Fui a que me tatuaran, no a que me tocaran

Me llamo Alba, tengo 30 años, soy de Barcelona y vivo en CDMX desde hace 3 años. Hace poco, fui por un tatuaje y algo salió mal…

Amo profundamente México y por eso decidí tatuarme algo bien mexicano: un alebrije jaguar.

Fui con Studio 13, un reconocido estudio de tatuajes regentado por Omar Morales situado en Insurgentes Sur 1605. Iba a ser un gran tatuaje: desde el hombro derecho hasta la cadera del mismo lado.

La primera sesión, equis. La segunda, el miércoles 14 de junio retorné para una sesión de 3h y terminar el tatuaje. Todo empezó bien. Él me tatuaba, a veces hablábamos, a veces había silencio, así iba transcurriendo el tiempo. Para tatuarme yo llevé un traje de baño de los de lacito que se pueden desatar para poder descubrir mi cadera con facilidad y que el tatuaje se desarrollara de la forma más cómoda para todos.

Lo que ocurrió después nunca tendría que haber pasado: mientras yo estaba acostada boca arriba y Omar tatuaba mi cadera con su mano derecha empezó a tocarme la entrepierna con su mano izquierda. Al principio se apoyó y yo ingenuamente pensé que requería estirar la piel de la ingle para tatuar mejor. Solamente que después empezó indudablemente a tocarme: su mano izquierda frotaba mis genitales mientras que con la mano derecha seguía tatuando. ¿Qué onda? Al principio pensé, no está haciendo eso, o si? Uno no sabe, la situación es bien confusa: me está tatuando o me está tocando? O las dos? Tuve el acto reflejo de cerrar las piernas, a lo que él respondió empujando una de mis piernas para tener un mejor acceso. Me costó unos segundos reaccionar, no sé cuántos, no fueron muchos. Suficientes como para darme cuenta de que aquello no era normal. Me incorporé y le pregunté que qué estaba haciendo, que eso no era para nada pertinente. Yo estaba muy desconcertada. Omar paró inmediatamente, se cambió el guante de la mano izquierda con la cual me había tocado y dijo literalmente: sí, no. ¿Dónde te duele más? En el hombro o en la cadera? ¡Qué clase de respuesta es esa! El tipo se hizo el longuis por completo. Pero yo insistí y le dije: Veo que estás obviando lo que acaba de suceder pero tengo que decirte que fue totalmente inadecuado. No estábamos solos, detrás de la cortina había otras personas, se hizo silencio, nadie dijo nada. El volvió a decir: si, no. Y siguió tatuando sin más. Yo me quedé allá estirada, estupefacta, preguntándome qué hacer. ¿Darle un soplamocos? Levantarme e irme? Hacer un escándalo? Al final me quedé allá estirada pasmada hasta que terminó. Me vestí, pagué y me fui. Sí, quise pagar: pagué, porque pensé que aquello no era un intercambio de favores. Yo fui a tatuarme, no a que me tocara. Para rematar la jugada Omar tuvo la desfachatez de darme dos besos para despedirme.

Al cabo de unos días puse una valoración en su página de Facebook profesional explicando lo sucedido. Valoré con una estrella sobre cinco. Ellos denunciaron el comentario y Facebook lo quitó por “comentario inapropiado”. Pero vamos a ver, ¿no es Omar el que hizo algo indecente e inapropiado? A ver si ahora encima me tendré que callar y aguantar sin rechistar que alguien meta su mano en mi entrepierna sin permiso. ¡Esto es el colmo!

Por eso decidí publicarlo: para que se sepa. No es por venganza personal, es por justicia social. Lo que pasó fue un acto abusivo, machista, poco profesional y una falta de respeto descomunal. No se puede consentir y este señor no puede salir impune y pensar que puede seguir tocando a sus clientas sin que detrás haya consecuencias por sus actos. Es más, eso no se hace y punto. Yo me sentí mal: traicionada, ultrajada, asqueada, enfadada y apenada. Además lo cuentas y casi que te dicen que como estaba medio desnuda que claro, que le di indirectamente permiso. ¡Y una mierda! Como si quiero ir desnuda por la vida: nadie tiene el derecho de tocarme si yo no quiero.

Así que Omar, si lees esto, espero que se te esté cayendo la cara de vergüenza y que aprendas la lección: no puedes tocar a nadie sin su consentimiento. Así que, o te lo haces mirar o te cortas las manos, pero que no se te ocurra nunca más en tu vida abusar de ninguna mujer.

_____

_____

Previo

Trabajadoras domésticas: sin contrato, sin seguridad, sin derechos

Siguiente

Migrantes atrapados en la esclavitud en su camino a Europa

6 comentarios

  1. Olguis Ovierrales
    05/07/2017 at 02:55 — Responder

    El tatuador te culpa a ti, se que no es inocente porque en cuanto pones un comentario negativo PUM estás bloqueado de su página, sigue luchando vamos a compartir tu historia, no es justo lo que tuviste que pasar.

  2. 05/07/2017 at 15:10 — Responder

    Te abrazo con sororidad y celebro tu valentìa para hablar del tema. Vamos a seguir publicando tu historia, se tiene que saber.

  3. Jaime Olivo
    05/07/2017 at 17:31 — Responder

    Esto es solo mi opinión: Debiste hacer las cosas bien, salir por un policia y denunciar de inmediato. Ahorita solo parece una venganza..

    • 05/07/2017 at 19:02 — Responder

      No me parece que luzca para nada como una venganza. Sólo me parece un error que le coloca en una situación de desventaja, ya que ahora él puede acusarla de difamación y ella no tiene ninguna manera de probar su dicho.

  4. Alba Rosas
    06/07/2017 at 09:05 — Responder

    Al escribir esto está cuidando a muchas mujeres que podrían pasar por ese estudio y ese tatuador, yo lamento lo que le sucedió y le agradezco hable claro y fuerte, la costumbre impuesta de cállate/que vergüenza/fue tu culpa envuelve en protección a quien comete estos actos violentos.

  5. Karina Rodríguez
    09/07/2017 at 15:39 — Responder

    Hola Alba, yo viví una experiencia similar en Hard Core Studio con Big G, también borraron mi comentario en su página de Facebook, también me costó asimilar la situación y denunciar. Si nos callamos seguirán sus abusos.

Deja un comentario