Los subtítulos de Roma importan, pero para que las personas con sordera puedan disfrutarla

En los videojuegos  suele pasar algo con los títulos más populares: son jugados tanto y de maneras tan extremas, ya sea por competencias en línea o por speedrunners, que salen a relucir situaciones poco exploradas por sus creadores. Estos son los famosos bugs, que para nada son errores de programación o planeación, sino aspectos curiosos que sólo son posibles cuando alguien consume demasiado dichos contenidos interactivos.

Esto tiene un análogo en las películas ya que la gran mayoría son experiencias para disfrutarse una vez, reflexionarlas y posteriormente verse revisitadas. Muchas, como Ace Ventura envejecen sin dignidad y más bien políticamente correcta. Otras como The Dark Knight se vuelven más estúpidas si se vuelven a experimentar con demasiada frecuencia. Pocas son las producciones como Donnie Darko o el reciente Bandersnatch de Black Mirror para Netflix, que están pensadas  en el repeat repeat.

Justamente con el auge de los servicios de streaming, estamos observando situaciones peculiares con productos audiovisuales que son consumidos demasiado, de manera democrática y al mismo tiempo por millones de personas. Roma es un claro ejemplo, ya que cada semana parece haber una nueva nota o polémica alrededor de su producción, realización o distribución.

Roma pone en la mira un debate acerca de los apoyos visuales para  personas con limitaciones del sistema auditivo, algo poco novedoso, pero de lo que no se habla tanto y una película tan popular se está  prestando a dichas conversaciones.

Resulta que, al igual que cientos de cintas en Netflix o Amazon Prime, Roma tiene una pista de subtítulos pensada en el español ibérico aunque la cinta original tiene la propia en español latino, o nativo de su elenco y creadores. Esto suele pasar desde los tiempos de los DVD, si bien no es tan común esta diferenciación por región. Es más frecuente observarlo en el lado del audio, especialmente en series, con pistas gachupas o dobladas en un irreal español neutro (generalmente en Chile o México).

Es así como leemos una especie de thinkpiece (sí, este redactor es fanático de los anglicismos) en El País respecto a un tema importante pero con -juicio de valor- un enfoque poco importante. El texto recoge opiniones como la de Jordi Soler en relación a que el cambiar “ustedes” por “vosotros”, o “gansito” (el pastelito) por “ganchito” (una botana española) es algo fuera de lugar y con una visión paternalista sobre el lenguaje, imponiendo una interpretación española ante una obra en su mismo idioma.

Desconozco en este momento si es por la polémica, pero al momento de ingresar a Netflix para ver Roma en México me encuentro con una pista de subtítulos que no indica que sea “Español de España”, aunque claramente tiene marcado el “CC” que hace referencia al close captioned, el estándar para que las personas con sordera o problemas auditivos puedan disfrutar una película por medio de subtítulos.

Independiente de eso, en la nota de El País se muestra evidencia de las diferencias y libertades de los traductores. ¿Importa? Tal vez no tanto, aunque el propio director expresó su desagrado:

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Un debate en el que el propio Cuarón lo tiene claro: “Es parroquial, ignorante y ofensivo para los propios españoles”, explicó este martes el cineasta por correo electrónico. “Algo de lo que más disfruto es del color y la textura de otros acentos. Es como si Almodóvar necesitara ser subtitulado”.

¿Por qué digo que no importa? Es una costumbre arraigada en el consumo de cines o series de España, lo insultante que suele ser la adaptación de títulos y contenidos. Es más, hasta en los videojuegos ya que un clásico que en todo el mundo se conoce como Bomberman en España fue conocido como -respiren hondo- Pepe y los Globos. Ya no hablemos de Luke Trotacielos o Wolverine en su versión Lobezno.

Ahora, hay arista más interesante y por la que volvemos a que no es importante el debate sobre si es colonialista la traducción o si las audiencias españolas necesitan una ayuda para entender:

El que existan los subtítulos, al final, para una película de un mismo idioma del oyente no sólo es un tema de verlo en el iPhone cuando no se tienen audífonos, sino un apoyo para que muchas personas con dificultades auditivas puedan disfrutar el contenido. Ya sea un español ibérico usando Netflix en España, o una traducción fiel en la versión mexicana.

Al final, nadie nos quita las versiones originales.

H/T {Sopitas en Twitter}

 

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