Descubren el vínculo entre cerebro, memoria y sistema inmune

El sistema inmunitario del cuerpo lleva a cabo funciones esenciales, como por ejemplo defendernos frente a bacterias. Sin embargo, el cerebro humano está separado de las células inmunitarias en el torrente sanguíneo por la llamada barrera hematoencefálica. Esta barrera protege al cerebro de patógenos y toxinas que circulen en la sangre, dividiendo asimismo a las células inmunitarias del cuerpo humano entre aquellas que llevan a cabo su función en la sangre y aquellas que trabajan específicamente en el cerebro. Hasta hace poco, se pensaba que la función cerebral no se veía afectada realmente por el sistema inmunitario periférico.

No obstante, en los últimos años, se han acumulado las evidencias que indican que el sistema inmunitario de la sangre podría en realidad actuar sobre el cerebro. Unos científicos han llevado a cabo ahora dos estudios independientes que demuestran que el vínculo entre el sistema inmunitario y el cerebro es más fuerte de lo que se creía anteriormente.

En el primer estudio, el equipo de Virginie Freytag y Andreas Papassotiropoulos, de la Universidad de Basilea en Suiza, buscó perfiles epigenéticos (patrones reguladores de la actividad del ADN sin cambiar su secuencia), en la sangre de 533 personas jóvenes y sanas. En su búsqueda por todo el genoma, identificaron un perfil epigenético que está fuertemente correlacionado con el grosor de la corteza cerebral, en particular en una región del cerebro que es importante para las funciones de la memoria. Este hallazgo fue confirmado en un examen independiente sobre otras 596 personas. Los resultados también muestran que son específicamente esos genes con actividad modificada epigenéticamente los que son responsables de la regulación de importantes funciones inmunitarias en la sangre que explican el vínculo entre el perfil epigenético y las propiedades del cerebro.

El grosor de la corteza cerebral se correlaciona con el perfil epigenético de los genes relacionados con el sistema inmune. (Imagen: Universidad de Basilea, Transfacultad y Plataforma de Investigación de Neurociencias Moleculares y Cognitivas)

En el segundo estudio, el equipo de Angela Heck, también de la Universidad de Basilea, investigó los genomas de participantes sanos que recordaban particularmente bien o particularmente mal imágenes negativas. Una variante del gen TROVE2, cuyo papel en enfermedades inmunológicas está actualmente siendo investigado, fue relacionada con la capacidad de los participantes de recordar una cantidad especialmente grande de imágenes negativas, mientras que su memoria general no se veía afectada.

Esta variante genética también llevó a una mayor actividad en regiones específicas del cerebro que son importantes para la memoria de las experiencias emocionales. Los investigadores descubrieron asimismo que el gen está vinculado con la intensidad de los recuerdos traumáticos en personas que han experimentado sucesos de ese tipo.

Los resultados de los dos estudios muestran que tanto la estructura cerebral como la memoria están conectadas con la actividad de genes que también realizan importantes funciones reguladoras inmunitarias en la sangre. Aunque aún deben clarificarse los mecanismos precisos tras los vínculos que se han descubierto, los autores de los estudios esperan que esto sirva en futuras investigaciones para descubrir nuevos tratamientos médicos.

Con información del Colectivo Alterius | Nota original en inglés de la Universidad de Basilea

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