Ciencia zombie: La naturaleza muestra que no todo es ficción

Las hordas de criaturas come-cerebros que aterrorizan nuestras calles son una de las ficciones más recurrentes en la televisión y las películas de la actualidad, pero lo cierto es que los zombies nunca podrían ser reales… ¿o sí?

De hecho, hay un número creciente de ejemplos documentados en el reino animal de parásitos que cambian el comportamiento de sus anfitriones y hay una creciente evidencia de que los humanos no son inmunes a las manipulaciones similares a zombis.

Es un tema que fascina a la bióloga evolutiva teórica Athena Aktipis de la Universidad Estatal de Arizona, que dirige un podcast llamado “Zombified” que aplica la ciencia del mundo real a los tipos de historias apocalípticas que el cineasta George Romero popularizó por primera vez en la década de 1960 y que ahora es uno de los géneros de terror más comunes.

En la naturaleza la zombificación no es tan rara

“Más de la mitad de las especies que conocemos en la Tierra son parásitos”, explica Aktipis. Un ejemplo es el hongo Ophiocordyceps, que libera esporas que infectan el cuerpo de la hormiga carpintera, lo que le permite hacerse cargo de la actividad locomotora del insecto.

Eventualmente, mata a su anfitrión al obligarlo a abandonar su nido y morder un pedazo de vegetación que le produce una infección similar al tétanos en la mandíbula. Es entonces cuando el hongo parásito brota de la cabeza de su huésped en forma de una estructura de crecimiento típica de los hongos llamada estroma. Por la noche, cuando las hormigas no infectadas buscan alimento, esta estructura libera más esporas infecciosas y se repite el ciclo que dura de 2 a 3 semanas.

“Estamos totalmente convencidos de que los comportamientos mostrados por las hormigas benefician al hongo”, dijo Charissa de Bekker, profesora asistente de biología en la Universidad de Florida Central que está llevando a cabo una investigación genética para comprender mejor el proceso de infección.

Un insecto parasitado por Ophiocordyceps sp.

Otro ejemplo entre los insectos proviene de dos especies diferentes de avispas, la avispa cuidadora de criptas (Euderus set) y la avispa parasitoide Basettia pallida. Kelly Weinersmith, profesora de biología en la Universidad de Rice que formó parte del equipo que realizó el descubrimiento, explica que los ejemplares de la segunda de estas avispas encuentra un roble crea un compartimiento en forma de cripta y deposita sus larvas. Con el tiempo, las larvas crecen, hacen un hueco grande y dejan el árbol.

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Pero esto no ocurre exactamente así cuando Euderus set 1Nombrada así en referencia a Set, el dios egipcio del caos que encerró a su hermano Osiris en una cripta para mutilarlo y asesinarlo. inyecta su propio huevo dentro de las larvas de Basettia pallida. A partir de ese momento, este huevecillo actúa como un súper parásito (denominado así ya que se trata de un parásito que infecta a otro parásito) que manipula al huésped original para masticar un agujero que es demasiado pequeño para escapar, de modo que al final solo pueda sacar la cabeza.

La larva de Euderus set literalmente se come por dentro a la avispa adulta de Basettia pallida y cuando termina de desarrollarse, mastica un agujero y emerge a través de su cabeza. La propia Bekker califica todo el proceso como algo “súper espeluznante”.

¿Qué hay de los humanos?

Si crees que nada como esto podría pasarle a los humanos, piénsalo de nuevo. El parásito unicelular Toxoplasma gondii puede haber infectado a unos 40 millones de estadounidenses, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

El parásito “evolucionó de alguna manera para hacer que una rata se excitara por el olor de la orina del gato, por lo que se acerca a uno y se acurruca con él. El gato se come a la rata y con ello completa el ciclo de vida del toxoplasma; si eso no es zombificación, entonces ¿qué es?”, dijo Aktipis.

Las personas pueden infectarse al comer carne poco cocida, o a través de sus gatos domésticos, especialmente al limpiar sus cajas de arena. Algunos estudios han informado una asociación entre la infección cerebral por parásitos y los rasgos de personalidad, como la toma de riesgos y la agresión, aunque otra investigación ha cuestionado estos hallazgos.

La rabia, igualmente, hace que los animales y las personas sean agresivos. Y en algunos casos hace que los humanos se exciten sexualmente. De hecho Aktipis ha escrito recientemente un artículo donde explica que cada vez hay más evidencia de que las bacterias en nuestros intestinos cambian nuestras emociones y comportamiento, incluido lo que queremos comer.

Estar preparado

Por supuesto ciertos aspectos de la ficción zombie son completamente no científicos. Por un lado, los cuerpos se descomponen rápidamente, lo que significa que las enormes multitudes de muertos vivientes que se ven en “The Walking Dead” se incapacitarían rápidamente a medida que su carne y músculos se desintegraran en unos días a unas pocas semanas, dependiendo del clima.

También requeriría un gran salto evolutivo para que el toxoplasma haga a los humanos lo que hace a las ratas. Pero Aktipis, quien organizó la reunión interdisciplinaria sobre medicina del apocalipsis zombi el año pasado y planea otra conferencia de este tipo en 2020, cree que plantear tales escenarios puede ser una forma útil y divertida de aprender sobre estos temas  y pensar en futuras amenazas.


Su recomendación final es simple, si eres de los que creen que los zombies vendrán por ti (si es que hasta el momento el sistema económico no te ha convertido en uno de ellos), prepara una bolsa de suministros vitales como kits de primeros auxilios, unos buenos zapatos que puedas usar como un arma y bastante whisky para esterilizar el agua y heridas (o beber si las cosas se ponen realmente mal).

Con información de Phys.org | Selección, traducción y edición del Colectivo Alterius

Referencias

Referencias
1 Nombrada así en referencia a Set, el dios egipcio del caos que encerró a su hermano Osiris en una cripta para mutilarlo y asesinarlo.
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