La tos de nervios

El mundial empezó un día del padre, al menos para mí y para México. Si bien es cierto, como buen futbolero, que seguí los partidos del jueves, del viernes y del sábado; la emoción que provoca un mundial y que nos hizo enchufarnos con la justa fue el domingo frente Alemania.

Elisa, Luis Javier y yo portamos una playera verde de la selección con el apellido Aguirre en la espalda; el destino decidió que nuestra familia portara los apellidos Aguirre Aguirre, así que no hay nada patriarcal en nuestros dorsales; ese recuerdo quedará para siempre.

Llegamos al altar familiar, tres sillones rojos, esos sillones que mis abuelos heredaron y que resultaron muy buenos, llevan más de 20 años en casa, se hunden y te abrazan, como dice mi papá: es imposible no dormirte en ellos. Al menos que en la pantalla esté el debut mundialista de México frente a la campeona del mundo.

Hoy, a toro pasado. Muchos afirman que le ganamos a la peor Alemania de los últimos años. Pero bueno, Alemania nunca había sido eliminada de una ronda de grupos. Algo hizo México para eso: al menos ser, la mejor selección de los últimos años, sí por arriba de la famosa de La Volpe.

Los nervios no los sentía hasta que me senté al lado de mi hermano. Su tos lo delató. Los nervios estaban presentes. Es una tos de perro, que sale de la panza, de esa panza que se pone nerviosa, sube por la garganta y la fuerza demasiado hasta toser en múltiples ocasiones, parece que ahoga, parece que algo dentro quiere salir: no pasa nada, son los nervios, el coraje, la emoción y la pasión.

La tos es de familia.

Lozano decide fallar la primera, gritamos y nos tapamos la boca, tosemos.

Lozano decide embocar la segunda, gritamos, besamos a los bebés para que vean que esto de los gritos es por felicidad, nos abrazamos y en el medio tiempo comemos quesadillas del mercado de Santa Tere; de esas que Guillermo del Toro disfruta cada vez que está en Guadalajara.

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Mi hermano no come, sus nervios lo llevan a ese nivel. Y vaya que es un hombre de mal humor cuando no come.

También eso del mal humor si uno no come es de familia.

El segundo tiempo es un desafío a la tos, sale y sale en múltiples ocasiones. Mi mamá pide agua para los hombres que se ahogan. Que es normal, repetimos. No pasa nada.  

El partido agoniza, Márquez parece darle calma, Jiménez saca al héroe nacional y Álvarez da un gran partido. El partido no acaba, nos ponemos nerviosos. La tos sigue.

El cielito lindo suena, los comentaristas alivianan la tos. Piden resguardar los monumentos rusos. Termina el partido, la tos acaba, México le ganó al campeón del mundo.

Ese logro, hoy minimizado, es enorme, la perfección del momento quedará en nuestra memoria, cada quien desde su hogar, desde su casa, nunca lo olvidará, los niños crecerán con el recuerdo de la victoria y no de la derrota. Eso es un triunfo enorme; aunque hoy no lo veamos.

Nos salimos a fumar, la tos cedió y mi hermano me escribió horas después:

  • Fue una mañana espectacular, le faltó una foto, pero no importa, en la memoria queda.

En la memoria queda la victoria, lo que comimos, lo que vestimos, lo que sufrimos y lo que tosimos, pero más, que estuvimos juntos. El dios del futbol lo permitió: fue en domingo.

Ante la derrota contra Suecia, los nervios eran peores, estábamos fuera con una etapa de grupos ejemplar, venciendo a Alemania y Corea con autoridad y dando un mal partido con Suecia. En otro partido, Corea hacia lo suyo y eliminaba a Alemania, lo que automáticamente nos calificaba.

La tos era insoportable, lastimaba.

El partido terminó, México calificó a la siguiente ronda, la conversación con mi hermano fue:

  • Sufrí mucho
  • Demasiado, casi vomito de la tos- respondí.
  • Me pasa igual- sentenció.

El lunes después de las elecciones, la tos estuvo una noche antes mientras los candidatos salían a asumirse perdedores. Los nervios llegaron. Al día siguiente, entre las múltiples actividades postelectorales, el partido no se vivió igual. Me debe una la democracia.


El futbol es una maravilla, porque orilla a los seres humanos que les gusta, a sentir esas pasiones.

Esas pasiones, que evidentemente no solo sentimos en el futbol, mi hermano y yo hemos hablado mucho de la tos: nos pasó cuando iban a nacer nuestros hijos, cuando estamos ante una entrevista importante, ante un momento tenso, estresante, cuando nos íbamos a casar, cuando algo importante va a pasar en nuestras vidas o cuando una tragedia sucede, claro que ninguna es comparable entre sí. Pero algo dice de nuestra intensidad por la vida, nuestro aferrarnos a ella y a sus alegrías y momentos importantes.

Cada quien decide en qué deposita sus alegrías y sus recuerdos, es muy válido, a nosotros nos hace toser el futbol y lo disfrutamos.


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