Podemos no entenderlo, pero sigue siendo racional

(Breve anotación al texto de un hermano)

 

Sobre Trump se ha escrito de más. Entre la deshonestidad y la atonía leímos, primero, más pronósticos de los válidos y, después, más conclusiones de las necesarias.

Mi amigo Rafael Valenzuela Cardona, acaso el mejor estratega político de México, ha publicado un espléndido relato de la elección norteamericana en Tercera Vía. Al respecto, he decidido hacer una anotación

 

Fallamos los racionales, no la racionalidad

Viajé a Texas del 28 de octubre al 2 de noviembre, unos días antes de la elección presidencial de los Estados Unidos, para presentar ante decenas de migrantes mexicanos la campaña “Del Mismo Lado” a la que Rafa ha hecho referencia en su artículo.

Ese día, el FBI decidió, públicamente, reabrir la investigación por una serie de correos (la totalidad de ellos tenían contenidos de los cuales la candidata demócrata podía sentir orgullo) que Hillary Clinton había enviado desde su cuenta personal, debiendo haber utilizado (según la estricta normatividad norteamericana) la oficial.

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El sábado 29 y el domingo 30 de octubre pasé varias horas, primero mientras utilizaba la caminadora del hotel y después por curiosidad, viendo los noticieros norteamericanos. La cobertura sobre la investigación del FBI no paró un solo segundo.

Días después, el líder de la Cámara Baja en Estados Unidos, Paul Ryan, suspendió su veto a Donald Trump y llamó a votar por él. Ryan es, sin duda alguna, el representante por excelencia de los poderes fácticos en Estados Unidos: el más ferviente profeta del dogma del Estado mínimo.

Mi entendimiento, entonces, alcanzaba para creer que lo que Ryan estaba disputando era la mayoría en el Congreso, y con esa idea escribí este artículo.

 

Hay una explicación

La actuación del FBI (designado por una mayoría de republicanos) y el cambio de actitud de Paul Ryan se entrelazan con un hecho: Donald Trump ha nombrado en su gabinete a una serie de multimillonarios que amasan una fortuna equivalente al 34% de los norteamericanos).

Al contrario de lo que muchos ingenuos comentócratas todavía repiten, Donald Trump no es una reacción anti-sistema, sino una variante del sistema. Y no pudimos advertirla.

Como tampoco advertimos la nueva configuración del orden mundial que hoy tiene a Vladimir Putin, con Recep Tayyip Erdoğan como uno de sus principales alfiles, al borde de encabezar una brutal represión en Medio Oriente para restablecer el orden que los Estados Unidos “dejaron escapar”.

 

Lo peor no ha pasado

Apunta Rafa, al final de su artículo, que “ninguno de sus amigos sufrió tanto” como yo con la derrota de Trump.

Fe de erratas: sufro.


 

El futuro

Podemos no entender lo que sucedió en 2016, pero eso no lo vuelve irracional. Ahora sé que los dueños del mundo están jugando con fuego.


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