utilice se puede premiar a unos u a otros. Difícilmente a ambos.
Nos guste o no, fuimos, somos y seremos evaluados, juzgados, seleccionados e identificados con base en una calificación. Desde el nacimiento nos someten al “Test de Apgar” y de ahí no dejamos de realizar pruebas y recibir calificaciones (exámenes parciales, finales, departamentales, de titulación, certificaciones, de admisión, de oposición).
A nivel gubernamental se han realizado diferentes esfuerzos para llevar a cabo evaluaciones. En el caso específico de la educación, pruebas estandarizadas como ENLACE y EXCALE (nacionales) y PISA (internacional) han buscado, de una forma objetiva, general y estandarizada, medir conocimientos y habilidades en diferentes etapas del sistema educativo. Como toda prueba, siempre ha existido mucho debate en torno a ellas.
Por una parte se critica su diseño y contenido. Una de las críticas más comunes a su diseño es que sólo premian (reconocen) a aquellos estudiantes que tienen más facilidad para contestar este tipo de exámenes (en EE.UU. se les conoce como “expert test takers”). Por otra parte también se critica su implementación pues la venta de exámenes, colusión entre autoridades y escuelas, alumnos haciendo trampa, y maestros que convierten sus clases en meros talleres para resolver (memorizar) guías para los exámenes, son una triste realidad.
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A pesar de sus propias limitaciones y de las críticas que han recibido, los exámenes estandarizados como PISA y ENLACE ofrecen un panorama de la educación básica y media superior que no debe pasar desapercibido. Por un lado les ofrece a los estudiantes la posibilidad de medir su desempeño y compararlo contra el de otros estudiantes; a los padres de familia les permite comparar entre los diferentes programas y escuelas, y a las autoridades locales y federales le ofrece información sobre el estado y la trayectoria de la educación en el país. En un contexto más amplio, evaluar la educación es evaluar el futuro del país.
Hace no muchas décadas el reto y la métrica importante era lograr que la gente supiera leer y escribir; de ahí poco a poco la exigencia se fue haciendo menos general y más especializada hasta llegar al punto de no conformarnos con que la gente sepa leer/escribir sino que tenga conocimiento (idealmente un dominio) de ciertas herramientas y conceptos. En la medida en que han cambiado los objetivos, también lo han hecho los instrumentos de medición.
El siguiente paso que debe darse en el ámbito de la evaluación de la educación es dejar de enfocarnos en evaluar qué “conceptos” se han aprendido y mejor enfocarnos en evaluar las “competencias” que se han desarrollado. En este sentido, tanto ENLACE como PISA nos muestran carencias muy importantes de competencias básicas en gran parte de los niños y jóvenes de nuestro país. Los resultados están a prueba de todo.