Turquía y el referéndum – una guía

Este domingo 16 de abril se celebrará un referéndum en Turquía que tendrá importancia crucial para este país, pero también para el escenario político internacional.

Hay que hablar, para poder explicarlo, del espacio geopolítico tan importante en que se encuentra Turquía.  Aquellos que suscriben al mito de la división clara y tajante entre Oriente y Occidente desde hace muchos años la consideran con frecuencia como la nación “puente” entre ambas regiones, que de alguna manera debe cumplir el papel de “mediador” entre ellas.

Culturalmente esto es una ficción (culturalmente, Oriente y Occidente son una ficción), pero lo cierto es que Turquía está en una posición geográfica muy importante: tiene frontera con Bulgaria (es decir, la Unión Europea), con Siria e Irak, además de con Irán, Georgia y Armenia. Estambul (Istanbul), su ciudad más grande, y Esmirna (Izmir), tercera en población, son ambas importantes puertos del mar Mediterráneo. La crisis migratoria hacia Europa la atraviesa, y por tanto, también la guerra en Siria –en la que además ha participado directamente– y el surgimiento del EI (Estado Islámico).

Por último, el país tiene una relación muy estrecha con Alemania desde la Primera Guerra Mundial, y tras la emigración de los Gastarbeiter (“trabajadores invitados” en alemán) en los años sesenta que terminaron por quedarse en el país europeo, existen alrededor de 3 millones de personas de origen turco1Este término es problemático, porque no toma en cuenta a las distintas naciones dentro de Turquía. Se califica como “de origen turco” también a los armenios, kurdos y otras minorías. viviendo en Alemania, y más de millón y medio que conservan la nacionalidad.

TURQUÍA DESDE 2015

Además de los factores externos, internamente Turquía vive una crisis muy fuerte desde al menos el 2015. Recep Tayyip Erdogan, el actual presidente y anterior primer ministro, está cada vez menos conforme con la crítica.

Ya era aparente su tendencia a la represión de sus opositores en 2013, cuando echó la policía a las protestas estudiantiles del parque Gezi. Sin embargo, cuando en las elecciones de junio del 2015 su partido AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) perdió la mayoría absoluta en el parlamento, y el partido pro-kurdo HDP (Partido Democrático del Pueblo) pasó la barrera del 10% de los votos necesarios para obtener representación en la cámara, el ambiente comenzó a tensarse. Después de que ninguno de los partidos lograra aliarse para formar gobierno, se convocó de nueva cuenta a elecciones en noviembre del mismo año.

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Turquía vive una crisis muy fuerte desde al menos el 2015

Antes de pasar adelante, es necesario explicar el conflicto que el HDP representa al llamarse “pro-kurdo”. Los kurdos son un pueblo de población minoritaria dentro de Irak, Irán, Siria y Turquía. En este último país, el PKK o Partido de los Trabajadores del Kurdistán lleva una lucha armada desde 1984 por obtener la independencia de la región de mayoría kurda, acusando entre otras cosas la discriminación histórica del gobierno turco hacia ellos.

El HDP, surgido en 2012, busca por su parte la defensa de la población kurda a través de la vía democrática y partidista. En 2013, el PKK había declarado un alto al fuego y se estaban llevando a cabo negociaciones en las que participaba el HDP.

Sin embargo, desde el sitio de Kobane (ciudad en Siria de mayoría kurda) por parte del EI (Estado Islámico), hubo grandes protestas en Turquía que acusaban al gobierno de cooperar o al menos permitir a esta organización en sus fronteras. En julio de 2015, 33 jóvenes de izquierdas que se organizaban en la ciudad limítrofe de Suruc para llevar apoyo a Kobane murieron víctimas de un atentado. Se acusó al EI de ser culpable, pero éste nunca reclamó el ataque, y los dedos apuntando hacia el gobierno turco no se hicieron esperar.

Tras estos hechos, la violencia escaló entre el PKK y el gobierno, hasta llegar al rompimiento del alto al fuego. El conflicto armado entre ellos continua a la fecha, y ha dejado, reporta la ONU, más de dos mil muertos, gran cantidad de desplazados, y acusaciones al gobierno turco de violaciones a los Derechos Humanos, ejecuciones extrajudiciales, tortura y más.

Hay más de dos mil muertos por el conflicto armado del gobierno y el PKK

Es en este contexto también que una ola de atentados ha alcanzado las principales ciudades de Turquía, Estambul y Ankara, y varias más en la región sudeste. En varias ocasiones han sido reclamados por el EI, y en otras por una –como muchos la llaman– escisión del PKK, el TAK (Halcones de la Libertad del Kurdistán).

Uno de los grandes atentados en el país ocurrió el 10 de octubre de 2015, en una manifestación que protestaba la escalada del conflicto y exigía la paz entre el gobierno turco y el PKK. El hecho, ocurrido unas semanas antes de las elecciones de noviembre, dejó más de cien muertos y quinientos heridos. Nadie lo reclamó. La versión más aceptada acusa al EI, aunque también se sospecha de la culpabilidad o la complicidad del gobierno.

Pocos días más tarde se celebraron las elecciones y el AKP, con el 49% de los votos, recuperó la mayoría absoluta en el parlamento. HDP alcanzó apenas el 10.76%, cuando en la vuelta anterior había obtenido el 13%. La escalada de la violencia le funcionó al partido al poder como una excelente estrategia electoral.

Después de que en 2015 más de 850 mil personas, principalmente de Siria e Irak, cruzaran a Grecia desde Turquía, el gobierno de este último país firmó con la Unión Europea un acuerdo que consistía en recibir de vuelta a los migrantes que hubieran cruzado por esta ruta a partir de marzo de 2016.

La UE prometió aceptar a cambio, por cada persona deportada, a un refugiado de algún campo turco. Se entregó a Turquía, además de una gran suma de dinero, una herramienta diplomática para amenazar a la UE ante cualquier conflicto, además de colocar a una gran cantidad de personas, como mínimo, en condiciones extremadamente precarias.

Además del PKK y el EI, otro grupo se uniría a la lista de enemigos de Erdogan unos meses después, luego del intento de golpe de Estado que tuvo lugar la noche del 15 al 16 de julio de 2016. Participaron en él sobretodo miembros de las fuerzas armadas turcas, pero se desconoce exactamente quién lo organizó. Erdogan y el AKP acusan con toda seguridad, sin embargo, a Fetullah Gülen, un clérigo islámico exiliado en Estados Unidos, y al movimiento islamo-conservador que éste lidera.


En años anteriores, el AKP y el movimiento de Gülen (también llamado cemaat hikmet, “comunidad de servicio”) habían mantenido alianzas diversas, y una gran cantidad de miembros del cemaat ocupaba puestos públicos. Con el tiempo, ambos grupos comenzaron a tener conflictos por el monopolio del poder y desde 2013 están públicamente opuestos.

Tras el intento de golpe, que Erdogan llamó literalmente “un regalo de Dios”, la situación de los Derechos Humanos en Turquía ha empeorado considerablemente. El sitio web Turkey Purges cuenta más de 130 mil personas despedidas (militares, servidores públicos, jueces, académicos y más), 97 mil detenidas y casi 50 mil arrestadas (un reciente artículo de New York times cuenta 70 mil detenidos y 40 mil arrestados; los números son, por lo menos, confusos y difíciles de seguir). Entre ellas se encuentran más de 150 periodistas; a casi todos se les acusa de colaborar o pertenecer al PKK, al EI, o a FETÖ. Esta última denominación es la manera en que el AKP llama al movimiento de Gülen, y que ya es considerado oficialmente un grupo terrorista.

Al menos varios cientos de miembros del HDP han sido arrestados, incluyendo a los dos líderes del partido, quienes acusan a Erdogan de querer destruir a la oposición para ganar el referéndum.


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CAMBIOS A LA CONSTITUCIÓN

Al decir arriba que el AKP es el partido de Erdogan, no hago un comentario inocente. Sucede que Turquía es un país parlamentario donde el jefe del gobierno es el primer ministro (en este momento, Binali Yildirim) y el presidente, aunque jefe de estado, ocupa en realidad una mera posición ceremonial. Ésta, además, lo obliga a ser imparcial y no pertenecer a ningún partido. Pero Erdogan no ha hecho ningún esfuerzo por ocultar a quién apoya políticamente, o quizás más bien a quién controla.

El 21 de enero de este año, el parlamento, dominado por el AKP y el MHP (partido de ultraderecha nacionalista) aprobó las reformas a la constitución necesarias para cambiar el sistema parlamentario por uno presidencialista, donde esta figura –es decir, Erdogan– ya no tendría la obligación a la imparcialidad: ahora podría no sólo pertenecer a un partido, sino también dirigirlo. Al eliminar el puesto de primer ministro, el presidente sería jefe de gobierno.

Las elecciones parlamentarias ocurrirían ahora el mismo día que las elecciones presidenciales, lo que hace más probable que el partido del candidato ganador tenga la mayoría en la cámara. Si el presidente ocupa, además, el puesto de jefe de su partido, tendría el control del parlamento; es decir, del poder legislativo además del ejecutivo.

En la actualidad, el parlamento tiene derecho a pedir cuentas de cualquier acto o política del gobierno, y este mecanismo puede llevar a un voto de confianza o a un cambio de gobierno. Sin embargo, si la reforma de Erdogan pasa, esta forma de cuestionamiento ya no será posible. Habrá una figura de impeachment, que requiere sin embargo la aprobación de tres cuartos del parlamento, y que es, por tanto, difícil de imaginar. Otro poder que perdería la cámara es el de aprobar al gabinete del presidente después de que éste lo elija: Erdogan escogería él solo a sus ministros. El presidente adquiriría además la capacidad de disolver el parlamento y llamar a nuevas elecciones (que deben ser tanto parlamentarias como presidenciales).

Por último, también pondría en riesgo la independencia del poder judicial, pues el mismo presidente tendría la capacidad de nombrar algunos miembros del Alto Consejo de Jueces y Fiscales. El parlamento, también controlado por él, designaría otra parte.

Para que los cambios a la constitución se lleven a cabo, antes deberá efectuarse un referéndum (sí o no, “evet” o “hayir”, a las reformas). La votación está programada para este domingo 16 de abril del 2017.

También, hay que apuntar que Erdogan ha estado anunciando en mítines y diversos medios que, de ganar el “sí”, trabajará para que se regrese en este país la pena de muerte. Esto interrumpiría definitivamente la ascensión a miembro de la Unión Europea, que por el momento parece más bien un sueño lejano de los primeros años de su gobierno.

Aquellos en favor del “sí” con frecuencia hacen referencia a la necesidad de un hombre con fuerza o con poder que defienda los intereses de su nación en el actual ambiente de incertidumbre y violencia. En gran parte, lo consideran la única opción ante el terrorismo. También abogan por una aceleración de los procesos legales y la disminución de la burocracia. Desde su punto de vista, el poder concentrado alrededor de un hombre que haya sido elegido a través de democracia directa haría que se cumpla “la voluntad del pueblo”.

¿Cuándo se ha logrado desarticular el terrorismo a través de la guerra abierta?
Por otro lado, pueden hacérsele grandes críticas al sistema propuesto. Si en la actualidad, el líder ya ha prácticamente desarticulado la oposición, ¿de qué manera sería beneficioso otorgarle mayor poder? ¿Cuándo se ha logrado desarticular el terrorismo a través de la guerra abierta? “Las decisiones se tomaban a una velocidad increíble en la Libia de Gaddafi, en la Siria de Assad y en el Irak de Saddam”, argumenta un estudiante de Derecho en un video de Youtube que le valió ser arrestado. Y en efecto, para mucha gente el régimen de Erdogan ha traído mejoras en su nivel de vida, como hospitales y servicio médico gratuito. Pero como apunta Suzy Hansen en su artículo para The New York Times, estas cosas “sirven de poco a un turco o kurdo que no es libre de ir a trabajar o de vivir en una casa que no será bombardeada por el gobierno”.

LAS CAMPAÑAS

EL SÍ (“EVET”)

A nivel de partidos políticos, quienes principalmente apoyan el “sí” a las reformas constitucionales son el partido al poder AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) y, en parte, el de ultra-derecha nacionalista MHP. Varios de los diputados de este último que hacían campaña abierta por el “no” han sido expulsados.

La oposición acusa haber recibido cinco veces menos de tiempo aire que la campaña del gobierno. Los líderes del HDP (Partido Democrático de los Pueblos, pro-kurdo), en prisión desde noviembre del año pasado, no han aparecido en lo absoluto. Antes de las elecciones de 2015, el grupo de medios Dogan Holding ya había recibido ataques por darle tiempo aire al partido pro-kurdo, y después de junio no volvió a hacerlo.

Además, la campaña del “sí” ha estado enmarcada en gran medida por una disputa internacional.

Uno de los recursos favoritos del AKP con sus votantes ha sido el de mítines masivos, caracterizados por la gran cantidad de banderas turcas que aparecen en todas las fotos. La relación entre el partido y el nacionalismo no es novedad, y para este referéndum, el AKP buscó impulsar el sentimiento tanto en Turquía como en Alemania, donde viven aproximadamente un millón y medio de posibles votantes, y en la Unión Europea en general.

El 18 de febrero, el primer ministro Binali Yilidrim celebró un mitin en Oberhausen (Alemania) al que atendieron, según sus números, más de diez mil personas. Esto generó un debate en el país germano: opositores y medios se preguntaban si era posible que un político extranjero fuera a hacer política dentro de la UE, y que además impulsara ideales contrarios a lo que ellos entienden por democracia.

Uno de los recursos favoritos del AKP con sus votantes ha sido el de mítines masivos,

Más tarde, el AKP intentó hacer campaña de nuevo en Alemania, en Austria y en los Países Bajos, pero los mítines fueron cancelados por los gobiernos locales. El intento de parte del gobierno turco por celebrar una reunión pública que estaba programada para el 12 de marzo en Rotterdam acabó en una disputa diplomática entre Turquía y los Países Bajos: no se le concedieron derechos de aterrizaje al avión que llevaba al ministro de Asuntos Extranjeros a la ciudad, y se escoltó a la ministra de la Familia fuera del país.

Turquía acusó al gobierno neerlandés de violencia innecesaria contra los manifestantes que se reunieron a protestar los eventos, aunque Amnistía Internacional no reportó que se infringieran sus Derechos Humanos (hay fotos de golpes y ataques por parte de manifestantes y de la policía). Además, Erdogan habló de “nazismo” en los Países Bajos, y los nombró culpables de la masacre de Srebrenica ocurrida durante la guerra de Bosnia. Ya había hecho, previamente, referencias al “nazismo” por parte de Alemania al impedir sus reuniones masivas.

La disputa ha servido para aumentar entre los seguidores del AKP la visión de que en Europa se discrimina a los musulmanes, y de que Erdogan es el único líder apto y dispuesto a defenderlos. Por otra parte, ha ayudado a personajes de extrema derecha europea como Geert Wilders para decir que los turcos y los musulmanes no son bienvenidos en los Países Bajos. Parece claro que ambos nacionalismos se alimentan entre sí.

Para medios turcos conservadores como The Daily Sabah, las prohibiciones significaron el apoyo de Europa hacia la campaña del “no”, pues estiman que las manifestaciones opositoras no fueron prohibidas. Sin embargo, los eventos permitidos no eran convocados por políticos extranjeros como figura principal. Organizaciones locales de ciudadanos de origen turco han expresado su apoyo por el “sí” y realizado sus propios eventos, como es el caso de la Unión de Demócratas Turco-Europeos (Union der Turkisch-Europäischer Demokraten).

Otro tema que ha aumentado considerablemente la disputa diplomática entre Alemania y Turquía ha sido el arresto de un periodista turco-alemán de Die Welt, Deniz Yücel, bajo acusaciones de propaganda terrorista. Las protestas en Europa por este hecho han llevado a que la misma Merkel pida su liberación; Erdogan, sin embargo, afirmó dos días antes del referéndum que mientras él se mantenga en el poder no se dará la libertad a Yücel.

El mayor mitin de esta campaña ocurrió el 8 de este mes en Estambul. En él, Erdogan, junto al primer ministro y otros miembros del gabinete, se presentó una vez más como la vía para derrotar al terrorismo. Puso en un mismo saco, como hace con frecuencia, al PKK, al EI y a FETÖ, y acusó a los votantes del “no” de ser defensores de estas organizaciones: él y los ministros del AKP han equiparado ya antes, con poco pudor, a sus opositores con terroristas. O más bien, en la era de Erdogan, el concepto de “terrorista” se ha ampliado hasta absorber cualquier forma de oposición.

Las encuestas, sin embargo, no han dado la victoria clara a ninguno de los dos bandos. Y si, en medio de una campaña tan desbalanceada, la ventaja del “sí” no parece aún decisiva, es necesario preguntarse quiénes son las personas que aún se resisten a apoyar el régimen presidencialista y de qué manera han logrado expresarse y defenderse entre la represión.

EL NO (“HAYIR”)

La campaña del “no” ha sido impulsada, además de por el CHP (Partido Republicano del Pueblo, de centro, secularista) y el pro-kurdo HDP -los dos partidos más grandes de la oposición-, por una gran cantidad de pequeñas organizaciones políticas, especialmente de orientación pro-kurda, secularista o de izquierda. Colectivos como las Madres de los Sábados, que buscan a sus desaparecidos tras el golpe de estado en los años noventa, también se han decidido por esta opción.

El CHP registra que los votantes del “no” han recibido, al menos, 231 ataques durante la campaña. Esto ha sido evidente incluso en las universidades, donde trabajadores de todo tipo han sido despedidos, detenidos o arrestados por expresar públicamente su oposición a las propuestas del gobierno. Muchos de los académicos que perdieron su trabajo habían firmado una petición que demandaba paz en el país. Los estudiantes que apoyan a sus profesores (bajo la consigna “no toques a mi maestro”) o que se manifiestan por el “no” también han enfrentado persecución.  

Entre los casos que se han vuelto muy famosos está, por ejemplo, el de Ali Gul, un alumno de Derecho que hizo un video en Youtube titulado “¿Qué es el ‘no’?”, y que, tras la viralización de éste, fue detenido y posteriormente condenado a ocho años de prisión. En el video, utiliza el humor para burlarse de la reforma y es este recurso el que le valió el cargo de “insultar al presidente” (https://www.youtube.com/watch?v=95_Czi96tuQ).

Otro video viral, aunque con un desenlace opuesto, data del 23 de enero, y muestra un grupo de estudiantes que cantan una canción de apoyo al “no” en el ferry Besiktas-Kaldikoy en Estambul. Al bajar de este medio de transporte, un grupo de policías trata de detenerlos; en esta ocasión, sin embargo, por intervención de los demás pasajeros los estudiantes quedan libres.

Rara vez las protestas terminan de esta manera. El 21 de marzo, la celebración del Newroz o año nuevo kurdo/iraní vio enormes festejos combinados con manifestaciones en favor del “no”. Sin embargo, no tuvo saldo blanco: un joven kurdo fue asesinado tras discutir con la policía e intentar evitar un checkpoint en Diyabakir, la ciudad más grande del sureste del país.

En Turquía, a veces simplemente pertenecer a una minoría es una sentencia de muerte; a veces lo es expresar tus opiniones en voz alta. La cárcel, apunta Can Dündar en un artículo para The Washington Post, a veces es la menos grave de las opciones. Un hombre de 62 años murió asesinado en un bar a donde un seguidor de Erdogan llegó, arma en mano, a preguntar si alguno de los presentes votaría por el “no”. El hombre se levantó, y acto seguido, su atacante le disparó. Otro infame video viral muestra a un miembro del AKP disparando una pistola ante la pregunta: ¿qué haremos con los votantes del “no”? 

A pesar del ambiente de tensión, muchas celebridades turcas han expresado su solidaridad por una u otra campaña. Un reto en las redes sociales impulsó en enero a muchos seguidores del “sí” a expresar su opinión; entre ellos participó Arda Turan, el extremo del Barca. Esto llevó a un grupo de hinchas del Besiktas, uno de los tres grandes clubes de futbol de Estambul, a escribirle una carta al equipo de Barcelona titulada “No pasarán”. El encabezado hacía referencia al lema utilizado por la República Española en contra de los franquistas. Con él, los aficionados se posicionaron contra la reforma y contra Turan. Además de la carta, el video recibió muchas otras respuestas de celebridades, tanto del lado del “sí” como del “no”.

También algunos artistas se han manifestado públicamente, como los 250 que dieron una conferencia de prensa a inicios de abril en el Taksim Point Hotel (Estambul) citando a Nazim Hikmet, el reconocido poeta turco, o como el premio Nobel Orhan Pamuk, que ha expresado en varias ocasiones sus planes de votar por el “no”. Sin embargo, una de éstas fue censurada: el periódico Hurriyet decidió no publicar una entrevista que le hizo en la que el novelista explicaba las razones de su oposición a las reformas y que debía salir al aire a mediados de febrero.

Como podemos ver si ordenamos estos eventos, al acercarse el 16 de abril la situación se ha vuelto más tensa y violenta. Sin embargo, no ha faltado el humor en las campañas, especialmente dentro de las redes sociales. Además del video antes mencionado, los usuarios de Facebook y Twitter han compartido diversas imágenes en donde se forma la palabra “hayir” con distintos objetos, como piedras y lápices. Una foto muestra a una mujer mayor recostada sobre una montaña de pepinos, y frente a ella, un letrero de “hayir” hecho de las mismas verduras (cuyo nombre en turco, he ahí la mitad de la broma, es casi “hayir”: “hiyar”) (https://twitter.com/candundaradasi/status/850763303731245058). También hay imágenes donde las personas, con sus cuerpos, forman la palabra; en algunas versiones con posiciones de yoga.

Además de los videos oficiales del CHP y el HDP en apoyo a la campaña, los usuarios han enviado sus propias canciones, solos o desde colectivos, grabados en un estudio, en la calle o con su webcam. La música por el “hayir” tiene tonos tradicionales, y a veces junto con ella se comparte aquella surgida durante las protestas estudiantiles de Gezi en 2013.  (https://www.youtube.com/playlist?list=PLXQWhP97cPS0t4z6yI5S4o4FNtTdp2EZk). Sin embargo, para los ojos de cualquier latinoamericano interesado en el tema, llama especialmente la atención un video musical que también se ha viralizado en los últimos meses: el de la canción “No lo quiero, no” de Isabel Parra (https://www.youtube.com/watch?v=PI9gNUoknIg), grabado durante la campaña del “no” a Pinochet en 1988. Resulta impactante entrar al video de Youtube en 2017 y ver que los principales comentarios están en turco.  

En realidad no es sólo ese video lo que se ha retomado, sino el proceso político vivido por Chile en ese período, donde la oposición ganó el referéndum contra todo pronóstico. El periodista exiliado Can Dündar habla sobre éste en un artículo y, para poder compararlo con Turquía, recomienda ver la película No (2012) de Pablo Larraín, con Gael García como personaje principal. Incluso se ha compartido en internet una variación del póster de la película, con Selahattin Demirtas y Figen Yuksedag (los dos líderes del HDP) en el lugar que normalmente ocupa el actor mexicano.

En Alemania, la campaña del “no” ha sido llevada por organizaciones como la Comunidad Turca (Türkische Gemeinde), la Comunidad Aleví (Alevitische Gemeinde), y líderes locales del HDP y CHP, entre otros. La votación en el extranjero ya está cerrada, y los medios Özgürüz y Correctiv.Ruhr dan un 54% al “no” en su encuesta en la región de Renania del Norte-Westfalia. Hay que recordar, sin embargo, que durante las elecciones en Turquía de noviembre del 2015, en Alemania casi 60% de los que pudieron votar eligieron al AKP.

En el último meeting del HDP en Diyabakir/Amed, los organizadores registraron “miles” de asistentes. Por su parte, el CHP terminó la campaña con una barrera humana en Estambul.


(Fuentes: Bianet, Die Welt, Özgürüz, Der Spiegel, Al Jazeera, El País, The New York Times, Jadaliyya)

Referencias

Referencias
1 Este término es problemático, porque no toma en cuenta a las distintas naciones dentro de Turquía. Se califica como “de origen turco” también a los armenios, kurdos y otras minorías.
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