La ciencia derriba los mitos del racismo

Se entiende como raza cada uno de los cuatro grandes grupos étnicos en que se suele dividir la especie humana teniendo en cuenta ciertas características físicas distintivas, como el color de la piel, que se transmiten por herencia de generación en generación. Esta noción queda cuestionada con los resultados de una investigación publicada en la prestigiosa revista Science.

Todos los grupos humanos manifiestan una amplia gama de colores de la piel. Salvo en el caso de las poblaciones europeas, hasta ahora se sabía poco de los genes vinculados a esta pigmentación que ha dado paso a la división generalizada de cuatro razas (blanca, negra, amarilla y cobriza). Sin embargo, en África no todos los habitantes tienen el mismo color de piel y el origen genético que explica esta diversidad ha sido el objeto de esta investigación.

Para lograrlo, los investigadores usaron un medidor de color para establecer la reflectancia (capacidad de un cuerpo de reflejar la luz) de la piel de más de 2.000 africanos de poblaciones étnica y genéticamente diversas, tomando una muestra la parte interna de sus brazos, donde la exposición al sol es mínima.

Las mediciones se utilizan para inferir los niveles de melanina en la piel. La melanina es el pigmento oscuro que se encuentra en algunas células del cuerpo de los mamíferos y que produce la coloración de la piel, el pelo y los ojos. A través de estas mediciones, los investigadores determinaron que la piel más oscura correspondía a una población del África Occidental y la más clara a un grupo de cazadores-recolectores (bosquimanos) del África Austral.

Cuatro variantes genéticas

Además, los investigadores obtuvieron información genética de casi 1.600 africanos, examinando más de 4 millones de polimorfismos de un solo nucleótido en el genoma, lugares donde el código de ADN puede diferir en una “letra”. A partir de este conjunto de datos, los investigadores pudieron hacer un estudio de asociación genómico y encontró cuatro áreas clave del genoma donde la variación se correlacionaba estrechamente con las diferencias de color de la piel.

La primera zona se encuentra en torno al gen denominado SLC24A5, que posee una variante conocida por desempeñar un papel importante en la claridad de la piel de las poblaciones europeas y del sur de Asia.

Una variante genética es un gen que es esencialmente igual que otro,  pero que posee diferencias debidas a mutaciones. En este caso, la variante del SLC24A5 apareció hace más de 30.000 años y se encuentra en las poblaciones etíopes y de Tanzania que tienen ancestros en el sur de Asia y en el Medio Oriente. Se cree que esta variante fue importada de esas regiones africanas.

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Una segunda zona del genoma identificada por los investigadores contiene el gen MFSD12, asociado también a la pigmentación de la piel. Los investigadores descubrieron que mutaciones relacionadas con este gen, asociadas a una pigmentación oscura, son frecuentes en las poblaciones subsaharianas, pero no en los bosquimanos de piel más clara.

Estas variantes están presentes asimismo en poblaciones indias, de Australia y Malasia que tienen también una piel oscura y se han encontrado ahora en África. Los investigadores consideran que esos grupos humanos heredaron esos genes de poblaciones llegadas de África.

En los bosquimanos, las variantes genéticas han sido más frecuentes y muestran los mismos genes vinculados al color de la piel, de los ojos y de los cabellos que se encuentran en las poblaciones europeas.

Variaciones de hasta 1 millón de años

En este estudio, la mayoría de las variaciones genéticas asociadas a una piel blanca o negra han aparecido hace más de 300.000 años. Algunas incluso aparecieron hace un millón de años, mucho antes de la aparición del hombre moderno. Y un detalle: la versión más antigua de estas variantes genéticas es la de una piel clara.

Sarah Tishkoff, una de las investigadoras, explica que es lógico que el color de la piel en los ancestros de los humanos modernos haya podido ser relativamente blanca y que es probable que cuando perdimos los pelos que cubrían nuestro cuerpo, y salimos de los bosques para ir a la sabana, necesitáramos una piel más curtida.

En consecuencia, puede que el color de la piel esté relacionado con una adaptación al entorno, por lo que no puede decirse que exista una raza africana. “Nosotros demostramos que el color de la piel es muy variable en el continente africano y que todavía está evolucionando. Además, en la mayor parte de los casos, las variantes genéticas asociadas a la piel blanca han aparecido en África”.

Es decir, el estudio refuta categóricamente la noción de raza y demuestra una diversidad pigmentaria en el mismo seno de las diversas poblaciones africanas, donde las variantes genéticas responsables de una piel blanca aparecieron por primera vez.

Aunque el término raza es utilizado para definir grupos con características hereditarias comunes, muchos científicos evolucionistas y sociales opinan que a la definición común de raza, o a cualquier definición de raza relativa a los humanos, le falta rigor y validez taxonómica. Argumentan que son imprecisas, arbitrarias y que varían según la cultura examinada.

El nuevo estudio reafirma además lo que apuntan otros avances de la genética, según los cuales las diferencias genéticas entre grupos son biológicamente insignificantes,​ en el sentido de que existen variaciones genéticas en el interior de los grupos denominados razas y de que los rasgos raciales se solapan sin fronteras diferenciadas.


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