¿Es la modificación genética la clave para resolver la crisis ambiental?

Los problemas de contaminación ambiental suelen conllevar situaciones muy complejas en las que intervienen múltiples factores. A la hora de afrontar estos cambios mediambientales con técnicas de biorremediación –es decir, utilizando microorganismos u otros seres vivos–, es esencial tener en cuenta el contexto en su totalidad y evaluar todas las posibles implicaciones.

Esto es lo que explican investigadores del Centro Nacional de Biotecnología de CSIC (CNB-CSIC) en un artículo publicado en las revista Biotechnology Advances junto a científicos de la República Checa y Dinamarca. En el trabajo, los autores consideran que las estrategias de biorremediación desarrolladas en las últimas décadas no han sido eficaces debido su enfoque reduccionista.

“Estamos en un momento emocionante. Los nuevos campos de la biología, como la biología de sistemas y la biología sintética, nos ofrecen herramientas muy poderosas con las que podemos abordar la situación en su totalidad, teniendo en cuenta todos sus problemas e implicaciones. Debemos reconsiderar los mismos retos de contaminación ambiental desde una nueva perspectiva. Es lo que nosotros llamamos biorremediación 3.0”, explica Víctor de Lorenzo, director del trabajo e investigador del CNB-CSIC.

Empeño mejorado

El uso de microorganismos para eliminar o degradar compuestos tóxicos comenzó en los años 70. En esta década se planteaba aprovechar la capacidad natural de los microorganismos para limpiar contaminantes de origen humano. Es lo que los autores denominan biorremediación 1.0.

Pronto se observó que había productos de origen humano que los microorganismos en su estado natural eran incapaces de eliminar. Con el auge de la ingeniería genética (1980-1990) se comenzó a modificar estas bacterias para mejorar su capacidad de degradación de determinados compuestos tóxicos. Surge así la llamada biorremediación 2.0.

Sin embargo, a pesar de algunos buenos resultados, esta aproximación desembocó en pocos éxitos. Los autores de este trabajo instan a reconsiderar la situación y dar un nuevo enfoque al campo de la biorremediación a través de lo que ellos denominan biorremediación 3.0

El efecto multi-escala de los distintos tipos de contaminantes emitidos por las actividades urbanas e industriales puede modelizarse y mitigarse mediante la adopción de las herramientas conceptuales y materiales de la Biología Sistémica (que une a la Biología de Sistemas con la Biología Sintética). / Víctor de Lorenzo, CNB-CSIC

Los investigadores aseguran que este nuevo planteamiento permitirá limpiar aguas o suelos contaminados por compuestos tóxicos de manera más eficiente. Pero, además, permitirá minimizar el cambio climático y otros cambios globales provocados por la acción humana. “Este enfoque abre las puertas al uso bacterias para eliminar los gases de efecto invernadero de la atmósfera o los plásticos de los océanos”, indica de Lorenzo.

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Biotecnología contra el cambio climático

“Ya no hablamos solamente de eliminar los contaminantes o degradarlos a compuestos menos tóxicos. Podemos modificar los microorganismos para que reconviertan compuestos perjudiciales en otros de mayor valor económico y social”, asegura el investigador.

En su publicación, los científicos proponen una metodología de trabajo para implementar este novedoso planteamiento. Según el artículo, primero hay que conocer el contaminante en profundidad y todas las rutas metabólicas en las que está implicado. En segundo lugar hay que seleccionar el microorganismo adecuado y estudiarlo minuciosamente para, finalmente, diseñar la estrategia óptima y adecuarla al contexto.

En el trabajo los científicos también destacan la necesidad de un cambio de actitud de la sociedad. “Las limitaciones regulatorias a la hora de trabajar con microorganismos genéticamente modificados frenan el avance de la investigación. El uso de los microorganismos para solventar estos problemas globales solo se hará realidad si la población acepta la biotecnología como parte inseparable de su vida diaria”, concluyen los autores.

No basta con científicos brillantes, necesitamos científicos honestos y autocríticos*.

Y si bien es cierto que se debe abrir un debate amplio sobre los OGM’s, evaluando sus pros y contras, resulta paradójico que investigadores que encarar con tal claridad problemas tan complejos como los sistemas biológicos, se centren en la actitud de la población y no consideren que dicha actitud es resultado de los enormes problemas que se suscitan cuando los avances científicos se utilizan para el beneficio, exclusivamente económico, de una pequeña élite. Quizá sería más significativo buscar un cambio de actitud en ese pequeño y poderoso grupo que ha logrado consolidar los valores de la sociedad contemporánea; el individualismo, la competencia y la acumulación desmedida.

No es suficiente con señalar la postura de la sociedad frente a los OGM’s, también se requiere de una comunidad científica más honesta con sus propios fracasos. Y es que una de las críticas más sólidas frente a la forma en la que se dan los avances científicos, tiene que ver justo con la idea de que si seguimos con la misma tendencia en la generación de innovación podremos resolver en el futuro todo el deterioro que provocamos en el presente. Pero lo cierto es que nada indica que la biorremediación 3.0 sea exitosa, ahí donde fracasaron previamente la biorremediación 2.0 y la 1.0.

Otra lectura que no se discute lo suficiente en los grupos de investigación de los grandes centros de investigación, es la de la urgencia de transformar de fondo los valores que vertebran a la sociedad capitalista; esa que sostiene el ritmo ecocida global, en aras del progreso económico. Pero sucede que tocar de fondo estos problemas, comprometería los recursos necesarios para continuar con estas investigaciones.

Tal vez si Victor de Lorenzo, su equipo y demás investigadores que buscan mejorar la opinión pública sobre los organismos transgénicos se posicionaran con la fuerza necesaria para denunciar las prácticas monopólicas de empresas como Bayer-Monsanto, Syngenta, Duppont, ChemChina, o si profundizaran en los efectos nocivos que podrían derivarse de la aplicación de técnicas como la “gene drives” (que así como podría significar un gran avance en la biorremediación global, podría generar desastres a gran escala en diversos ecosistemas), o si se interesaran en las posturas epistémicas de los pueblos originarios frente a sus regiones de origen y su relación con la naturaleza, esa sociedad civil logre confiar en la comunidad científica y acepte quitar candados para la experimentación biotecnológica.

En suma, no basta aplicar el pensamiento complejo al estudio de los problemas científicos, también hay que aplicarlo para reconocer las consecuencias de nuestra posición en el sistema dominante.

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