Basta de politiquería: el presidente al espejo

#VueltayVuelta es una columna de Carlos Aguirre

Ante los abucheos que siguen en algunas plazas como recientemente en Nayarit y en Jalisco. El Presidente fue claro: basta de grillas y politiquería, es momento de hacer política. El gobernador Enrique Alfaro le dijo al Presidente que como él podía ver, había quienes seguían en las campañas. Y después en su turno al micrófono, Alfaro les dijo a los que abucheaban que “si no querían oír” y no terminó la frase, quizá para evitar algún video incómodo en redes sociales.

Tienen razón ambos, es momento de hacer política, de utilizar el poder para buscar que el país se convierta en un lugar mejor para todos. Sin embargo, quizá esa polarización y ese sentimiento de que seguimos en campañas ha sido alimentado por el propio presidente, quien en su tono de discusión ha propiciado que la polarización aumente. El presidente es quien ha alimentado la polarización hacia medios de comunicación como el Reforma, como si se tratara de una edición más de una denuncia de guerra sucia que empezó en 2006. El comportamiento de periodistas y medios de comunicación al cubrir las ruedas de prensa también ha sido evidencia de ello: parece que hay que hacer “puntos” con el candidato puntero.

Además de ello, los actos públicos del presidente tienen un formato similar al de campañas, con mítines públicos, dejando claro a los amigos y enemigos. Por ejemplo en ese mitin con Enrique Alfaro, lanzó un ultimátum a Grupo Carso para terminar un tramo de carretera, en otros momentos ha realizado consultas a mano alzada y en otros defendido a gobernadores.

Tienen razón: basta de politiquerías; pero también basta de narrativas que aumentan esa sensación de politiquería. Hay quienes afirman que hay que acostumbrarnos a un nuevo estilo de gobernar, más abierto, distinto, valiente, atrevido, que tiene como pilar la comunicación. Y para entender el asunto un poco mejor, quisiera ir a un texto muy relevante de Rubén Aguilar sobre un libro de Canel: “se consolide el perfil de un gestor y directivo público que tiene que ser a la vez comunicador, y el de un comunicador que al comunicar se convierte en gestor de lo público” y reafirma su idea que gobernar es comunicar y comunicar es gobernar. AMLO lo entiende perfectamente. El principal comunicador de su gobierno es él mismo. Cuando él dice que hay que dejar de hacer politiquería se lo dice a sí mismo.

Y derivado de su lectura del libro de Canel, Aguilar se plantea la siguiente reflexión sobre la campaña permanente: “El problema se genera en los gobernantes que centran su comunicación en “venderse”. En el mediano plazo los ciudadanos asumen que se les quiere manipular, para garantizar la reelección. La comunicación de “campaña permanente” necesariamente polariza a la sociedad. ¿Qué hacer?” En este caso, ya lo han escrito en la comentocracia, es evidente que esta campaña permanente ha polarizado a la sociedad, al menos a la tuitera. La misma pregunta que se hace Aguilar, nos la planteamos nosotros. ¿Qué hacer? El presidente pide dejar la politiquería. Una de las primeras salidas es dejar sus técnicas de comunicación que construyen esa narrativa de campaña permanente. Claro que esto es radicalmente complejo para él y su equipo más cercano: lo han hecho durante 13 años y han sido efectivos.

 

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