El voto migrante cierra registros: Somos los que somos y estamos los que estamos

El pasado 31 de marzo fue el último día que tuvieron los mexicanos residentes fuera de las fronteras nacionales para registrarse y conformar la Lista Nominal de Electores Residentes en el Extranjero (LNERE), y con ello poder votar a la distancia. De esta manera, vale la pena realizar algunas consideraciones importantes en torno al voto de los mexicanos en el exterior para las elecciones a celebrarse el próximo 1° de julio.

Luego de la Reforma político-electoral de 2014, la expansión de los derechos políticos de los ciudadanos mexicanos residentes en el extranjero (específicamente, el voto) experimentó múltiples cambios tendientes a robustecer la figura del voto extraterritorial: se ampliaron las fechas de registro, se contemplaron legalmente alternativas a la clásica modalidad postal (aunque para la elección de 2018 sólo se implementará el voto por correo tradicional); el alcance electoral ya no sólo contempla la elección presidencial, sino también que los paisanos puedan participar en la elección para senadores; y en función de la “armonización electoral”, algunas entidades federativas aprobaron también la participación extraterritorial para la elección de Gobernador y Jefe de Gobierno (que en 2018 específicamente son: CDMX, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla y Yucatán).

Otro elemento de suma importancia, es que por primera vez en la historia, los ciudadanos mexicanos en el extranjero pueden tramitar su credencial para votar fuera de las fronteras nacionales, lo que para algunos expertos, es uno de los eslabones que concatenaría al mecanismo electoral con una participación más consistente y representativa que la de los procesos electorales anteriores (recordemos que en la elección de 2006, votaron 32,621 de 40,876 ciudadanos registrados, mientras que en 2012 votaron 40,714 de los 59,115 registrados).

Bajo la anterior premisa, hay dos posibilidades reales de registro: para quienes tramitaron su credencial en México, el 31 de marzo fue el último día para registrarse a través del portal http://www.votoextranjero.mx. Además, también fue la fecha límite para iniciar el trámite de solicitud para obtener la credencial de elector.  No obstante, hay un dato importante a tener en cuenta para quienes tramiten su credencial desde el exterior: no es suficiente con recibirla, sino que es necesario activarla. Si la credencial fue tramitada antes del 1° de septiembre de 2017, la fecha límite para su activación fue el día 31 de marzo de 2018; pero si el documento fue tramitado a partir del 1° de septiembre de 2017 y hasta el 31 de marzo de 2018, se podrá activar con fecha límite el 30 de abril de 2018, luego de recibirla. Es decir, si no se activa la credencial antes de esa fecha, los ciudadanos no podrán ser incluidos en la LNERE, y por tanto no podrán ejercer su derecho al voto.

Lo que no hay que perder de vista, es que si bien existen mecanismos institucionales que buscan maximizar la participación, procurando garantizar que se escuche la voz de nuestros paisanos; la complejidad de los trámites, aunada a la falta de mayor alcance de una difusión efectiva de los pasos a seguir para ejercer el mecanismo de voto extraterritorial para la ciudadanía de la mayor diáspora del mundo occidental, han sido dos de los principales obstáculos que impiden su pleno cumplimiento.

Los esfuerzos institucionales del INE y de los OPLES, aunque valiosos, han tenido presencia en ciudades de alta tasa migratoria, pero también hay datos de Organizaciones de la Sociedad Civil, como Migrante Vota en las que se ha confirmado que existen poblaciones migrantes que ni siquiera tienen conocimiento pleno de su derecho a votar en las elecciones de su país de origen. Susana Mercado, integrante de la organización Migrante Vota, ha detectado y enumerado algunos de los principales problemas logísticos que representan retos prácticos para al potencial votante desde el exterior:

  • Los plazos de registro y voto carecen de claridad y tienden a ser confusos.
  • No hay una campaña institucional que describa paso a paso los trámites a seguir (una cita en el consulado para tramitar la credencial, llevar los documentos [acta de nacimiento, identificación con fotografía y comprobante de domicilio], la recepción y activación de la credencial y la emisión del voto postal).
  • Respecto a los documentos que debe llevar el ciudadano, no hay precisión respecto al comprobante de domicilio, pues difícilmente éste se encuentre a nombre de un migrante, y otras veces, un mismo domicilio represente el hogar de más de un mexicano en el extranjero.
  • El voto postal genera incertidumbre en los votantes. No saben si va a llegar y si se va a respetar en el trayecto de regreso a México.

Aunado a lo anterior, al mecanismo de voto de los mexicanos en el extranjero los circundan áreas grises que deterioran la confianza de los paisanos en el extranjero: los migrantes, quienes en general tienden a desconfiar en las instituciones mexicanas, se inclinan más a participar en espacios comunitarios ciudadanos que en eventos institucionales organizados por los consulados o por el INE y los OPLES. En otras palabras, aunque es mucha la expectativa que tienen del voto, hay un rechazo institucional que es posible distinguir, por lo que un reto para las autoridades electorales es aminorar esa brecha de desconfianza a través de programas mucho más integrales.

En ese respecto, Migrante Vota ha generado una serie de propuestas tendientes a replantear el mecanismo en cuatro pilares de acción: respecto al trámite de la credencial de elector, respecto a la necesidad de imparcialidad política de las representaciones de México en el exterior, también en función de mayor visibilidad y difusión del mecanismo especialmente en embajadas y consulados; y finalmente en relación con el sistema de citas en el sistema Mexitel (información disponible en www.facebook.com/MigranteVota/ y www.migrantevota.org/).

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En relación a la credencialización desde el exterior, el INE ha recibido más de medio millón de solicitudes de las cuales, con fecha al 8 de marzo de 2018, se ha activado poco más del 29% de las mismas, lo cual puede responder a la falta de información, al desencanto frente a la complejidad del trámite o bien que tener la credencial de elector sea más como un mecanismo de identificación que un eslabón para participar en las elecciones nacionales e 2018. Lo anterior, seguramente podrá  comprobarse cuando se conozca la votación total emitida desde el exterior, lo cual también hay que mencionar, tiene como máximo de envío el 30 de junio de 2018.

El tema del voto de los mexicanos residentes en el extranjero, es sin duda uno de los más relevantes en un país como el nuestro, en el que a veces parece que la geografía es destino. Nuestros paisanos en el exterior han contribuido cultural, económica, social y políticamente, nutriendo más nuestra rica y vasta cultura. Que voten es su derecho, y aunque instituciones como el INE y los OPLES han realizado esfuerzos importantes, más que nunca deben construirse espacios horizontales tendientes a mayor participación e involucramiento ciudadanos. Esta elección es histórica, y la voz de quienes por razones diversas decidieron poblar el mundo, es un elemento necesario para nutrir el debate democrático.

Para muchos, el laberinto borgiano impregnado en las instituciones y la tramitología mexicana trascendió las fronteras nacionales, sin embargo, -sin ser optimista, sino realista- cada paso institucional –aunque discreto- representa un avance en la consolidación de este mecanismo que permite a nuestros conciudadanos votar desde la lejanía. Recuperando la inferencia que hizo Martha Naussbaum que interpreta  lo dicho alguna vez por Diógenes cuando afirmó “soy ciudadano del mundo”, es que existen dos comunidades: la comunidad local en la que nacemos, y la comunidad de deliberación y aspiraciones humanas que es verdaderamente grande y verdaderamente común, en la que no miramos esta esquina ni aquella, sino que medimos las fronteras de nuestra nación por el Sol. Esta es la comunidad de la que básicamente emanan nuestras obligaciones morales, de la que una sin duda alguna, el ejercicio de la ciudadanía a través del voto libre es una de ellas.

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