Matza Maranto Zepeda #VocesVioletas

#VocesVioletas es un espacio semanal dedicado a compartir poesía escrita por mujeres de México y Latinoamérica.

Matza Maranto Zepeda nació en Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas. Doctorante en Ciencias Sociales y Humanísticas en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA). Realiza la cápsula radiofónica Ex libris para el programa Andares, la cultura y sus rutas del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía de Chiapas.  Es autora del poemario Atajos para llegar a nadie (SE del Estado de Chiapas, 2011), Peldaños (UNISON, 2012), Trozos de azogue (Nueva York 2013) y su trabajo de investigación está incluido en el libro Tomar la palabra (Juan Pablos Editores, 2016). Fue becaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico 2011 y es Premio Estatal de la Juventud 2010 en la categoría de Poesía.


Daguerrotipo

 

Yo, sin ojos, te miro transparente.

Antonio Gamoneda

 

 

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Abro la galería y el pie de foto indica:

tarde de junio.

Un disparo que no da al blanco,

puntero a la nada.

El hilo que nos dibuja se sostiene con la fe.

La imagen es nítida como un aguacero.

Lo sabemos:

Llegamos aquí vestidos de vacío,

no teníamos qué perder

y ello nos arrojó a lo inevitable.

En la fotografía

sostengo tu brazo firme a mi respiración.


El silencio es la felicidad que nos habita.

Domingo de junio.

Ahí estábamos

tú sumergido en la embriaguez del verano,


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yo, sosteniendo una verdad a trozos.

Tarde de junio

No hubo asiento de café

que advirtiera quiénes éramos,

Junio

La tarde era el páramo que fundábamos.

Tu amor es la lanza que atraviesa al animal que huye.

Es junio

y somos la  fisura del cristal quebrado.

Fotografía de junio:

tu existencia nació antes de la imagen.

Enfoca

Hemos capturado a la nada.


Tres cartas desde Oimiakón

 

Chillidos frutados en la nieve,

el secreto en geranio convertido.

José Lezama Lima

 

1

Las calles de esta ciudad que habito

tienen vastos carriles,

en medio un tren de vida sin animación locomotriz.

Esto soñé mientras en el vagón temblaba el piso,

espacio donde ahora deposito mi condición gravitacional.

 

 

2

La nieve en el trópico es infame.

Vendas nubliselváticas cubren los ojos de lechuzas

bajo esta pertinaz llovizna.

Balas de granizo consolidan atajos para agrietar el viento.

Al final, el llanto que reprimes,

aquel sollozante alivio que columpian tus tensos hombros,

granos de sal en la desazonada guarnición del presente,

platillo puesto sobre mantel de nieve.

 

3

Uno no debe hacer del andén un memorial.

Al final, cada ventana habla de mí,

del miedo que se consume en el resonar de timbres.

Era de mí de quien hablan aquellas cartas,

sólo percibo letras impresas:

me pronuncias y me vuelvo ajena.

Todas aquellas líneas hablaban de mí

la luz de grafito me cegó,

crucé los brazos,

cada oración fue el desbarajuste de la historia.

Sé que hablaba de mí,

pero nunca pude ser aquella que en cada verso edificaste.

Sí, hablabas de mí,

pero fue imposible ser el atajo.

Cada historia entre nosotros era un riel

más al cerco que construimos.

Hablabas de mí, pero todo el eco

fue insuficiente para vencer la niebla.

 

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